El hombre gris

Lo que os expongo a continuación es un relato corto, no es una poesía como comprobareis, espero que sea de vuestro agrado y no os importe el tamaño del texto; aprovecho para mandaros un saludo muy cordial a todos, Daniel.

EL HOMBRE GRIS


Erase ésta la historia de un hombre gris, cuya existencia nefasta consistía en pintar todo del color ya dicho. Vivía en un pasillo largo, cuyas paredes estaban coloreadas de este tono triste, apagado, y tan acorde con nuestro personaje obsesionado con una sóla cosa.Gris.
Tenía cuadros en su pasillo, colgados consecutivamente serpenteando las paredes tristes uno tras otro, zig zag, entrelazados entre sí hasta llegar a una ventana, ventana pequeña de travesaños estrechos, metálicos, desde donde dejaba ver su canoso pelo a la par que observaba el mundo mediocre, sombrío y plomáceo que se antojaba ante sus ojos.
Este hombre, de aspecto atribulado, pesaroso y mustio para con su cenicienta realidad, este hombre tenía también en su posesión una silla vulgar, de respaldo alto y aspecto un tanto desgarbado, sobre la que le gustaba apoyar su horroroso y deslumbrante cuaderno blanco de dibujo, y de rodillas sobre el suelo dedicaba sus horas a perfilar trazos, hasta crear un nebuloso rectángulo oscurecido de los borrones de su lápiz de carbón, que apilaría al principio del pasillo por si alguna vez se le ocurrese cambiar los ya colgados en su pared.
Tendríamos sabiendo esta historia, un pasillo donde se encontraban hacinados, abandonados y oscuros, un montón de cuadros apilados al lado de la puerta de salida a la calle,esperando ser colgados algún dia para poder ser observados por otro monton de semejantes cuadros, que los mirarían apagados desde la pared de enfrente, y una ventana desde la que nuestro individuo observaba aterrorizado el mundo, un mundo que jamás se atrevió a conocer, mas una silla de aspecto desarrapado, que encarnizaba para este sujeto tantos momentos en compañía de su carboncillo y su cuaderno de pintura.
Tan poco colorida había sido la vida de este señor, con tan poca luz, solitario y desplazado en su exilio del mundo de los vivos, arrinconado en una esquina de su desolador domicilio de aspecto indiferente y desvaído, que nunca había echado en falta la existencia de nada más de lo que poseía. Cual fué la sorpresa de nuestro hombre, cuando descubrió un inquilino en su anodino domicilio, un inquilino que él no había creado, allí, introducido de las profundidades oscuras, dentro de el que era su hogar, se hallaba un ocupante de el que él hasta ese momento no había tenido constancia.
Dióse cuenta nuestro hombre, gracias al jacoso sonido procedente del interior del montón de los cuadros ya nombrados anteriormente que se encontraban al principio del pasillo, de que algo extraño ocurría en su estancia.- ¡mis dibujos! - pensó - ¡estan vivos!- exclamó estremecido por la circunstancia.
Y ni corto ni perezoso, sobrecogido por el inexplicable hecho que estaba teniendo lugar en el otro extremo del corredor, fué tambaleándose , mientras las piernas de aspecto temblante pisaban temerosas de llegar a su destino, un paso, otro paso más pensaba él, pero nada mitigaba el terror de lo que escondía aquel montón tenebroso y apiñado ahora tan terrorífico , con su bailante sombra que se le antojaba como una montaña oscura de la que procedían sonidos infernales bajo la luz de la vela que acababa de encender. Aterrorizado, se aproximaba nuestro hombre a la fuente del sonido, que no cesaba, y comenzó a remover todos sus dibujos en busca de el que tenía la culpa de su desvelamiento nocturno.
Frustrado, y aún con una sensación un tanto extraña, enfadado consigo mismo se dió cuenta de que todos estaban en su lugar, exactamente como él los creó. En ellos no había nada que no fuese de este mundo, ninguna animación que le diese un mensaje, una pista, o una idea de qué exactamnte era aquello que había estado asustándolo tanto hacía unos instantes.
Entonces, allí, tan solo y desvalido se preguntaba. -¿qué trataba de asustarme?-Silencio.Después, tan sólo más silencio. Hasta que algo irrumpió exaltado en la estancia, del color del humo. Algo de lo que nunca había tenido constancia, que lo alteró de tal modo que tuvo que sujetarse contra las paredes. Aterrorizado, alarmado y sobrecogido por tan repentina aparición , nuestro hombre tropezó, cayendo por error sobre un lóbrego suelo de aspecto antiguo, boca arriba con una expresión sinónima de la locura, y lo único que pudo atreverse a hacer fué echarse a reir.
Se acercó a él este misterioso asaltante grisáceo para mas ironía, cuyo tamaño no era mayor que una mano, ni más corto que un dedo índice, y con un apéndice que medía el doble que su cuerpo. Era un ratón. Un roedor chistoso que se movía rápidamente, y sin albergar ningún tipo de miedo en su pequeño cuerpecito, se subió sin pensárselo dos veces encima de él y comenzó a corretear de un lado a otro de su harapiento cuerpo; terminando por meterse en el bolsillo de su antigua camisa. Este vivaracho animalillo, alegre divertido e incluso un tanto entrañable, que tanto había asustado al personaje de esta historia, le había hecho reir, y fué por eso que le tomó cariño y decidió adoptarlo, en su casa gris, donde serían los dos dichosos porque nadie querría a seres como aquellos, tan solitarios y tan grises, salvo el uno al otro.

 

Muchas gracias por leerlas me alegro de que te hayan gustado, ¡Saludos!