1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

El hombre del ridiculo sombrero

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por armand_2183, 28 de Mayo de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 744

  1. armand_2183

    armand_2183 Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    15 de Noviembre de 2005
    Mensajes:
    57
    Me gusta recibidos:
    1
    Me encontraba solo a un lado de la carretera maldiciendo mi poca suerte, por alguna razón se me había ocurrido llegar tarde en un día festivo, cuando los autobuses son pocos y van incómodamente llenos, hasta hubiera deseado no entretenerme tanto con aquellas hermosas jóvenes, ¿pero que no lo había disfrutado acaso? soportando su aburrida platica mientras echaba disimulados vistazos a sus escotes. No, la culpa había sido enteramente mía.

    En todo esto pensaba cuando algo llamo poderosamente mi atención: un pequeño y peludo bulto a mitad de la carretera... un “gato”, un infeliz gato atropellado a media carrera, pobre y con lo que me gustaban los gatos.

    - Buenas noches (escuche)

    Me gire sobresaltado al saber que no me encontraba solo como creía, supongo que fue por esta razón que no devolví inmediatamente el saludo, aunque después de haber visto a mi acompañante tampoco lo hice. Allí como surgido de la nada estaba un hombre considerablemente alto, singularmente vestido con bufanda y saco de lana, además de un ridículo sombrero de ala ancha.

    - Perdone no lo había visto (dije)

    Pero no obtuve mas respuestas que el silbante viento de la fría noche, no se exactamente cuanto tiempo permanecimos así sin dirigirnos palabra, mas sin duda los minutos me parecieron horas. Y mientras trataba de calmarme explicándome que no le había visto debido a la oscuridad de la noche, recordé otra cosa: “hace un momento yo acababa de atravesar la carretera, y jamás vi el cuerpo de un gato”.

    Voltee para cerciorarme, ahí estaba, la masa peluda de antes.

    - Le gustan los gatos

    Escuche decir y la voz me pareció ahora burlona y forzada, “tanto como cualquier otro animal” respondí y comenzó otro silencio. Que extraño parece todo bajo la sombra de la negra noche, haciéndonos ver misterios donde no los hay y ocultándonos los verdaderos; de esta forma tan sugestionada me encontraba que creí ver un par de destellos rojos bajo aquel ridículo sombrero y el movimiento extraño de su bufanda, pero justo cuando supuse que aquel hombre diría algo mas me alegro distinguir los faros distantes del autobús que se aproximaba.

    Sus puertas se abrieron chirriantes mientras subía aliviado, pague los doce con cincuenta del pasaje y me senté a la mitad del autobús; una mujer con su bebe estaban al otro lado, mas un par de viejos obreros que regresaban del trabajo, definitivamente no tan lleno como esperaba. Cuando creí que el viejo autobús continuaría su marcha, observe con desasosiego como subía también aquel hombre lenta y pesadamente, revolvía en sus bolsillos extendiendo un sucio billete sin esperar el cambio, caminaba trabajosamente hasta donde me encontraba y se sentaba a un lado.

    El resto del viaje fue terrible, mientras especulaba cuestiones increíbles y fantásticas; fue entonces cuando note algo mas en el hombre del ridículo sombrero: un extraño bulto a la altura del pecho que se extendía hasta su garganta, pero se acrecentó aun mas mi horror cuando observe que este bulto se movía como expandiéndose al ritmo de su respiración y dejaba entrever una especie de pequeño tentáculo por la abertura de aquel anticuado saco.

    Me levante estrepitosamente dirigiéndome a la puerta trasera, mientras aquella maldita cosa me seguía con esfuerzo; oprimí el timbre mas nada, la estúpida parada no funcionaba, voltee solo para cerciorarme del paso lento y pesado del hombre con ridículo sombrero. Toque entonces sobre la misma puerta, una, dos veces, primero con las manos, luego con los pies hasta que esta se abrió con insultos y maldiciones del chofer.

    Corrí despavorido en la oscuridad; corrí como jamás creo ni quiero volver a hacerlo; corrí escuchando el batir de unas enormes alas, escuchando el serpentear de unos monstruosos tentáculos… corrí hasta llegar a mi hogar y refugiarme tembloroso en la cama, escuchando el quejido de muerte de algún desafortunado gato.
     
    #1

Comparte esta página