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El Higlander y la Extranjera

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Malphast, 13 de Junio de 2010. Respuestas: 12 | Visitas: 1769

  1. Malphast

    Malphast Poeta recién llegado

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    Segiré más adelante con la historia en este mismo post por no tener que interrumpir mi otra historia, GRACIAS POR LEERME.

    El cielo estaba grisáceo cuando se adentró en el bosque de olmos que estaba cerca de su casa. Belén llevaba su gran mochila de acampada a su espalda y su traje de exploradora, con unos pantalones hasta la mitad de los muslos y una camiseta de manga corta, había recogido su pelo en la nuca para que no se le enredara en las ramas y sus botas de senderismo estaban bien atadas.

    Tenía brújula, una gran botella de agua, utensilios para encender el fuego, un chubasquero por si llovía y su tienda de campaña por si tenía que acampar.

    Belén tenía un gran propósito, su hermano había desaparecido en ese mismo bosque hacía dos días y lo encontraría como que su nombre era Belén López y como que había sido la mejor en sus clases de supervivencia en el bosque desde siempre.

    Las hojas caídas en el suelo crepitaban cuando eran pisadas por sus pies y una suave llovizna se cernió sobre ella, no lo suficiente fuerte como para sacar el chubasquero. Las horas fueron pasando y pronto se dio cuenta de que estaba perdida, agarró su brújula y vio horrorizada que esta se había vuelto loca, lo mejor sería que se quedara en el sitio y no adentrarse más en el territorio.

    Cuando la tienda estuvo montada se dispuso a dormir en ella, ya que el crepúsculo se avecinaba, pero las fuerzas de la naturaleza no estaban de su lado pues el viento arrancó su tienda y la hizo volar como si fuera una cometa sobre su cabeza.

    -Esto no puede estar pasando, esto no puede estar pasando…- se repetía Belén mientras buscaba a toda prisa un refugio para la dura lluvia que había comenzado junto con el viento.

    A su derecha vio un gran árbol que tenía el tronco partido y podría darle cobijo, se arrecucó entre la madrea del antiguo árbol y se dejó llevar por el cansancio que le comía por dentro.

    A la mañana siguiente los pájaros cantaban, eso era una buena señal, el temporal tenía que haber pasado. Se acercó a donde debería estar su mochila pero no la encontró “Genial- pensó-, mojada, hambrienta y totalmente perdida”, estaba claro que las clases de supervivencia no servían para nada.

    De repente se dio cuenta de algo… esos no eran los mismos árboles en los que ella se había adentrado, estos eran mucho más frondosos y parecían mucho más descuidados que los otros… además le parecía oír el mar.

    Pensando que se había vuelto loca Belén siguió el sonido del agua, estaba tan cansada y dolorida por la noche en el tronco del árbol que tropezó varias veces e incluso se calló al suelo una vez, tuvo que levantarse y limpiarse el barro de sus rodillas heridas. Pronto vio una luz al frente y pensó que era su salvación.

    Cuando llegó a la linde del bosque se quedó con la boca abierta, ya no estaba su casa de campo, ni su Land Robert aparcado delante, tampoco estaba su pequeño jardincito ni el establo al lado de la casa… ahora solo había un gran prado verde, tan extenso como alcanzaba la vista hacia delante, con unos profundos acantilados a la derecha y una gran loma a la izquierda… bien… definitivamente estaba loca. Miró el cielo, por lo menos seguía siendo plomizo.

    Estaba tan absorta que no se dio cuenta de que, aunque amortiguado por el colchón de hierba, sonaban pisadas de caballo acercándose. Fuertes, seguras, contundentes… Sobre la loma de terreno de la izquierda apareció un caballo de proporciones descomunales con un hombre no menos impresionante a su lomo. Belén no se dio cuenta de su presencia hasta tenerlo prácticamente encima.

    El caballo paró ante ella con un resoplido y tuvo que mirar muy arriba para poder mirar a la cara al hombre que lo montaba, debía medir cerca de los dos metros, sus hombros eran anchos y se veía la fuerza que poseía en cada movimiento que ejecutaba con su formidable y musculado cuerpo. Llevaba una camisa de hilo blanca y… ¡Un tartán! Dios santo, no podía ser cierto.

