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El feliz ahorcado (obra finalizada)

Tema en 'Relatos extensos (novelas...)' comenzado por Évano, 6 de Mayo de 2013. Respuestas: 23 | Visitas: 2859

  1. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Estamos en un tiempo muy muy lejano, en el año 2.023. No, no se digan: "¡Pues eso no es tan lejano, está a la vuelta de la esquina!". No me vengan de listillos que en un mundo donde cada año los ordenadores, móviles de teléfono, televisores, tostadoras, vehículos eléctricos, extraterrestres y demás artilugios quedan atrasados en un año, diez años es una barbaridad. Pues eso, que estamos en un tiempo donde todo es mucho más avanzado, donde el imperio alemán sigue expandiendo sus redes maquiavélicas: incluso a los que han muerto sin cotizar los años convenidos, según el nuevo estatuto de los trabajadores, se los revive en forma de zombi, hasta que coticen lo acordado. Nadie puede rechazar un trabajo y a los pobres se les capa genéticamente para que no tengan hijos (esto ya se hacía, aunque sin caparlos con la genética, sino con la economía y la psicología), pero bueno, la ciencia avanza (sobre todo para los ricos jajaja...). Perdonen las risas, pero me he propuesto —antes de morirme— de tomarme la vida más alegremente (me lo ha aconsejado mi psicólogo, que por esas casualidades que hay en la vida no es mi mujer jajaja).

    ¡Bueno, vale, seriedad! Comenzaremos la historia con una descripción de la escena a la que nos trasladaremos, de una manera lírica, luego ya iremos a menos jajaja...

    Ululaba el frío aire del amanecer entre los cipreses del cementerio. Los susurros y quejidos de los zombis castigados en el interior de sus nichos rompía el casi silencio del exterior del camposanto.

    Vicente se balanceaba gracias a la cuerda de la que colgaba su cuello, y a los picotazos de los cuervos que lo comían poco a poco. Una fila de hormigas, que habían logrado arribar a su interior a través del árbol del ahorcado, lo devoraban por dentro mientras entablaban luchas encarnizadas con cucarachas, abejas y demás bichos de rapiña. A pesar de ello, Vicente tarareaba una canción de su infancia: "A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga. Yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré...".

    —Pues a mí sí que me importa —dijo una voz que provenía más abajo de sus pies.

    —¿Y quién es usted, si se puede saber? ¡No lo veo bien! —preguntó un Vicente sorprendido, con la voz medio ronca por lo apretado de la soga y porque ya estaban un poco deterioradas las cuerdas vocales, la boca misma, los pulmones y todo el cuerpo en general; amén de que sus ropas estaban hechas unas trizas. No seguiremos describiéndolo para no asustar más al lector.

    —Soy periodista. Me han mandado a entrevistarle. Puede empezar cuando quiera.

    —Pues verá usted: fallecí hace poco jajaja..., cuando estaba sin trabajo. No sé a qué vino la exhumación de mi cadáver, eso averigüelo usted. El caso es que, una vez abierto el ataúd, aproveché para escapar, viviendo —si se podía llamar vivir a eso— escondido en polígonos industriales, entre vagabundos, cartones y mantas. De vez en cuando me divertía dando sustos de muerte a banqueros y ricos jajaja...; hasta que las autoridades se cabrearon, dándome caza. Como puede ver, no me han enterrado otra vez, sino que me han colgado a las puertas del camposanto; quizá sea para escarmiento de otros jajaja.... Lo malo son los pájaros, me van comiendo los jirones de carne que me cuelgan, y estos bichos... ¿Qué dice... que pronuncie mejor si quiero que mi historia se publique en el periódico? Es que no puedo hablar más claro, los cuervos me han comido un trozo de lengua jajaja...

    —Necesito que me amplíes la información. Nuestro periódico tenía pensado un gran reportaje sobre ti, así que poquito a poquito, despacito y con buena letra.

    —¿Para qué periódico me ha dicho que trabaja?

    —Para Elmundomentira. Para leerlo en Internet sólo hay que añadir ".culo".

    —Pues pregunte lo que quiera, pero antes... ¿por qué no me abandera con un trapo?, rojo si puede ser, a modo de espantapájaros, para que espante a estas malditas aves carroñeras, a las que vuelan, porque las de dos piernas no se espantan ya de nosotros jajaja...

    —¡Veo que sigues conservando el buen humor!

    —¿Qué quiere?, ¡ya estoy muerto! ¿Qué me pueden hacer más?: ¿cortarme en trocitos?, ¿quemarme? jajaja...Es lo que deseo, así podría descansar en paz.

    —Sabes que no dejarán que eso pase hasta que pagues tus deudas con la sociedad. Tengo entendido que cobraste casi diez años de la seguridad social, rechazando algunos trabajos.

    —Eso es mentira, jamás me llamaron. ¿Me podría descolgar y nos sentamos en ese banco, bajo los cipreses? Hace un día de primavera precioso jajaja... y esta brisa fresca es maravillosa.

    —Sabes que no es posible, me arrestarían por ayudar a un insurrecto.

    —Es usted un cobarde, como la mayoría. ¿Quién nos va a ver? Si no me descuelga no hablo más.

    —Es que también me das un poco de asco, con esa mandíbula con tanto diente y muela medio a la vista y esa cuenca derecha sin ojo...; por no hablarle del cráneo. Se le ven los sesos y el cerebro... La verdad, no estaría muy cómodo contigo sentado al lado. Si te vieras en un espejo...

    —Pues entonces no hablo más, ¡hala, que le den por ahí, so meticuloso! Y usted se lo pierde, entre otras cosas, esto de no estar ni vivo ni muerto jajaja... tiene sus ventajas, ¿sabe? ¡Puedo ver al que está a punto de morir... de suicidarse, a los otros no, se ve que eso serán casualidades, combinaciones de la vida o tejemanejes de los maquiavélicos.

    —¿Ah sí, eso es cierto? Dame una prueba y te bajo de ahí, pero si nos ve alguien no digas que he sido yo.

    —De acuerdo. ¿Tiene alguna radio por...? Bien. Si sintoniza una frecuencia de la ciudad, de aquí a poco dirán que un hombre gordo y alto se ha tirado de un dúplex del centro jajaja...

    ......................................................................*******

    —Se te olvidó decir que también era calvo.

    —¿Y qué importancia le da usted a que un hombre sea calvo? A mí me caen bien los calvos jajaja... ¿A usted no?

    —No, mi mujer me la pegó con un maldito calvo.

    —Jajaja... Me alegro, los calvos son sexualmente potentes jajaja..

    —Si continúas en ese plan te dejo ahí arriba y te echo miel para que acudan más moscas, abejas, hormigas y todos los bichos de los alrededores, más de los que ya tienes.

    —Está bien... No se enfade. ¡Venga, bájeme de aquí y prosigamos la entrevista enfrente de aquellos nichos.
    .....................................................................********
    —¿Cómo fue tu muerte? Me dijiste que lo averiguara, pero mejor que me lo cuentes, así acabo antes.


    —Como ya le dije, estaba sin trabajo, casi diez años. Esa es la verdad. ¡Bueno!, de vez en cuando hacia unas horas de camarero o cualquier cosa que saliera, pero casi nada, y sin cotizar a la seguridad social. Estaba prácticamente parado todo el santo año. Pero he aquí que el cabronazo de un amigo me dijo jajaja... que si lo sustituía una semana. Limpiaba cristales en los rascacielos de Barcelona, esos al lado del puerto, el del hotel y la compañía de seguros esa. Los otros no me acuerdo. Es normal, como ve me sale un poco de encéfalo por aquí, ¡mire! jajaja...

    —Ves al grano, no podemos estar aquí todo el mes...

    —No me sea borde que yo tengo todo el tiempo del mundo, del otro mundo claro, el de los casi muertos jajaja...

