El farolillo de la mesa

En una jaula de cristal, en una blanca armadura, veo tu silueta que se contonea. Creces para mirar, encoges para esconderte. Encerrada en tu calor, solo tus sombras escapan, pero se quedan cerca, tan unidas a ti, niñas de mis ojos, hijas de tu luz. Llevas mucho tiempo ahí, tanto que no lo sabes, tanto que no recuerdas los días perdidos, ni las noches alumbrando mi pasión. Oíste mis risas, calentaste mis mejillas frías de lagrimas frías, mis amores rotos, mis besos decididos y mis miedos a la oscuridad. Si abro la puertita te apagas, mueres otro poquito hoy, pero no te preocupes que eres fénix de esta mesa, siempre entre nosotros, siempre conmigo. Vuela la vida hipnotizada de una mirada perdida, de un muchacho triste y bohemio, de un amante solitario que no puede enamorarse sin perder, que no puede ganar a tu luz divina, a tu calor terrenal. Quémame los dedos, pequeño centro de mi universo, y no te olvidare. Cerca esta el amanecer, hasta la noche que viene, mi faro de sobremesa.

 

Excelente narrativa para un trabajo de calidad. Muy entretenida la lectura. Un placer leer y dejar mis cordiales saludos.

Tres palabras quedaron sin acento y rompen la armonía de la prosa.