    -¿Quién eres?- preguntó con voz profunda y contundente el hombre.

    -Be… Belén- respondió ella asustada-, ¿Dónde estoy?

    -Estas en la tierra de los McCird muchacha y te advierto que si eres una espía de los McLeor no voy a ser indulgente contigo ni aunque seas hermosa.

    -Yo no…- ¿había dicho hermosa? Si ella no había tenido novio desde el instituto… y se lo decía el hombre que parecía sacado de la portada de una novela romántica-, no me refería a eso… ¿en qué país estoy? ¿Qué año es?

    -¿Estás bien muchacha?... esto son las Higlanders y estamos en el año 1253 de nuestro señor.

    Ella se tapó la cara con las manos, eso tenía que ser un sueño, no podía haber viajado cerca de 800 años atrás en el tiempo y además haber aparecido en las higlanders con un hombre que parecía sus sueños encarnados en persona mirándola desde arriba de un corcel negro como el que solo se veían en las películas de Hollywood.

    Sintió una mano en su hombro, subió la cabeza de golpe y vio que el McCird había bajado de su caballo y estaba agarrándola por el hombro. Se quedó sin aliento… ese hombre era la perfección en persona, tenía los pómulos altos, los cabellos negros y lisos recogidos en la nuca, nariz recta y aristocrática, ojos profundos de un azul imposible y la boca más apetecible de encima del planeta.

    -Dime que no eres una espía de los McLeord- Belén no sabía qué hacer… no podía decirle que si pero que le diría a cambio.

    -No… el barco de mis padres se estrelló en el mar y desperté en una playa- se le ocurrió decir-, no sabía dónde estaba.

    -Eso explica tus extrañas ropas- dijo el hombre mientras alargaba su mano y soltaba su pelo-, eres deliciosa muchacha ¿Tenían tus padres un marido para ti?

    -Emmm…- dijo ella todavía embobada por el inesperado piropo-, no, íbamos a unas nuevas tierras y mis padres pensaban prometerme allí.

    -Pero ya no tienes padre chiquilla- una sonrisa predadora se dibujó en sus labios-, y no puedo más que asegurarte un marido ya que has acabado en mis tierras, además debo asegurarme de que decís la verdad.

    -Pero yo…- Las palabras se atascaron en su garganta cuando el hombre la cogió por la cintura y la levantó como si no pesara más que un kilo para sentarla en el caballo y después montarse él detrás.

    -Agárrate muchacha- No dijo nada más.

    El caballo salió cabalgando del lugar y Belén no pudo más que agarrarse con fuerza al pecho del Higlander que acababa de secuestrarla para no caerse del caballo.
     
    #1
    Última modificación: 13 de Junio de 2010
  2. Osmara Cantero

    Osmara Cantero Poeta adicto al portal

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    Mal, me encantan las novelitas a lo Corin Tellado pero esta me gusta mas porque tiene a un personaje que es uno de mis favoritos en la ficcion los highlander, de seguro me tendras pendiente al proximo capitulo, besos, Osmara.
     
    #2
  3. Belu

    Belu Padme

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    Me encantó,
    ¡¡gracias!!
    admiro tu talento.
    Un beso,
    hasta luego.-
     
    #3
  4. Malphast

    Malphast Poeta recién llegado

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    Walter McCir era el jefe del clan McCir, se encontraba colindante con los McLeod, un clan rival que quería sus tierras fértiles y productivas para su provecho. Al norte había un clan amigo y fuerte, así que no importaba demasiado pero había que vigilar frecuentemente la frontera para que no se crearan conflictos.

    Había salido a cabalgar para despejarse un poco, los problemas se habían multiplicado, los McLeod habían aumentado el número de incursiones y habían robado demasiado ganado a sus pueblos fronterizos. El viento se empezó a llevar sus preocupaciones y se dirigió hacia los acantilados, su lugar preferido.