    —De acuerrrrdoooo, pero no te detengas en tantos detalles.

    —¿Por dónde iba...? ¡Ah ya! Estaba limpiando las cristaleras de los áticos del hotel Soloparicachones . Me sujetaba con unas cuerdas y ese enganche... ¿Cómo los llaman...? Arneses creo que los llaman, arneses sí, arneses jajaja... Y bueno, había una reunión de gente poderosa, lo sé porque estaban todos trajeados, marcas caras, ya sabe, con carpetas y plumas de oro, grandes buches, corbatas fantásticas... En fin, que me llamó la atención y me escondí tras una pequeña columna de hierro para enterarme de lo que hablaban. ¿Sabe, si lo ha visto, que el hotel ese parece una jaula con tantas rejas envolviéndolo?

    —Sí, sí, sí lo he visto, pero prosigue...

    —Que sepa que ha dicho tres veces sí, como si estuviera muy nervioso. ¿Por dónde iba...? Estaba escondido... sí... ¡ya me acuerdo! Pero ahora que caigo... Bueno, también caí entonces jajaja... del hotel ese jajaja... Pero me refería que ahora que caigo... ¿no le interesaría más preguntarme qué es la muerte, qué se siente, qué es lo que ocurre cuando perdemos la vida?

    —Luego. Primero el deber, luego la curiosidad y el placer.

    —¡Está bien! Está usted robotizado, como la mayoría jajaja... ¿Por dónde iba...? ¡Esta cabeza mía...! ¡Ah sí! Bueno, esos todopoderosos millonarios, porque a todas luces se intuía que eran de la cima de la pirámide, esa desde dónde se divisa a los aplastados, donde se percibe el peso que los pobres soportan...

    —¡Lo que faltaba! ¿Te vas a poner lírico?

    —Es que yo era aficionado a la poesía y a la narración, y no lo hacía mal del todo, ¿Sabusted?

    —Pues repites muchas palabras y algunas mal dichas, como ese sabusted que acabas de decir.

    —¿Qué quiere? Póngase en mi lugar, aquí medio comido y descarnado jajaja... ¡Las hormigas, ¿sabe...? jajaja... las cosquillas jajaja..., sabe!

    —¡Bueno, bueno, te comprendo, pero continúa, por el amor de Dios! Y cámbiame el sitio. El viento viene en tu dirección y no quieras saber cómo apestas.

    —¡Vale, venga, póngase aquí!, y cuidado con esas cucarachas jajaja...

    —¡Es igual, te escucharé de pie! Colócate lo ancho que quieras en el banco, total, la vista de los nichos no es muy atractiva.

    —Como quiera. Como le iba diciendo... esos todopoderosos, entre los que reconocí a algunos, como la alemana esa, el Rajao nuestro y el gordo ese calvo que se acaba de suicidar, hablaban de un plan, de cómo reorganizar la sociedad jajaja... De cómo hacer que los españoles se dejasen de sol y playa y trabajaran como chinos. ¿O cochinos? jajaja...

    —No le encuentro la gracia.

    —Usted no se reiría ni en el circo jajaja... Bueno, el caso es que la reunión terminó y se quedaron solos los alemanes, la Merkao y tres más de los suyos. Hablaban muy cerca de dónde yo estaba, pero por dentro del rascacielos. Imagínese que lo hubieran echo por fuera, ahí todos colgados de cuerdas junto a mí jajaja... ¡Se hubiesen dado cuenta! jajaja... ¡Vale... ya sigo! Les decía la Merkao esa que la primera piedra ya estaba puesta, la base de su expansión imperialista, que una vez controlada económicamente España, y políticamente, así como el resto de países mediterráneos, lo demás sería coser y comer.

    —Se dice coser y cantar, no comer y coser. ¡Menudo af8icionado a la literatura!

    —¡Qué tiquismiquis es usted, se fija en tonterías! jajaja... ¿Y por qué a puesto el 8 en aficionados?

    —Ha sido sin querer. Prosigue, haz el favor.

    —No crea, el 8 es símbolo de infinito, de incerteza, de... ¡Está usted más sordo que yo! Creo que le está sonando el móvil.

    —Sí, es cierto. ¡Me estás volviendo loco! Espera, que atiendo la llamada, luego proseguimos. ¿Dígame? Alfredo al habla, para servirle a usted y a Dios...

    —¡Mire que llega a ser pelotas! A mí me habla de tú y al que le llama, que ni siquiera sabe quién es, ya le habla de usted...

    —¡Shshsh... Calla! Sí... ¿Cómo, que se ha suicidado el jefe? ¿Que se ha tirado desde su dúplex del centro? De acuerdo, acudiré pasado mañana al trabajo si han dado dos días de luto.

    —¡Vaya, el gordo era su jefe; qué casualidades tiene la vida jajaja...!

    —¿Por qué no me dijiste que era mi jefe?

    —¡Y yo qué sabía...! ¡Bueno... sí, sí lo sabía! ¡Pero no ponga esa cara, hombre! ¿Hubiera cambiado algo si se lo hubiera dicho? También estaba allí, en la reunión del ático del hotel.

    —Me estás tomando el pelo y cabreándome. ¿A que te cuelgo otra vez?

    —¿Por qué me lo pregunta? Si me lo pregunta le diría que no, que por favor no me cuelgue otra vez jajaja... ¡Vale, vale , vale... No se cabree! Acabo la historia... Después de escuchar los planes imperialistas de los alemanes alcé la cabeza al cielo, como señal que me había conmocionado tal noticia... Como preguntando a Dios por qué deja que a semejante calaña les salgan tan bien los planes. Y entonces vi a un señor de grandes gafas oscuras, bigote y amplia sonrisa cortar las cuerdas que me sujetaban, hasta ver desaparecer ese rostro cabrón mientras caía de más de cincuenta pisos de altura. ¿Sabe quién era ese señor tan cabrón, el que cortó las cuerdas para que me partiera la crisma? jajaja...

    —¡Cómo demonios voy a saber yo quién era ese!

    —Si hubiera estado atento a mis palabras debería haberlo averiguado. ¿sabe?

    —¡Pues perdona, se me pasó! Y deja de decir sabe a todas horas, que me se está pegando...

    —Se me, se me está pegando, la semana antes del mes, ¿sabe? ¡Huy, perdón! Como le iba diciendo... No era ningún alemán el que cortó las cuerdas que me sujetaban para que me partiese la crisma, no señor, no era ningún alemán, ni ningún otro de esa reunión de malvados, ¡no señor! Ese cabronazo era mi amigo, el que me dijo si lo podía sustituir una semana. ¿Y sabe para qué? ¡Sí señor, lo acertó! Para estar libre como los pajaritos, como estos cuervos que me siguen y me comen, para poder tirarse a gusto a la puta de mi mujer jajaja... Creo que ahora no debería haberme reído... ¿Qué por qué quedé en no tan mal estado dado el cacho porrazo que me di? Los toldos de la cafetería de abajo me pararon un poco, pero ni así me salvé; el tortazo fue de aúpa jajaja... Todavía se me eriza la piel cuando lo recuerdo. ¡Mire, mire el bello! jajaja...

    —¡Qué bello, si te salen los huesos del brazo...! Tengo hambre y sed. He de ir a la ciudad y a la tarde proseguimos la entrevista. Tendré que colgarte otra vez a la entrada del cementerio, donde estabas. No me fío de ti; seguro que te largas otra vez con los vagabundos a los polígonos.

    —¡Venga, no sea así! Quiero que cuente mi historia, es muy interesante. Le prometo que no escaparé jajaja...

    —¿Crees que me puedo fiar de la palabra de un medio muerto, o de un medio vivo?

    —¡Pues claro! Y más si le digo que por ahí viene su antiguo jefe, el gordo calvo que acaba de suicidarse, el que se follaba a su mujer jajaja ¡Huy, perdón...! Usted no lo puede ver, porque viene sin cuerpo, ya sabe, con su ánima sólo, o su alma, o su espíritu, como usted quiera llamarlo.

