El Hombre que hablaba con...Dios

El Hombre que hablaba con...Dios



En una ciudad pequeña cerca de las montañas que rodeaban la mágnifica y alegre ciudad de la provinciana y ajetreada comunidad de los valles mineros, y de una calmada y apacible ciudad de unos diez mil habitantes, vivía un hombre muy mayor que esperaba con tristeza e ilusión, su fatidica muerte, tenía viviendo en su casa a una doncella sacada de los suburvios de los emigrantes que pululaban por todo el país, y que se encargaba de ayudarle para vestirle por las mañanas y prepararle el desayuno y darle de comer y de cenar, sus hijos, dos hombres y una mujer, contrataron los servicios de esta mujer de origen sudamericano y la pusieron a su disposición;

El hombre en cuestión había sido el Alcalde de su Municipio durante toda la dictadura, casi cuarenta años, los mismos que gobernó al país durante toda la dictadura, hasta que murió el dictador, tuvo la fortuna de ser elegido a dedo por el Gobernador de la Provincia de su época;

Tenía solo treinta y cinco años y era uno de los Alcaldes más jóvenes del pais, hasta que los socialistas le sacaron de su trono en las primeras elecciones democráticas que se celebraban en el país para elegir a los nuevos Alcaldes de los distintos distritos electorales, aún con sus muchos años, todavía era muy delgado y tenía el pelo largo con mechones blancos en su cabellera, de joven había sido muy delgado, fibroso y muy nervioso e inquieto, todavía conservaba gran parte de su apariencia de juventud, pero el sabía que su vida ya tocaba a su fin;

Una mañana al despertarse de un profundo sueño, tuvo la sensación de haber soñado con algo, o alguien, que le causaban angustia y temor, se propuso recordar las imagenes del sueño, pero le fue imposible, cuanto más quería recordarlas más se le escapaban las imagenes que pretendía recordar, hasta que se dió por vencido y se refugió en su ordenador,

como le habían sugerido sus hijos estaba escribiendo sus memorias políticas y personales, lo hacia escribiendo pagina por pagina e imprimiendo lo que escribía para no perderse en sus relatos y comentarios personales, tenía sus memorias practicamente termidadas, solo le faltaba relatar y contar como era el final de su existencia, dejó un espacio en blanco al final de sus recordadas y lúcidas memorias, para apagar el ordenador e irse a dormir;
Continuará...

Autor: Ángel San Isidro





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