    Sorprendido, vio como salía una persona entre los árboles, la frontera de los McLeod. Se acercó cabalgando a toda prisa, si era un espía pensaba cortarle la cabeza y mandársela de regalo a sus queridos vecinos. Pero cuando se acercó no era un hombre, era una mujer pequeñita que apenas superaba la altura de su caballo.

    La miró de cerca, tenía el cabello rubio rojizo, recogido detrás de su cabeza, su carita de niña tenía dos grandes ojos almendrados de color azul profundo con toques verdes y sus labios eran perversamente tentadores. Su piel era excepcionalmente blanca, con unas preciosas pequitas sobre su nariz y manchas de barro por toda ella.

    -¿Quién eres?- preguntó un poco más hosco de lo que había querido.

    -Be… Belén- parecía tan asustada que temblaba, mejor así-, ¿Dónde estoy?

    -Estas en la tierra de los McCird muchacha y te advierto que si eres una espía de los McLeor no voy a ser indulgente contigo ni aunque seas hermosa- dijo fijándose en todas sus expresiones para detectar sus mentiras.

    -Yo no…- parecía confusa y se había sonrojado suavemente con la mención a su belleza-, no me refería a eso… ¿en qué país estoy? ¿Qué año es?

    -¿Estás bien muchacha?... esto son las Higlanders y estamos en el año 1253 de nuestro señor- ¿estaba hablando en serio?, ¿no sabía en qué país se encontraba?

    La chica se tapó la cara con las manos y se echó a temblar, parecía que se pondría a llorar en cualquier momento, y él podía soportar cualquier cosa menos el llanto de una chica. Bajó presuroso de su montura y la agarró por su hombro, era asombrosamente fino y delicado… daban ganas de protegerla.

    Cuando miró hacia arriba, a su cara, el pudo perder la razón rápidamente y besarla, sus ojos estaban empañados de lágrimas y su nariz respingona tenía una pequeña mancha de barro que le pedía a gritos que la limpiara y que pusiera en su lugar un beso.

    -Dime que no eres una espía de los McLeord- casi suplicó.

    -No… el barco de mis padres se estrelló en el mar y desperté en una playa- le explicó ella de forma inocente-, no sabía dónde estaba.

    -Eso explica tus extrañas ropas- No es que estuviera en desacuerdo, la camisa que llevaba marcaba sus exuberantes pechos y los pantaloncitos dejaban ver unas largas piernas para su estatura que podrían rodear su cintura. Alargó su mano y soltó su pelo que llegaba por la cintura y poseía lindos rizos como hondas en el mar-, eres deliciosa muchacha ¿Tenían tus padres un marido para ti?

    -Emmm…- pareció que sus mejillas se convirtieron en manzanas rojas mientras él la tocaba, tan tímida y deliciosa-, no, íbamos a unas nuevas tierras y mis padres pensaban prometerme allí.

    -Pero ya no tienes padre chiquilla- una sonrisa se escapó de sus labios, según las leyes él debía encargarse de ella-, y no puedo más que asegurarte un marido ya que has acabado en mis tierras- él necesitaba una esposa-, además debo asegurarme de que decís la verdad.

    -Pero yo…- No le dio tiempo a protestar, había dejado caer sus manso hacia su cintura, tan pequeña que sus manos casi se tocaban entre sí, tan manejable y con tantas curvas como podían tener las mujeres… aquello sí que era un tesoro, y la sentó en la montura.

    -Agárrate muchacha- dijo mientras se sentaba tras ella en la montura.

    Cuando el caballo rompió a cabalgar sintió las manitas de la chica agarrarse a su pecho y como cabía a la perfección entre sus brazos. Si era una espía de los McLeod le haría olvidar su pasado a base de seducción y después la haría suya, la encerraría en la torre del castillo para que nadie pudiera verla y fuera suya, solo suya.
     
    #4
    Última modificación: 14 de Junio de 2010
  5. Malphast

    Malphast Poeta recién llegado

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    Por el camino la chica se había quedado dormida, se veía el cansancio reflejado en su cara así que cuando llegaron al castillo él la cogió en brazos y bajó con ella… aunque uno de sus hombres se había ofrecido a cargarla no le apetecía que otro hombre la tocara, aunque fuera solo para ayudarla.