    —Me parece que cada vez eres más mentiroso. No me extraña que...

    —Se lo probaré. Dígame que le pregunte algo, verá como no miento jajaja...

    —De acuerdo, pero como te rías te descuartizo y le echo tus restos a las ratas. Pregúntale dónde hizo por primera vez el amor con mi mujer, y dónde tenía una peca y cómo era... ¿Y por qué tuvo que ser tan hijo puta y elegir precisamente a mi mujer? Y dile que ahora comprendo por qué me mandaba lejos una semana o más a investigar con los gastos pagados y que como se materialice ante mí lo vuelvo a...

    —¡Vale, vale, vale... Sooooo! ¡Joder, a cogido carrerilla! jajaja... ¡A usted también le pusieron los cuernos jajaja...¡Huyyy... Perdón otra vez!; no me reía por lo de su mujer, sino por cómo se ha puesto usted... ¡Y no me diga tantas cosas de golpe que no estoy yo para tanta memoria! ¡Bien!, espere a ver qué me contesta y se dará cuenta que no miento, que es cierto que viene para aquí. Está entrando por la puerta del cementerio. Viene por las tumbas aquellas, ¿ve?, la de las grandes cruces y lápidas de mármol, la que tienen los panteones detrás... ¡Claro, se me olvidaba, usted no puede verle! Viene peor que yo jajaja... ¡Menudo tortazo ha tenido que darse jajaja...!

    —¿Es que el alma, o lo que sea, se mantiene como ha quedado tras su muerte? ¿Y si te ha atropellado un tren?

    —¡Pues se ve que sí!, porque su jefe viene hecho una mierda jajaja... He de decirle, también, que es el primer espíritu, o lo que sea eso, que veo, pues a ninguno se le ocurre venir al cementerio na más morirse jajaja...

    —¡Bueno, déjate de tonterías y pregúntale lo que te he dicho!

    —¡Vale! estese calladito y serio, no vaya a llorar, o hacer cosas raras, porque él a usted sí que lo ve. Después lo cuento lo que me ha respondido.
    ....................................................................*******
    Una silueta de calva y panza gorda, aporreada y llena de concavidades, roturas y deshilachada, más bien oscura que celestial, arribó hasta el banco donde Vicente estaba sentado y entretenido en arrojar al suelo las cucarachas, las hormigas y los gusanos de su cuerpo para aplastarlas con lo que quedaba de sus zapatos y sus pies.


    La luz del mediodía impactaba con fuerza en el cementerio mientras la cálida brisa no lograba calentar los restos de carnes y huesos de un Vicente que ahora disimulaba no haber visto a la gruesa forma apenada que se le acercaba.

    —¡Buenos días, señor zombi! —preguntó Evaristo, que así se llamaba el jefe suicidado del reportero Alfredo.

    —Buenas casi tardes, señor espíritu. ¿Qué hace por aquí? —Intentó disimular Vicente.

    —Pues que me acabo de morir y ando perdido. Esto de la muerte no es lo que yo esperaba. No ha habido ningún túnel, ni luz, ni sombras, ni ángeles, ni demonios... O sea, ¡una mierda, vamos!

    —¡Se habrá usted suicidado! Dicen que esos lo tienen mal jajaja...

    —Bien lo sabe usted que me he matao, no disimule, que ya sabía yo que los zombis nos conocen bien.

    —Tiene razón, perdone jajaja...

    —No le diga a ese periodista que estoy aquí, se alegraría el muy cornudo.

    —¡Hombre, es normal que se alegre! ¿No? después de todo usted se tiraba a su mujer jajaja...

    —¡Como os estéis riendo de mí os...! —se metió en medio un Alfredo mosqueado y de brazo amenazante a Vicente y a un espacio vacío.

    —¡Ah, ya sabe que estoy aquí ese cornudo! Pero no me ve. ¡Es igual, que le den, no puede hacerme nada!

    —Yo marcho a comer algo. Ya me contarás lo que te ha dicho el golfo de mi jefe luego, y no te escapes o te arrepentirás.

    —De acuerdo, luego hablamos, vaya usted tranquilo que aquí lo espero jajaja...

    —Mejor que se haya ido el mequetrefe ese de Alfredo.¿Puedo sentarme a su lado?

    —Si no le dan miedo los bichos jajaja...

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    #1
    Última modificación: 16 de Diciembre de 2014
  2. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    El ánima en pena de Evaristo y el cuerpo destrozado de Vicente permanecían sentados y casi inmóviles en el banco del cementerio que estaba en frente de los nichos de los zombis castigados. Los dejaban allí un tiempo para que temieran volver a tan maléfico lugar. De esta manera, cuando los incorporaban a alguna fábrica de las multinacionales reinantes, eran los más productivos y los más sumisos.

    Los gritos sordos de estos no muertos y no vivos se esparcían en susurros leves hasta las orejas de los tranquilos moradores del cementerio. Evaristo, recién en estos quehaceres, mostraba muecas de espanto en su rostro ensombrecido.

    Vicente no actuó según lo esperado, sino que al ser excarcelado de su castigo, en vez de incorporarse al trabajo como un corderito pavoroso, se escapó de las fauces de los lobos y logró llegar a un polígono industrial donde, por las noches, se reunían los mendigos, insurrectos y antisistemas. No es que él fuera uno de ellos, más bien se vio obligado, al no tener otro lugar donde acudir. Tuvo la mala suerte de que al poco ya era uno de los cabecillas, sin quererlo ni beberlo.

    Vio a su ex mujer cómo caminaba hacia un supermercado situado cerca de donde habitaba y quiso matarla, pero no por maldad, sino por amor. De esa manera sería como él, una zombi, y podrían volver a convivir juntos.

    La esperó en una esquina con un hierro en alto. Al cruzarla ella le daría un cachiporrazo de órdago en la cabeza y todo arreglado.

    Pero la vida tiene estas cosas, que no fue ella la que pasó, sino un comisario de la policía. Y de ahí que las autoridades lo ensalzaran hasta lo alto de la pirámide de los revolucionarios.

    Después fue apresado y ahorcado a las puertas del camposanto, como ejemplo.

    Esto fue lo que le contaría más tarde al periodista Alfredo, el cual, a estas horas, disfrutaba de un buen filete con patatas fritas, ensalada de la casa, pan y una excelente botella de vino tinto.




    ...................................................................................*******



    Evaristo permanecía callado, horrorizado por los gritos que surgían de los ataúdes. No podía disfrutar del aire de la tarde ni del calor. Al carecer de masa corpórea le habían sido vetados estos placeres. Sí se los imaginaba por el mecer de las hojas o el resplandor del sol en las piedras del suelo, o el volar de los pájaros; incluso por las cucarachas, hormigas y gusanos que aún rondaban el cuerpo de Vicente. En esos momentos hubiese preferido ser uno de ellos, algo que estuviese vivo de verdad.

    Pero se había suicidado y no le correspondía sentir la vida en pleno. Su frustración y la inseguridad del futuro y tiempo que permanecería como alma en pena lo sumergía en la mayor de las desesperaciones.

    —Le noto muy triste, don Evaristo jajaja...

    —¿Por qué me llama ahora de don, porque se fue Alfredo?

    —¡Qué cosas tiene, don Evaristo! jajaja... ¡No hombre, no! Sólo se me ocurrió... ya sabe... mi cabeza... ¡Mire, mire, está hecha un asco jajaja...!

    —¡Va, déjelo, qué más da! ¿Cómo puede saber que estoy triste si a penas soy una silueta oscura?

    —Porque eso se nota... no habla, la cabeza gacha y.... ¡Ahora que pienso!, a lo mejor está oscuro porque está triste... a lo mejor... si estuvieses alegre... jajaja...

