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El Hombre Imaginario

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Octaviano Mundo, 29 de Marzo de 2022. Respuestas: 1 | Visitas: 370

  1. Octaviano Mundo

    Octaviano Mundo Poeta recién llegado

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    Desperté, en medio de un recurrente sueño. Eran las cinco de la madrugada. El silencio de la noche me acosaba. Pensaba en las horas que continuarían; los días, los meses y los años pasados... Iba de nuevo, hacia una oscura deriva.


    Deseaba regresar a un lugar; remoto ya en la distancia, que arrojase la luz que rehuía acoger en mi apagado cuarto. No quería seguir dándole más vueltas a mi ahogada consciencia. Me asfixiaba adentro. Quería encontrar un resquicio de aire.


    Solía acudir a la fantasía de habitar imaginarias fortalezas. Cuando la sombra de la Luna, me engullía como un monstruoso leviatán en el quieto océano tenebroso de la Tierra, allí estaba yo... Observaba aquel páramo.


    Podía ver, a través del telón de los refugios que levantaba; con la cálida seguridad de estar a salvo de sus inclemencias, la inmensa cosecha de la nada. La huerta del vacío. El jardín desértico, que asemejaba ser propio de la muerte.


    No es que me adentrara, solitario; en el esbozo de los pensamientos, a deambular el yermo que alargaba sus líneas hacia el horizonte. Sabía, que llegado el momento de abandonar el hogar; al poner un pie en la calle, paciente, me esperaría cual can Cerbero.


    Era longevo el acoso al que me sometía... Tras cada acto; cubriendo las coordenadas de cada rincón abarcable, como una omnipotente fuerza. Presente en cada rasgo de la naturaleza: afilado, como las crestas de los montes; maleable, como la savia de las costas.


    Sin ser capaz de haber podido adivinar el rostro; o haber avistado nunca la estructura de su cuerpo, la amarga raíz de su espíritu posaba un escalofrío sobre la piel. El viento acompañaba ese aliento; resbalando de la blanca madrugada astral.


    Escapaba, como el llanto de las nubes del firmamento. Brotaba, como el germen criado en el barro, hacia la planicie. Recorría, en los reflejos despojados de facciones humanas, la estela que grababan los pulsos de la sangre en movimiento.


    ¿Qué hacer, cómo huiría de aquella tamaña pesadilla?. En los confines de la mente, creía ella misma, tener asiento. Ayer, no fui capaz de traspasar ese recinto. Soportando el frio al raso; buscando sin réplica una bienvenida. Preguntándome entonces, quien era el habitante.


    ¿Acaso alguien más, compartiría el íntimo espacio, que parecía ser el último islote de mi naufragio?. Estaba atado a una tabla, como único suelo firme; ante la profundidad de un abismo que amenazaba depredarme. Sin comprender, qué conformaba la base que me sostenía.


    Cavilante, tratando de obviar el terror de encontrarme desguarnecido en el ancho panorama, por una vez; después de un eterno aletargamiento. Tarde en reaccionar; pero excarvé al fin en el espejo de la memoria. Habría de contener una respuesta.


    ¿Cúal es la razón de la convicción en la propia obsesión?. En gran medida, pienso ahora que nuestra plena ignorancia. Nuestro temor; nuestra despreocupación, ante el esfuerzo que supone la elaboración de la solución frente a la dificultad. Quizá, una desconsoladora imágen.


    El alma, no puede verter su contenido sobre la fina rendija de una puerta abierta. No hay dimensión posible que la cobije, en el lado opuesto del umbral, distinta. Sin querer comprenderlo, anduve encogido durante años... Todo aquel tiempo; contemplándome desde la distancia de unos muros prohibidos.


    No existen diques que contengan alejado el miedo, la locura ni el desastre. No hay, recodo alguno, que afronte erguido la decrepitud de la vejez. La voluntad, ejerce a flote, de navío en la tempestad del sentido anegado. ¿Por qué retornar a la ficción entonces?.


    El hombre, que moraba los altos bastiones en que reconfortaba mi desazón, estaba hecho de la misma materia: del ingrávido vapor psíquico, de un espejismo que apilaba y trababa partes de un todo sin cimiento.


    Fue una criatura verídica, a pesar de su iluso origen... Tan desnuda, como mi indefensa percepción. Tan infausta, como la mortífera presencia, que todavía me hostiga.
     
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    Última modificación: 12 de Abril de 2022
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  2. Maramin

    Maramin Moderador Global Miembro del Equipo Moderador Global Corrector/a

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    Excelente redacción presentando lo imaginado con terrorífica realidad.

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    #2

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