    Sus grandes zancadas recorrieron el espacio del patio del castillo en unos segundos escasos y los escalones de la entrada principal no le duraron mucho más. Con el suave movimiento la que se hacía llamar Belén estaba despertando entre sus brazos, así que la dejó de pie dejándola resbalar por su cuerpo en una dulce y fuerte tortura.

    Al momento Mina, una chica que había rescatado de un barco en el que se había colado para escapar de su casa, se acercó a ellos. Belén la miró y sonrió, tenía marcados rasgos indios, con pómulos altos y ojos almendrados hacia arriba, además de una piel oscura permanentemente y una mirada dulce que la hizo relajarse.

    -Señor ¿Qué le pasó a la dama?- un marcado acento se denotaba en su voz cantarina.

    -Salió de un naufragio, ¿podrías ayudarla?- preguntó mientras soltaba a regañadientes a Belén.

    -Hola- dijo esta mientras caminaba junto a la chica Indú-, mi nombre es Belén.

    -El mío es Mina… encantada de conocerla- le respondió ella muy respetuosa.

    En ese momento una atronadora voz se extendió por todo el gran salón al que comunicaba la puerta principal, una voz potente, oscura, algo ronca que le daba un toque especial…

    -¡¡¡MINA!!! ¡¡¡MINA!!!- gritaba una y otra vez.

    Por una puerta lateral apareció un hombre, era tan grande como el hombre que la había secuestrado en el bosque y tenía el mismo pelo negro, pero sus facciones era mucho más tosca, sin llegar a ser feo… era como un animal salvaje, la fuerza se le escapaba en cada movimiento, en la mirada, en la curva tensa de su boca…

    -Mina, ¿Dónde estabas?- preguntó encarando a la chica que se irguió a su lado, aunque no demasiado porque no medía mucho más que ella.

    -El señor Walter me indicó que escoltara a la invitada hacia un baño, además debo acomodarla en el castillo- el hombre miró sorprendido a una asustada Belén.

    -Ya te he dicho que tú no tienes porque servir a nadie- por el modo en el que miraba a Mina Belén podía deducir que si intención no era asustarla, sino todo lo contrario, pero lo que estaba consiguiendo era que ella se pusiera a la defensiva.

    -Me gusta pagar con mi trabajo mi estancia y mi comida, así como la pequeña manutención que se me asigna- la dignidad irradiaba de toda ella.

    El hombre parecía a punto de perder la paciencia, estaba claro que eso no era lo que quería decir, pasó sus manos nervioso por su pelo y miró con intensidad a Mina, que se ruborizó un poco bajo la mirada casi depredadora del hombre. Abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla sin decir nada, arrugó el entrecejo buscando las palabras y pareció encontrarlas porque volvió a abrirla para hablar, pero en ese momento una chica, también de pequeña estura pasó como el rayo al lado de Belén y esta se tambaleó peligrosamente.

    -Perdóneme- dijo la chica que se había tropezado con ella, era morena, al igual que Mina, pero su pelo era mucho más liso y lustroso, su cara era muy atractiva al modo oriental y sus ojos resplandecían con un extraño aunque hermoso color perla. Su cuerpo fino se movía con gracia y pudo ver, colgada a una de sus caderas, un hacha que parecía demasiado pesada para un cuerpo tan pequeño.

    -Yan Li- saludó Mina con una inclinación de cabeza-, permítame presentarle a Belén, es nueva en el castillo, ¿de qué huías pequeña?

    -De Sir William… - no le dio tiempo a seguir porque en ese momento, siguiendo a Yan Li apareció un hombre rubio, también sorprendentemente alto ¿Qué pasaba allí?, ¿Es qué en esa época no había hombres bajitos o feos?, las facciones no eran sensuales al modo salvaje como las del hombre que perseguía a Mina, ni extremadamente sensuales como las del que debía llamarse Walter, era muy elegante, pero sus ojos duros le daban un aspecto de señor de la guerra que no podía definirse como elegante… podía decirse que ese hombre era el equivalente a un príncipe de los cuentos de hadas.