    —¿Pero cómo quiere que esté alegre en semejantes circunstancias?

    —Es cierto, tiene razón. Cuando uno tiene razón la tiene, sin duda alguna. ¿Es por alguna mujer, por la de Alfredo...? Ha de reconocer que le jugó una mala pasada a su empleado... Alfredo me dijo que su esposa era muy guapa y que esa peca al lado de... era... ¡ya sabe... era...! jajaja...

    —¡Esa mujer ha sido mi perdición! Por eso estoy donde estoy ahora, aquí, sentado en un cementerio junto a un casi comido zombi. Y ahora... ¡qué digo yo...! ¿cómo se alimentan ustedes?

    —Pues comiendo carne y sangre, cuajada mejor, masticable jajaja... Y la carne, mejor podrida, que está más blanda jajaja... para los dientes... ¿sabe? Es que a veces, si no va uno con cuidado se le cae alguno de los pocos que quedan jajaja...

    —¿Por qué se ríe tanto? No sé yo si su estado general y su situación es para reírse tanto...

    —Las hormigas, las hormigas de dentro... Cosquillas, cosquillas jajaja...

    —¡Ah!, entiendo, ya me estaba usted cabreando... Supongo que yo no habré de comer ni beber.

    —En eso no puedo ayudarle jajaja... No tengo ni idea de espíritus o almas en pena jajaja... ¿Usted qué es, un espíritu o un alma en pena? jajaja...

    —¡Pues no lo sé! Nadie ha venido a recibirme ni encontré recepción ninguna. Supongo que seré un alma en pena... Lo digo por haberme suicidado por esa mujer tan...

    —¿La de la peca en...?

    —¡Pero qué manía le ha dado con la dichosa peca de las narices! Sí, tenía una peca en forma de puñal cerca de ahí... de su sexo... en el muslo derecho... apuntando a su... ya me entiende. Pero supongo que eso ya se lo habrá dicho Alfredo... ¿Es que le dan morbo esas cosas?

    —¡Pues claro, don Evaristo, figúrese, uno está a dos velas! Como aquel que dice... no se come uno ni una mosca jajaja... ¡Qué curioso!, mi mujer también tenía una peca en forma de puñal, pero en el muslo izquierdo, y también apuntaba a su cosa jajaja...

    —No se crea, no se crea... que hay vivos que catan menos mujeres que usted.

    —¡Pues lo tienen claro! jajaja... Yo lo único que pillo es alguna zombi... Bueno, de lejos, porque como te acerques te trituran los machotes jajaja... Y... si se puede saber, claro, ¿dónde hizo el amor por primera vez con ella? jajaja...

    —En mi despacho, vino ella a mi despacho y se me insinuó. No me resistí, no señor. Una mujer tan guapa... y uno siempre con la misma... ¿No va a comer nada hoy?

    —A usted no se le puede morder jajaja... ¡Mire, mire...! le paso la mano y le atraviesa jajaja... ¡Yo por lo menos tengo algo de carne y huesos! jajaja...

    —¡Quite, quite!, a ver si me va a llenar de bichos...

    —Jajaja...Por ahí vuelve su ex empleado. Parece que ha comido bien, según trae la sonrisa.

    —Entonces me voy a dar una vuelta por ahí, no tengo ganas de discusiones.

    —No hace falta, no hace falta, don Evaristo... Como él no le ve ni le oye, yo le diré que usted ya se ha ido y así se queda usted tranquilo aquí, en compañía, que es muy malo andar vagando en solitario, puede a uno pasarle algo jajaja...




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    #2
    Última modificación: 28 de Marzo de 2020
  3. Évano

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    La sonrisa que traía Alfredo no era tal sonrisa, sino mueca de enorme disgusto, de aquellas que quieren unir la comisura de los labios con las orejas, como si uno estuviese estreñido. Pero no era estreñimiento tampoco. En el restaurante donde había comido tan estupendamente le amargaron el postre y el café, y no fue otra que su ex mujer, la que, en postura harto cariñosa, disfrutaba de una compañía muy femenina. Él lo había intuido durante sus años de matrimonio, pero son de aquellas cosas que uno desestima por el ego varonil y machista. Todos se niegan a pensar que su esposa sea lesbiana, o tan sólo bisexual. Después de lo acontecido no cabía en él ni la menor de las dudas. Esas miradas lascivas, las manos acariciándose, la intimidad de las palabras a la oreja, ese morreo en la boca delante de los demás clientes, esos tocamientos debajo de la mesa, el tirar platos, cubiertos y vasos al suelo y querer hacer el amor allí mismo, en el restaurante, a la vista de todos y sin que les importara nada... Sí, las sospechas se habían confirmado, ya no tenía ni la más mínima esperanza de recobrar a su pareja, el único amor de su vida.

    A Vicente, que aunque aturdido y medio comidos los sesos todavía le giraban los sentidos de la observación, se le apagó la euforia de saludarlo alegremente. Conforme arribaban los pasos cansinos de Alfredo, la cabeza gacha y esa mueca de no haber cagado en semanas, bajaba la voz del tono y se encogía en sí mismo, no fuera a pagar los platos rotos él. Decidió estarse calladito y esperar a ver qué ocurría.

    Alfredo, sin hacer caso del hormigueo, gusaneo y cucaracheo que recorría el banco de madera del cementerio donde estaba Vicente y a este mismo, se sentó sin decir ni mu. Apoyó los codos en las rodillas y las palmas de las manos en su barbilla. Así permaneció durante más de media hora, sin inmutarse mientras los bichos accedían a los interiores de sus tejanos y camisa de cuadraditos rojos y blancos.

    Vicente, nervioso por tal silencio, mecía su pierna derecha, la que cabalgaba sobre la izquierda de arriba abajo, con más energía de lo necesario de la que poseía, por llevar varios días sin alimento ninguno. Tanta fuerza y empeño puso en el mecer que el pie salió por los aires, yendo a parar a la cabeza del meditativo Alfredo, el que no pudo oír las carcajadas del para él invisible don Evaristo.

    Temeroso de que Alfredo le diera una patada a su pie y lo mandara por lo menos a la porra, Vicente lo recogió rápido del suelo y, como no veía reacción ni cabreo ninguno de Alfredo, se dedicó a atárselo con jirones de su ropa raída.

    Como nadie rompía el silencio, don Evaristo azuzó a Vicente:

    —Pregúntele qué demonios le ha pasado, que por qué se encuentra así.

    —¡Ejem..! podría preguntarle, Alfredo, por qué se halla en semejante estado de desánimo jajaja... —preguntó mirando al cielo claro y mientras intentaba silbar, cosa que le era imposible al faltarle un trozo de lengua.

    —Mi ex, que me la pega ahora con otra mujer... ¡Se acabaron mis esperanzas! ¡Y yo que siempre pensé que tendríamos hijos y seríamos felices! Ahora mismo me cuelgo en la soga esa en la que estabas tú ahorcado.

    Ahora, A don Evaristo, se le había helado el rostro asombrado.¡Su amante lo dejó por una mujer, no podía ser, no, no podía ser!

    —¡Mirusted...!, Alfredo, que no veo yo que eso sea buena idea... acabará como don Evaristo jajaja... Ya sabe jajaja..., los suicidas son apátridas de cielos e infiernos... Y no querrá usted acabar así, en medio de ningún sitio para siempre...

    —¡A la mierda todo! ¡Ya no tengo fuerzas para continuar!

    —¡Espere, espere!, que creo que me he equivocado... Si lo hace acabará como yo jajaja... ¡Huy, perdón por las risas jajaja...! No me acordaba que usted tampoco ha cotizado lo suficiente, por lo que lo convertirán en zombi y, eso, francamente, no se lo deseo a nadie jajaja... ¡Huy, se me escapó, ya sabe, las hormigas jajaja...!

    —¡Las hormigas! Bien puede ser que lo hagas a cosa hecha; ya no me fío ni de muertos ni de vivos.

