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El fin de la Infancia

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Jorge Alexander Caicedo, 13 de Junio de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 546

  1. Jorge Alexander Caicedo

    Jorge Alexander Caicedo Poeta recién llegado

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    20 de Noviembre de 2010
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    Abrí de nuevo los ojos a los 38 años una tarde de lluvia donde la luna tímida caía como un racimo de luz, unas manos cansadas y el reflejo de un rostro desconocido, dibujado en la superficie de una fuente fueron mi compañía, el frio desgarrador de lo impersonal de una calle me estremece.


    Alrededor un murmullo ensordecedor de seres espectrales, me aterra los observo devorarse, cuidadosa y meticulosamente, desprendidos de cualquier gesto de compasión, son depredadores de dos patas con los ojos llenos de ambición, y hambre que trémula los vierte en el odio, no logro verme en ellos los esquivo, me alejo lentamente para no despertar sospechas.


    Más allá un Árbol a lo lejos me reclama su atención penden de el pequeñas criaturas que como frutos se balancean en viento, rasgan el cielo con sus pequeñas manos, se hacen cometas con forma de nube, me acerco sonrío, son solo unos niños, y recuerdo una sonrisa mas profunda, otro niño balanceando el viento, otro árbol apuntando a las nubes, un cascabel de hojas que bordaban versos mientras los días pasaban, y la música de una tarde violeta agitando el cielo, como las olas giraba en los ojos de aquel niño, ya no distingo su rostro pero se que era yo.


    Ahora es solo una sombra que se arrastra y en su descomposición se esconde melancolías, qué ha pasado todo este tiempo, dónde descansa mi pasión por la vida, aun siento en mi pecho un latir, un ave de fuego que abre sus alas en mí, pero ya no alza el vuelo, retrocedo y recuerdo, pienso, tal ves se quedo en mi precoz madures, en mi afán por desconocer las reglas, en el epitafio de algún dios al que nunca me acerque, alguna ciencia que interprete en una lógica que interpreto un mundo, que nunca existió.


    Me incomoda este hombre con su sonrisa vacía, con el dilatar de sus días en lo cotidiano, en su desinterés por la vida, en ese desmoronarse por dentro que es sobrevivir una vida, nunca los mismos hábitos harán de ti talguén diferente, pero lo que creíste fuerza y valor, te han llevado a ser un inconsciente.


    Hoy también cae la lluvia la luna araña el cielo con más fuerza, voy al mismo árbol, ya no están los niños, me acomodo en el árbol acurrucado con los brazos tendidos, apenas respiro. Abrí los ojos si, para saber que había muerto, que como un sonámbulo deambulaba por la vida, y que esa fuerza que una ves recorrió mis venas se vistió en tedio y mediocridad, así me despido de mi infancia, echo mis recuerdos a ahogar al agua, mientras la soledad humedece mi alma, y me pierdo en la saciedad de que no tengo esperanza.
     
    #1

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