    -Yan Li, recuerdo haberos ordenado que no volvierais a atacar a mis hombres- replicó el hombre enfrentándose a la chica.

    -Y yo recuerdo haberos dicho que no lo haría si no intentaban provocarme- respondió ella con los ojos echando chispas.

    Belén no sabía que pasaba allí, pero se estaba mareando y necesitaba urgentemente un baño y dormir algo, además de una copiosa comida y mucha, mucha, agua.

    -Perdonad la intrusión- dijo el hombre del que no sabía el nombre-, pero Mina, deberíais ocuparos de la invitada, está demasiado pálida.

    -Tenéis razón Sir Briam, la llevaré a sus aposentos.
     
    #5
    Última modificación: 15 de Junio de 2010
  6. Edvar

    Edvar Poeta fiel al portal

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    Admirable prosa, poeta. Te felicito.
     
    #6
  7. Damari

    Damari Poeta que considera el portal su segunda casa

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    23 de Septiembre de 2008
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    Gracias malphast y bendita imaginación.Me he entretenido mucho.Saludos.
     
    #7
  8. EL LEGENDARIO

    EL LEGENDARIO Poeta veterano en el portal

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    Tu prosa es muy buena, el relato es muy interesante, tienes mucha imaginación,
    eres creativa y tienes calidad, muy pocas personas tienen estas cualidades
    a la hora de escribir
    saludos

    Edu
     
    #8
  9. Elba Nery García

    Elba Nery García Poeta veterano en el portal

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    Vaya que interesante historia , estaré pendiente de la continuación , estrellas y un beso

     
    #9
  10. cenicienta02

    cenicienta02 Poeta fiel al portal

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    11 de Abril de 2010
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    genial bella bella espero seguir viendo mas de la histoua muy buena :)
     
    #10
  11. Nicolle

    Nicolle Invitado

    wooooooooow... si que han quedado aún muchas letras en el tintero!!!

    Aplusos a tu imaginación Mal!!!
    Fuerte abrazo peruano!

    Sigue...sigue!!!
     
    #11
  12. Malphast

    Malphast Poeta recién llegado

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    Subieron lentamente las escaleras, parándose a menudo por los mareos repentinos de Belén, que estaba muerta de hambre y cansada hasta más no poder. Cuando llegaron a una acogedora habitación, presidida por una cama de dosel, que contenía una cómoda con todos los accesorios necesarios para una mujer, un gran armario y un fuego que la calentaba a una temperatura perfecta, Belén estuvo a punto de tirarse sobre la cama y olvidarse de todo lo demás, pero sabía que no podía hacer eso.

    Mina se apresuró a sentarla en una silla de respaldo alto y gritó órdenes a unas criadas cercanas, pronto, una gran bañera de agua caliente la esperaba al lado de la cama. Dejó que la ayudaran a desvestirse y se metió en el agua sin pensar en nada. El agua caliente fue relajándola cada vez más y cuando Mina le empezó a lavar el cabello se quedó irremediablemente dormida.

    Sintió como la envolvían en una suave toalla y como la levantaban en volandas para dejarla entre los mullidos cojines de la cama. Cuando la consciencia ya se le escapaba, sintió una mano recorrerle la cara con exquisita delicadeza. Un cuerpo duro pero reconfortante se extendía al lado del suyo e inconscientemente se pegó a él y segura y relajada se quedó profundamente dormida.

    Walter se sentía en el cielo, había llegado a la habitación de Belén con la esperanza de encontrarla en el baño, pero Mina la había sacado del agua y envuelto en una toalla, aunque su invitada estaba más dormida que despierta. Mina, no podía mantenerla cogida por mucho tiempo, así que se apresuró a cogerla en brazos, era muy liviana y su piel era suave al tacto. La acostó a su lado y ella se arrecucó a su lado como un gatito. Acarició su cara, y cuando notó su sueño profundo, se quedó dormido a su lado disfrutando de la sensación de tenerla entre sus brazos.