    Mientras mantenían esta conversación, don evaristo insistía que averiguase si sabía qué mujer era con la que le había engañado su ex amante. Vicente, a su vez, le hacía gestos como diciéndole que para qué quería conocerla, que qué más daba quien fuera.

    —¡Bueno!, Vicente, nos vemos pronto, pero ya en forma de zombi. Voy a ahorcarme.

    —¡No haga eso, hombre de Dios jajaja...!, que se pasa muy mal en la época de castigo en el nicho, y luego, trabajando como un esclavo sin sueldo, por no decirle si lo cuelgan como a mí de un árbol jajaja... para escarmiento, que usted tiene todos lo números jajaja... lo encuentro muy rebelde jajaja... Los domingos y los festivos viene mucha gente al cementerio y lo ven a uno ahí colgado, con la carne echa trizas, los huesos asomando y la ropa raída y pordiosera, oliendo peor que un difunto jajaja... y los niños apedreándote, que aunque no duelan las piedras si lo hace el orgullo jajaja... y esas miradas jajaja... como diciendo ¡mira, se creía el rey del mundo y míralo ahora jajaja...! Ya le digo, no lo haga... que irá para zombi.

    —¿Y por qué mi jefe, Evaristo, no ha ido para zombi?

    —¡Hombre, Alfredo, parece usted un ignorante de la vida! Don Evaristo jajaja... pertenecía a la cúpula de la sociedad y usted es un simple reportero jajaja...

    —Cuando tienes razón, tienes razón. ¡Qué asco de vida! ¿Y dónde está ahora el cabronazo de mi ex jefe?

    —Se fue a dar una vuelta jajaja... Ha dicho que ya volvería jajaja...




    Los gritos de desespero de los zombis encerrados en los ataúdes no cesaban. Alfredo, cabreado con sigo mismo y con todo en general, decidió hacer algo malo, algo que le pudiera restar un poco de la inmensa rabia que explotaba dentro de él. Se levantó enfurecido y con un pico que había en un rincón del cementerio abrió los más de doscientos nichos que encarcelaban a los zombis. A Vicente le pareció muy buena la idea, por lo que ayudó en lo que pudo. Evaristo permanecía atónito sin saber qué hacer o decir, que para el caso era lo mismo, pues de todas formas nadie reparaba en él.

    Arribaba el crepúsculo de la noche arrastrando una luna llena diabólica. Los zombis, después de haber aullado, saltado, brincado y abrazado a todos y cada uno de los liberados, llevados por la alegría de la libertad, obedecieron la voz rotunda de mando de Alfredo, el que, encaramado en lo alto de una estatua de ángel de mármol, les ordenaba que formaran filas militares.

    Los ni muertos ni vivos obedecieron como mejor supieron. El cementerio ahora parecía una base militar del ejército del infierno. Era una tropa desastrosa de traje y de zapatos, todo hay que decirlo; una tropa de carnes colgantes y huesos y muelas y dientes salientes, ojos enrojecidos (los que aún los conservaban) y un tiritar de cuerpos que daba más bien risa.

    —¡Esta noche seréis el ejército de la libertad! —gritaba a pulmón lleno un Alfredo desconocido—. Esta noche liberaremos a todos cuantos podamos. Id a lo cementerios de los pueblos y ciudades cercanos y liberad a todos los que podáis. Mañana, al alba, atacaremos sin piedad a todos los vivos...

    —Menos a él, que es el jefe —gritó todo lo que pudo Vicente.

    —Por supuesto, menos a mí. Id a las fábricas también y decidles a los zombis esclavos de allí lo que ocurre, que se unan a la causa. Entre todos conseguiremos triunfar. Quizás algunos de los vivales se afilien a nuestra causa. Creo que los mendigos, los artistas y gente de la cultura en general lo harán...

    —¿Harán qué, mi general? —preguntó una voz desde las últimas filas.

    —Unirse a nosotros, ¡so idiota!

    Murmuraba el camposanto entero. Eran susurros medio de cachondeo y de juerga, pues al fin y al cabo ninguno de los allí presentes sabía para qué iba a servir la revolución para ellos, ya que al no estar ni vivos ni muertos dudaban de que pudieran optar a algún tipo de cargo gubernamental. Pero como los planes de sus futuros eran inexistentes, se animaron a cooperar con todo el furor que les permitieran sus mermados miembros corporales.

    —Como a mí no son capaces de verme los vivos os ayudaré —bramaba don Evaristo desde las espaldas de Alfredo—. Haré de espías para vosotros, infiltrándome en las filas enemigas y reclutaré a todas las almas en pena que pueda. Entre todos seremos capaces de vencer.

    Aplaudieron algunos y abuchearon otros por eso de que el alma en pena no era uno de ellos, muerto sí, pero no uno de ellos.

    Alfredo, que no sabía por qué abucheaban unos y aplaudían otros, preguntó a Vicente que qué estaba ocurriendo. Este, aguantándose una oreja que se le caía, le dijo el por qué. Refunfuñando aceptó Alfredo. ¡Qué le importaba a él los bandos, enemigos o aliados ! Él lo que pretendía era que se formase el mayor caos posible y, si reventaba el mundo entero, mejor que mejor.

    Evaristo también se animó, no por causa ninguna, que lo suyo había sido por desamor, sino más bien por lo mismo que Alfredo: que estaba hasta los cojones de todo.

    La madrugada ocultaba las siluetas mortecinas que recorrían valles, montañas, carreteras, edificios, naves industriales y algún prostíbulo que otro. Mientras, la luna intentaba no brillar demasiado para no desvelar las posiciones de sus queridos difuntos andantes. El viento llevaba de un lugar a otro un pestazo que te cagas.

    Los cementerios eran invadidos sin oposición ninguna pues ningún vigilante había (así de confiados estaban los vivos). Igualmente eran informados los zombis de la fábricas, vagabundos (que no tenían nada que perder) y la gente de la cultura, que por aquello de lo neomoderno y la novedad, se unió en su mayoría.

    Se oían poesías cantadas al aire de cualquier poeta de turno, odas oradas desde los tejados y desde cualquier altura o púlpito que sobresaliera. Los gatos nocturnos maullaban en señal de aprobación a tan fantástica actividad nocturna. Los perros, más leales estos siempre, ladraban en señal de advertencia a sus amos. Las gallinas y los gallos iban a lo suyo, si es que alguna vez han sabido qué es lo suyo.

    Muchos de los zombis, borrachos perdidos, manoseaban a las prostitutas y bailaban al son de las máquinas de música. A más de uno se le quedó metido en el monedero algún que otro dedo. Otros intentaban subir a las habitaciones con las prostitutas, pero sin dinero, ni hablar del peluquín. Por este motivo hubo unas trifulcas de aúpa, más aún que por la revolución en sí.

    Ya antes del alba recorrían infinidades de fuegos y explosiones los cuatro horizontes. La rebelión, con esto de Internet, Youtube, Feceebok, Señales de Humo y demás modernidades, se extendió a la totalidad del planeta.

    Los cabezas de la revolución, es decir: Alfredo, don Evaristo y Vicente, se habían quedado en el cementerio, por aquello de ves tú que a mí me da risa y, también un poquito, por lo depresivo que le pone a uno el desamor. La excusa de Vicente es que luego iría a ver cómo iban las cosas. A pesar de ello divisaban desde el camposanto las luces de los incendios lejanos y la inmensa humareda que se mezclaba con el crepúsculo del alba entrante.

    Había un cacao en toda la Tierra tremendo. Los vivos, atacados por sorpresa, no reaccionaban. Los ni vivos ni muertos, que atacaban por atacar y sin orden ni cabeza ninguna, continuaban a lo suyo, a destruir lo que se les ponía por delante y comerse a bocado limpio a todos los que pillaban. Los almas en pena cada uno había elegido un bando y, como poco podían hacer por no poder tocar nada ni ser tocados por nada, animaban como si fanáticos del fútbol fueran.

