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El guitarrista

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por delavega, 9 de Julio de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 474

  1. delavega

    delavega Poeta recién llegado

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    31 de Octubre de 2010
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    Cae el manto lúgubre sobre el cielo y apenas se asoman un par de puntos, algunos blancos otros verdes; multicolores quizás por fenómenos físicos que no recuerdo en este momento. No hay nubes que oculten el espectáculo, millones de estrellas aparecen de manera aleatoria y estimulan mi cabeza, quizás sea este el mejor momento para tocar la guitarra.
    -Dale con suavidad rubio, mira que ayer me tocaste como loco- susurró la guitarra. – Por poco se cortan mis cuerdas.
    Tranquila le digo a la guitarra, no me jodas y déjate llevar, mira que el estómago me tiene cabreado con sus alegatos, una semana y aun no puedo ir a la calle a mostrar mi talento.
    -¡Déjate de pavadas y vete a buscar algo para comer, muero de hambre pelotudo!- gritó el estómago.
    -Tranquilo hueón, cada vez siento los acordes más cerca- dijo Ernesto
    -¡No me importa, me cago en tu música!- reprochó con mayor fuerza -¡Dame agua para mantener al sistema hijo de puta tranquilo!-.
    -¡Ya va!- se paró diciendo Ernesto.
    Y que le voy a hacer, lamentablemente tengo que alimentar a este cabrón, molesto es un jodido órgano de la puta madre… ¡Lo olvidé, no he pagado aún la cuenta del agua!, de seguro la Maite tendrá un poco y de paso le pediré unos pancitos que no me vendrían nada mal.
    -¿Dónde vas rubio?, ¡me dejas a mitad de camino otra vez!- alegó con encanto la guitarra. – ¡Ya te vas con la mina de al lado!-.
    Poniendo su mejor cara, Ernesto cruza el pasillo de su casa, un lugar repleto de cuadros y afiches de genios del Jazz, Miles Davis, Rosenwinkel, Herbie, Pastorius, Scofield, por nombrar algunos, al llegar a la puerta recuerda que ha olvidado las llaves y vuelve a su pieza, camina nuevamente por el pasillo, ágilmente mueve sus pies casi como siguiendo el ritmo de alguna canción en su memoria, dobla hacia la izquierda y al encontrarse en su pieza ya todo fue distinto; dos personas recostadas en su cama lo saludan cariñosamente, lágrimas son las que caen en las mejillas de él, su mujer y su pequeño asesinados hace ya dos meses por algún hijo de puta que intentaba sobrevivir en las duras calles de Fuckingcity.
    Cariño, ¿por qué martirizas a tu hombre con estas visitas, no te das cuenta que mi lógica y mis sentimientos están descarrilados por tu presencia?... ¿no te das cuenta que mi boca anhela tus besos imposibles?... Y tu pequeño, hazte cargo de tu madre, le digo cariñosamente a aquellas sombras en oscuridad.
    -Ernesto, amor, sólo hemos venido a saludarte y ver que te encuentres bien- dijo la nada. –Allá extrañamos tu presencia.
    -Lo sé cariño, pero si continúas con esto me volveré loco- terminó diciendo.
    Por fin encuentra las llaves, claro dentro del cajón de su velador estuvieron siempre, pero el impacto de la visita no historiada provoca nerviosismo en él, y es que nunca han sido encuentros tan largos entre Ernesto y su familia, antes sólo los veía caminar por el pasillo nostálgicamente o saludándolo desde la puerta mientras dormía, algo andaba mal y naturalmente remedió en ello, hacia algún tiempo las cosas no le salían bien y sólo sobrevivía gracias a Maite que lo ayudaba con algo de comida, como para mantener el estómago ocupado.
    Me senté en la cama, debo admitir que fue algo sorpresivo, mi ánimo no andaba bien debido a la pésima semana y ya no me quedaban pesos para pagar el arriendo, pasan los días en esta ciudad y ya no sé qué cresta hacer, miro a mi guitarra todos los días pero no me salen las melodías de mis dedos, simplemente no me salen.
    Ernesto se para, tambaleándose decide abrir la puerta de su pieza para salir al balcón y tomar algo de aire; camina dos pasos, su cerebro manda instrucciones a su brazo para q se mueva, la mano hace el gesto para abrir la puerta a través de la perilla, gira pero ¡sorpresa! La puerta no quiso dejar al rubio salir, siente miedo y extrañeza, la locura había sido superada hacia unas semanas, su psiquiatra lo había dado de alta, le propuso volver a la música… No podía explicarse cómo sus alucinaciones lo volvían a atormentar, se medicaba a diario pero sabía que cuando su mente entraba en el transe del surrealismo ya no había nada que hacer.
    Dejarme llevar, pensé que ya estaba recuperado, este jodido opio es muy fuerte y ya no me quedan fuerzas, las dejé todas en el hospital, ¿Lo crees tú Javier?
    -Tranquilo hombre, allá te darán de esas pastillas que tanto te gustan, ¿ya no las quieres precioso?- dijo con suavidad Javier.
    -Son las mejores, mejores que un vodka bien servido con dos hielos- dijo Ernesto.
    -Tal vez te dejen llevar tu guitarra- continuó Javier.
    -Quien sabe, es probable que la consideren como un apoyo a mi problema, estos medicuchos ya no tienen idea.- contesto el rubio. – ¿Quieres algo?- preguntó.
    -Dame una de esas piscolas que tan bien preparas.- respondió Javier.- Con dos hielos-.
    -Ya va-.dijo Ernesto.
    El rubio se vuelve hacia el velador y toma una lapicera oxidada, aprovecha la ida para agarrar una taza que se encontraba allí desde el desayuno y sirve en ella la bebida. Ernesto tenía bien claro su situación y sólo se dejaba llevar, nada importaba ya, incluso la aparición de su familia formaba parte del pasado y no prestaba mucha atención al futuro.
    -¿Cuál es el motivo de tu visita Javi?- dice Ernesto-
    -Protocolar, tengo q cerciorarme de vez en cuando del estado de mis clientes.- contesta Javier
    -No me jodas, nunca has venido antes para ver como estoy, lo único que haces es chuparme lucas y medicarme para que siga así, ese es tu negocio- reprochó Ernesto.
    -No seas injusto, gracias a mi aún no te tiras por tu balcón-dijo.
    -Pronto lo haré, esta vida ya no me simpatiza-terminó diciendo el rubio.
    De pronto, en un acto fugaz Ernesto se pone de pie, toma un cuchillo aparecido de algún lugar y de manera rápida se lo clava a Javier en el corazón, ya estaba aburrido de tanto palabrerío y con una jugada magistral decide vencer su locura, lo apuñala un par de veces, siempre existe el miedo de que un muerto abra los ojos, se encuentra nuevamente sólo y en desesperación.
    -Mañana debo partir al hospital esto no se puede quedar así-.
    Fin.
     
    #1

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