    Mina bajó para dejarle intimidad al señor McCird, aunque no le parecía justo que se estuviera aprovechando de la situación de Belén, no podía decir nada al respecto. Briam la estaba esperando al final de la escalera y ella suspiró y cogió fuerza para rechazarlo una vez más. Sabía que sus intenciones eran buenas, pero si ella había escapado de su país y de su padre era para escapar del matrimonio. De acuerdo que su padre quería casarla con un hombre cercano a los 80 con tres mujeres ya bajo su cuidado y perversiones indecentes por las jovencitas… y no era el guapo y fuerte Briam que la cuidaba e intentaba darle la mejor vida posible casándola con él, además ella estaba deseando besar esos dulces brazos… ¡No! ¡No debía pensar eso!

    Cuando llegó a el gran salón él se levantó de la silla donde se había dejado caer y se aclaró la garganta mientras se acercaba a ella sonriendo… una sonrisa preciosa que le hacía resplandecer los ojos y parecer mucho más joven, que te hacía tener ganas de abrazarle y acariciarle el cabello rizado y largo hasta los hombros que debía tener tacto de seda… ¡Debía centrarse!, respiró hondo y le miró.

    -Mina, ¿Cómo está la invitada?, vi ir a Walter hacia su habitación.

    -Se durmió durante el baño, cuando despierte le daremos de comer- dijo ella mientras seguía avanzando hacia el patio, tenía que hablar con las costureras para que prepararan ropa para Belén.

    -Me alegro- respondió él siguiéndola de cerca-, parecía muy buena chica.

    -Lo es, es muy simpática y amable- siguió sin mirarle.

    -¡Mírame Mina!, ¿Cuándo me vas a dar una respuesta?

    -Todavía no- respondió ella saliendo por el pórtico y cerrándole la puerta en las narices, dando por terminada la conversación.

    Vio a Yan Li en el campo de batalla, blandiendo su reluciente hacha en la mano, en posición amenazante, ¿Otro incauto había querido desafiarla?, no debería haberlo hecho. En todo el tiempo que Yan Li había estado alojada en ese lugar había derrotado a la mitad del ejército del señor McCird, a todos los mozos del pueblo y a algún McLeod que había pasado la frontera y había pensado que él podía derrotarla.

    Se acercó cautelosamente y cuando fue vista por su amiga esta se acercó con premura a ella.

    -Mina, necesito pedirte un favor.

    -Dime- pidió ella inclinando la cabeza.

    -Voy a pelear contra Sir William, tú serás la jueza, el que gana deberá servir al otro una semana- una sonrisa depredadora se extendió por los labios de Yan Li.

    -¿Está usted de acuerdo, Sir William?- preguntó ella cautelosa.

    -Claro que sí, vas a ser mi eslava esta semana, pequeña insolente.

    -Fui entrenada para defender a un emperador, no me podrá un simple soldado- respondió ella volviendo a su lugar.

    Su historia y la de Yan Li eran parecidas, ella era la hija del emperador de China, una de las tantas que tenía, y como tal había sido entrenada para la protección de su padre en caso de ataque. Su padre se había casado nuevamente con otra mujer, aunque esta sería la consorte oficial, y siendo ella la preferida de su padre, desdeñando más a sus hermanas nacidas de la consorte, había sido forzada a un matrimonio. La noche antes de la boda había huido y había acabado bajo la tutela del señor McCird. Aunque ella solo era la hija de un comerciante enriquecido, también había huido del matrimonio.

    En ese momento el hacha de Yan Li había salido volando y se había clavado en el suelo, lejos de su alcance, Sir William la había inmovilizado contra el suelo y no tenía la más mínima posibilidad de huir de se agarre.

    -Ha ganado Sir William- dijo ella sonriendo mientras veía la cara enfadada de Yan Li y lo cerca que estaba Sir William de besarla.
     
    #12
    Última modificación: 22 de Junio de 2010
  13. cenicienta02

    cenicienta02 Poeta fiel al portal

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    uiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii k chevere va tu historia malphast espero seguir leyendo la continuacion :) de verdad que interesante la historia:)
     
    #13

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