    Mal pintaba la cosa para todos: para vivos, zombis, almas en pena, gatos, perros, gallos, gallinas, hormigas, cucarachas, cuervos, abejas, patos.... O sea, para todos, menos para los peces y esos del mar que por ahora se salvaban del jaleo.






    .......................................................................*******








    Viendo una nave de avanzadilla extraterrestre la que se estaba formando en La Tierra, y temiendo que acabara la vida entera en este planeta, avisaron a su base:

    —Aquí escuadrilla de vigilancia de la Tierra llamando a base, hip, llamamos porque aquí se está liando una gorda, hip.

    —Aquí base. ¿Podría explicarse un poquito mejor, capitán Hip? ¿Qué manera de hablar es esa? Se supone que es uno de nuestros mejores espías, con años de experiencia y estudios, entre ellos verbales.

    —¿Qué quiere que le diga? Llevamos años observando este planeta... hip... dichoso y eso vuelve loco a cualquiera. ¡Tendría que haber estado usted aquí, colega... hip...!

    —¡Hable entonces como le dé la gana! Informe.

    —Pues eso, que unos mataos se han cansao hip... de currar para los vivales y se ha liao la de San Quintín, como dicen hip... por esto lares.

    —¿Quién es San Quintín, capitán Hip?

    —¡Y yo qué sé quién hip... es San Quintín!

    —¿Entonces por que lo ha dicho?

    —No estáis al loro cole hip... ga. Está bien... Que hay una guerra de la hostia bendita y este planeta se va a ir a la porra hip... ¿Qué hacemos? hip...

    —¿Qué es una hostia bendita, capitán Hip?

    —Mu gorda, que hay una guerra mu hip... gorda, ¡joder!

    —De acuerdo, recibida información. Sigan vigilando mientras pensamos en la actuación más apropiada.

    —Enteraos, estamos con la oreja pegada hip...

    —¿Dónde tienen la oreja pegada? ¿Es eso un problema grave para ustedes?

    —¡Na!, déjelo estar. Hasta hip... luego Lucas.

    —Hasta luego entonces, capitán Hip hip... me lo ha pegao hip...




    Continuará abajo...
     
    #3
    Última modificación: 28 de Marzo de 2020
  4. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    El capitán Hip miraba las pantallas de vigilancia de la Tierra desde su cómoda nave espacial, situada más allá de la estratosfera esa.

    La sala de espías, rodeada de ojos de buey que dejaban penetrar toda la oscuridad y soledad del universo, tenía un tufillo rancio, de sudor pesado, entre otras causas porque los alienígenas no eran propensos a ducharse, ya sea por escasez de agua o marranería en general.

    Eran tres varones y una hembra y más o menos parecidos a los humanos. Es decir, nada de duendecillos verdes con antenas y todo eso. Se asemejaban a los hombres de Colón cuando descubrieron América (aunque algunos dicen que ya estaba descubierta, que había gente allí desde hacía la hostia de tiempo). O sea, que eran bajitos, regordetes y medio calvos, con las mejillas siempre rojizas por aquello del vino y el ron.

    El capitán Hip no salía de su asombro ante tanta violencia gratuita, y eso que ya llevaba la porra de tiempo vigilando a estos energúmenos. Ordenó que acudieran sus compañeros a la sala, para que vieran ellos mismos el cacho follón que había allí abajo, en la corteza terrestre.

    Los cuatro tripulantes, con los ojos abiertos como platos de porcelana China, no daban crédito a lo que veían. Aunque uno de ellos estaba más interesado en meterle mano a su compañera, que no estaba él para desgracias, que en la primavera ya se sabe...

    Absortos murmuraban las atrocidades con exclamaciones propias de los espectadores de los circos romanos.

    En una pantalla ovalada de cristal (diríase más antigua que las nuestras) un grupo de zombis se comían a unas rubias de aquí te espero (en la cama, se supone que debe esperarlas uno). Seis o siete por cada moza, menos alguna que tenía un gordo comiéndosela a ella sola (su carne, claro está). Otros pasaban de la alimentación y se dedicaban a la inútil procreación. Después de todo eran unas imágenes bonitas, con ese sol y las olas rompiendo en la arena con el fondo de la brisa en las velas de los barcos.

    Otra pantalla reproducía las calles de las ciudades, atestadas de zombis corriendo como locos por todos lados tras las víctimas que gritaban horrorizadas entre infinidad de aviones que arrojaban bombas al azar, pues qué más daba ya matar a to Dios. Los tanques, ante los agujeros que los aviones de guerra proferían por todas partes, empezaban a no ser necesarios, y nunca lo fueron, porque a ver quién fue el lumbreras que tuvo la idea de matar zombis a cañonazos.

    Otros monitores espías reproducían varios desiertos del planeta por donde deambulaban algunos ni vivos ni muertos perdidos, o engañados por algún gracioso, que también los había entre ellos, como se le oía decir a uno: "Esto ha sido el guasón ese al que preguntamos en aquella esquina de la mezquita. Aquí no hay na, na más que un calor que asfixia, ¡hasta los bichos se escapan de nuestros cuerpos."

    Los esquimales, de momento, estaban más tranquilos, porque a ver quién es el guapo que tira para allí arriba con el fresco que hace, y total, para cuatro que debe haber ya los pillaremos. Era la excusa del que no quería ir, que eran todos.

    Con este panorama en las televisiones espías, el capitán Hip dijo:

    —Si no ocurre un hip... milagro, o nos mandan pronto órdenes de actuar hip... o este planeta se queda más tieso hip... que un ajo. ¡Hay que ver hip... cómo son esta gente! hip...

    Ante tan rotunda verborrea no hubo nada más que decir y siguieron observando mientras esperaban las órdenes de la base, sita allí, un poco más lejos de una porra interestelar.




    ..........................................................................******





    —Aquí base llamando a capitán Hip.

    —Aquí yo, hip... al mando del loro hip... ¡Qué pasa Lucas!, ¿hacemos algo o pasamos de to hip...?

    —¡Hay que ver lo que ha cambiado usted! No me llamo Lucas, y no sé del loro que me está hablando.

    —¡Hey, colega! hip..., como se alargue mucho me parece que poco vamos a poder hacer hip... Esto está que arde hip...

    —De acuerdo, vamos a ello. ¿Quién va ganando, o quién lleva más muertos?

    —¡A saber hip quién lleva más muertos1 Unos ya estaban muertos hip... por lo que no sabemos hip... cómo contarlos hip... y los que estaban vivos hip... pasan al otro bando hip..., por lo que suponemos que serán los zombis los que ganan hip... Pero no están muertos tampoco hip...

    —No sé, no sé capitán Hip lo que me está contando. No hay quién lo entienda. ¿Puede explicarse un poco mejor?

    —¡Pues no hip... señor! Esto, como bien dice col hip... ga, no hay quién lo entienda.

    —Está bien. Van a hacer lo siguiente. Aniquilen a la humanidad entera, a vivos, muertos, espíritus, almas en pena y todas sus derivaciones. Será la única manera de salvaguardar a las demás especies. Pero no queremos que desaparezca la totalidad de hombres y mujeres. Que quede alguno, pocos, muy pocos, para que no desaparezcan.

    —¿Pos cuantos guardamos hip...? No es tan fácil hip... Según cómo, si elegimos a lesbianas o homosexuales, la cagamos hip...

    —¡Joerrrrr!

    —¡Ya le digo hip..., este planeta es mu raro hip...

    —Es igual. Salven a cuatro, dos machos y dos hembras, y que sea lo que la suerte quiera.

    —¿Y los hip... zombis, qué hacemos hip...?

    —Pues deje alguno para que se coma a los otros cuatro. ¿Qué le parece la idea, capitán Hip?

    —Vale hip... Ya le he captao hip... No hace falta que me vacile hip...





    Continuará abajo...
     
    #4
    Última modificación: 28 de Marzo de 2020
  5. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Don Evaristo —esa alma en pena que no había logrado reclutar a nadie y a la que nadie hacía caso— paseaba su silueta por los rincones del cementerio. Nosotros sabemos que llevaba las manos atrás y caminaba un poco inclinado, escrutando detalles estúpidos y sin importancia, como flores marchitas o de papel, o esas letras de lápidas ininteligibles o desconchadas, pero otros no lo sabrían. Andaba tan ensimismado en sus tonterías que se le había olvidado hasta el inmenso follón que recorría la Tierra, y hasta la presencia de su ex empleado Alfredo y ese señor zombi tan risueño.

    El ni vivo ni muerto risueño y Alfredo, después de haber dado un paseíto para desentumecer las piernas, se encontraban nuevamente sentados en el banco que había frente a los nichos de castigo de los zombis, ahora abiertos y con la lápidas rotas y esparcidas por el suelo. El viento revoloteaba el polvo del yeso, las hojas, el humo que llegaba de las poblaciones arrasadas y el de los puros que se estaban fumando ellos. Era curiosa la estampa de Vicente, de la que se escapaba el humo por todas las partes del cuerpo, por lo que se reía abiertamente Alfredo. Se ve que, ante la idea de que su mundo y el mundo en general se había ido a la mierda, disfrutaba de estos momentos.

    Y en eso estaban los tres del cementerio cuando una nave enorme, de millones de lucecitas de colores y sonidos de atracción de feria, aterrizó a las afueras del camposanto. Iban a ir a ver qué o quienes eran, pero primero terminarían el puro, que era cubano, de los caros, y había que aprovecharlo al máximo.

    Como estos puros cubanos ya se sabe que te pueden retener dos horas chupando que te chupa, no hizo falta que fueran de momento a ningún lado, porque ya entraban por las puertas del cementerio un señor y una señora bajitos con pintas y cuerpos de hace quinientos años y la silueta de una mujer que empezó a poner nervioso a Vicente, hasta tal punto que, al acercarse más, se cayó de espaldas del banco donde estaba mal sentado, partiéndose la cabeza literalmente, la que rodó a unos dos metros del cuerpo. A cuatro patas el cuerpo tanteaba el terreno en busca de su cabeza, sobre todo por recuperar el ojo que quedaba y que tanta falta hacía para ver.

    Cuando por fin volvió a colocar la cabeza sobre los hombros observó que Los tres recién llegados hablaban con Alfredo.

    No se dio cuenta nadie que don Evaristo salía del cementerio con dirección a esa nave inmensa que había aterrizado fuera.

    Vicente se acercó a la reunión.

    —¡Ah, cacho golfa jajaja...! Te va a llegar tu turno jajaja... ¡Mira que engañarme con mi mejor amigo jajaja...

    —¿Por qué te ríes tanto, te hace gracia que te engañara con él?

    —No jajaja... no me hace ninguna gracia jajaja... Las hormigas jajaja...

    —¡Bueno hip... ya está bien de chorradas y celos de esos! hip... No te das cuanta colega de que estás más estropeado que el sillín de una motocicleta hip... aparcada en un barrio hip...

    —¡Vaya hombre! jajaja... ¿Quién es el del hipo? jajaja... ¿Tu nuevo amante, cacho golfa? jajaja ¡Que eres más puta que las gallinas! jajaja...

    —No, no es mi amante. De momento... sólo pretendiente... Me estaba proponiendo algo... Pero no sé, este Alfredo parece... ¡Cómo diría yo...! ¿Interesante...?

    —¡Pos a ver si va a ser verdad hip... lo que dice el zombi este de las hip... narices! Acabo de proponerte relaciones y ya me andas coqueteando con hip... otro hip...

    —A Alfredo lo dejas en paz, so golfa jajaja, que acaba de descubrir que su mujer le engañaba con otra jajaja... sólo le faltabas tú jajaja... ¿Verdad Alfredo? ¡Alfredo!

    Pero Alfredo se había quedado como atontado, ensimismado, no por el pedazo de puro que se acababa de fumar, que también pudiera ser, fue más porque descubrió que esa mujer, la esposa del zombi Vicente, era la que estaba con su ex mujer en el restaurante. Y se ve que los alienígenas no se enteraban de nada porque seguían hablando y hablando mientras los terrícolas no les hacían ni puto caso, sino que se miraban entre ellos con muy mala cara, aunque en el caso de Vicente era normal que tuviera mala cara.

    —¿Entonces estamos hip... todos de acuerdo? hip...

    —Yo no he oído mucho —gritó Alfredo, el que parecía haber resurgido del letargo—, pero yo con esa golfa, como dice aquí mi amigo, ni me emparejo ni hago de Adán que valga. Prefiero acabar como el resto del planeta.

    —¡Pos mejor! hip... Usted se aparea con mi compañera, aquí presente, y a la que parece usted haberle hip... gustado, y yo me voy con la hip... golfa... ¡Hala, todos a la nave que tengo que acabar con el resto de la humanidad! hip...

    —Jajaja... ¿Y yo qué, nadie me va a salvar? jajaja...

    —Pero se ha visto usted hip... ¿Para qué quiere salvarse? hip...

    —Creo que el alienígena tiene razón, Vicente, amigo mío. No quedará nada humano... ¿Para qué quiere continuar medio vivo medio muerto?

    —Mejor así, solo, con los gatos y los conejos, a los que adoro; en la montaña, con la naturaleza jajaja... Creo que es lo mejor que jamás me hubiera imaginado que me pasaría jajaja... y, sobretodo, lejos, lejísimos de la golfa de mi mujer jajaja...

    —Podría hacer usted una excepción, capitán Hip. Vicente es un Zombi, pero buena persona. Lo deja luego por ahí, en otro continente, en el Himalaya por ejemplo, mientras usted está... digamos en las islas Canarias, y así ni se tendría que preocupar de él para nada —dijo Alfredo, al que le había cogido cariño el zombi y este al él.

    —Eso, eso, mi querido capitalinito, déjalo más tiempo sobre esta tierra, para que recapacite y piense en los errores cometidos. Yo te lo sabré agradecer mi pichoncito botijero.... —mientras le decía esto la mujer de Vicente (y amante de la mujer de Alfredo y amante de la amante de don Evaristo) al alienígena, a su vez lo acariciaba con lujuria, cosa que el capitán Hip agradecía.

    —¡Está bien hip..., todos a la nave hip.... Venga, que ya me estoy cansando! hip...

    —Creo que contra más nervioso está jajaja..., señor capitán Hip jajaja..., más hip dice jajaja...

    —O se calla hip..., o no sube a la nave y lo liquido hip... como al resto hip...

    —¡Vale, vale, ya me callo! jajaja... Sólo diré una cosa más: que me alegro, porque esta golfa ya no va a poder ponerle los cuernos a nadie más jajaja...

    —¿Tú crees, Vicente? Mira que quedarán animales y hay algunos que están para... —Esto lo iba a decir Alfredo, que lo había pensado, pero fue de la boca de su mujer de la que salió.

    —Lo que siento es que la entrevista para el periódico no va a ser posible, Vicente.

    —¡Qué más da! jajaja.. Mejor este final jajaja...

    El magnífico platillo volante ascendió a velocidad absurda y a velocidad absurda aniquiló a los humanos con sus variantes posibles de zombis, espíritus, almas en pena, querubines, dioses, semidioses, ninfas, cíclopes, leviatanes, demonios, diablillos, duendes, elfos, gnomos, etcétera, etcétera, etcétera...

    A Vicente lo dejó allí por la China y sus alrededores, junto a don Evaristo, que como ninguno lo veía, salvo Vicente, y este no quiso delatarlo, se fue con él a descubrir Asia. Ahora sí, ahora eran verdaderos descubridores, los primeros de verdad.

    El alienígena capitán Hip, que era extraterrestre pero no tonto, se fue a las Canarias, de momento, porque con su magnífico platillo volante podía ir de vacaciones cuándo y adónde le apeteciera o diera la real gana.

    Alfredo prefirió Europa y se dedicó al arte junto a su amada y fiel chaparrita alienígena, y a visitar museos como el Prado de Madrid y las cortes españolas: un vetusto edificio que sólo sirvió para figurantes de cuadros, toda su existencia, absolutamente toda. Como títeres de un circo manejado por los hilos del norte.

    Y esta es la historia que, al fin y al cabo, poniendo una metáfora por aquí y quitando una de por allá, no parece, ni mucho menos, descabellada.






    Fin de la obra. Gracias por leer.
     
    #5
    Última modificación: 28 de Marzo de 2020
  6. Wiccambar

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    ja ja ja ja....
    que locura,
    vaya imaginacion,
    me llevas y me traes...
    y tienes razon, no parece muy descabellada,
    casi que puede pasar en la vida , ja ja...
    saludos poeta...me he entretenido...
     
    #6
  7. Évano

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    Muchas gracias señora Neytiri, Wiccambar (dos nombres preciosos). Si he conseguido entretenerla y ha pasado un rato agradable, los tres días con sus más de diez horas que me ha costado crear el relato han valido muchísimo la pena, y con ello y por ello estoy contentísimo y me doy por satisfecho.

    Un fuerte abrazo amiga, y muchos saludos afectuosos.
     
    #7
    Última modificación: 9 de Mayo de 2013
  8. Wiccambar

    Wiccambar Poeta adicto al portal

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    mi estimado Evano, cuando paso por tus escritos,
    simplemente, me relajo, estiro la silla, busco una posicion comoda,
    y me dejo llevar por la literatura, por eso la disfruto calidamente...
    saludos muy afectuosos...
     
    #8
  9. Évano

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    Muchas gracias Wiccambar, es usted un cielito lindo.

    Un montón de saludos, amiga.
     
    #9
  10. marea nueva

    marea nueva Poeta veterano en el portal

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    ¡Por fin!! Bueno ahora si aparecerá mi comentario porque esta obra esta fi-na-li-za-da!! jajaja bueno querido Sr Evano que locuras y laberintos hay en tu cabecita , y si entre metáforas y no todo es poswible en este mundo raro, este el de verdad

    los rebeldes de ultratumba jajajaja Ese Vicente es un revoltoso hasta de zombi, shhh no digas que dije, jajaja

    Un abrazo de ultratumba, uno de vivos y otro pues ¿zombi?
     
    #10
  11. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    jajajajaja Ethel, ahora sí, ahora se puede leer esta locura de escrito fruto del lado derecho de la cabeza jajajajaaj (el de la imaginación y el que busca historias), sin la intervención de ese lado izquierdo del cerebro que es el que juzga y tiene los pies en la Tierra jajjajajaaj.

    Prefiero los abrazos de los vivos, porque los de los zombis deben ser un poco... no sé .... jajajjajajjajaja.
     
    #11
  12. Ro.Bass

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    Plass, plass, plasss!! Gran obra!! Entretenida, llena de imágenes y muy graciosa, no he parado de reír, ya hasta me revisaba de no tener hormigas como el Vicente jajajaja.

    Me gusta la forma en que hablas de muchas cosas reales, ciertas, disfrazadas de humor e imágenes.

    Por cierto, a América no la descubrieron ni la colonizaron, la saquearon a mano armada, extinguieron muchas razas de indios y mutilaron un paraíso a cambio de cadenas sociales y religiosas... Esa es nuestra versión de los hechos, por lo cual, no estamos seguros de agradecer jajajaja

    Muy buena obra, me encantó leerla!
     
    #12
  13. Évano

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    Muchísimas gracias, Ro Bassetti, por leer este largo relato, que a mí en particular me encanta y, porque no decirlo, me hace reír al releerlo y lo hizo al escribirlo. Aunque la calidad literaria no sea mucha me gusta. Reitero las gracias, pues es un incentivo para seguir creando y escribiendo. Un fuerte abrazo, y sí, ningún descubrimiento ha sido tal, ni positivo. El mundo ha sido piezas de dominó cayendo y siendo conquistadas con atrocidades.
     
    #13
  14. Aisha Baranowska

    Aisha Baranowska Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Muy buen texto. Me ha gustado y me he divertido mucho leyendo su obra. Saludos. :)
     
    #14
  15. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Muchísimas gracias, señora Aisha Baranowska, es usted un cielito lindo. Se la saluda, amiga.
     
    #15
  16. AntonioG

    AntonioG Poeta recién llegado

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    al fin he terminado de leerte, el genero en sí no es de mi preferencia pero siempre es bueno darse el tiempo de descubrir grandes relatos, sinceramente estoy impresionado.
     
    #16
  17. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Muchas gracias, señor Antonio, es usted muy amable. Le agradezco enormemente su paso por mis letras. Se le saluda afectuosamente.
     
    #17
  18. AntonioG

    AntonioG Poeta recién llegado

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    he leído el nuevo relato que estas escribiendo y es bueno, ojalá lo termines pronto. suerte.
     
    #18
  19. danie

    danie solo un pensamiento...

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    Bueno una narración extensa me canse… jajaja si yo al leerla me canse ni hablar de cuanto sudaste para terminarla, jajaja
    Parece una peli de ciencia ficción muertos vivientes, estados alemanes y tecnología prevaleciendo en el futuro, a mi no me gustaría vivir en un futuro así, ni en pedo, jajajaja
    Pero bueno me encanta lo fantástico y tu creatividad, notable imaginación y eso es de valorar y mas en un escrito tan extenso, en una narración larga uno puede perder un poco las ideas pero vos no las perdiste para nada es mas fuiste agregando cosas, y eso me gusto más
    El toque de humor inherente en tu obra le da puntos extras a un tema que cualquiera lo pudiese haber hecho íntegramente formal, y esta bien por tu parte para mantener al lector pegado a la silla y que no se aparte
    Creatividad, imaginación, humor, buena trama y carisma para no alejar al lector son buenos puntos para que te deje más que estrellas a tu obra
    Abrazos Señor Evano fue un placer y me parece que tu tenor fue el último que leo por hoy me agoto, pero como dije antes valió la pena

    Encima el sistema me saco por lo que tarde en comentar, jajaja
    Abrazos
     
    #19
  20. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Muchas gracias, señor Antonio G., ya terminé de escribirlo, aunque me falta corregirlo (darle el último vistazo, que haré cuando tenga tiempo). Se le saluda afectuosamente y se le promete leer el suyo cuando lo tenga terminado y yo tenga tiempo.
     
    #20
  21. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Muchas gracias, señor Danie, por usar su tiempo para leer mi alocado relato tan extenso, se le agradece. Y mucho me temo que ya vivamos en un mundo parecido jajajaja (aunque todavía no tan exagerado ni macabro, claro está jajajaja). Se le saluda afectuosamente.
     
    #21
  22. AntonioG

    AntonioG Poeta recién llegado

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    pues señor Evano, se va a tardar mucho en leer el mio por que es muy largo, y no se si sea de su agrado por que es un genero distinto, pero se le agradece, en todo caso, yo estoy leyendo las narraciones publicadas en partes.
     
    #22
  23. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    16 de Octubre de 2012
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    Me gusta leer relatos largos y de diferentes géneros, por lo que pasaré tranquilamente por su escrito. Hasta pronto, se le saluda.
     
    #23
  24. Évano

    Évano ¿Esperanza? Quizá si la buscas.

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    Subo el relato para tenerlo cerca, y adecentarlo, porque después del último "volcado" ha quedado con diferentes letras y tamaños.
     
    #24

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