El huerto de las pequeñas mariposas azules

Al arribar a la aldea de alta montaña, allá por principios de mayo, a lo primero que me dispongo es a cavar un pequeño rectángulo contiguo a la puerta de la pared de la casa. Luego clavo cuatro palos en las esquinas y ato a ellos unas cuerdas, a modo de cuadrilátero de boxeo. Esto es para que los gatos, perros y animales en general no me pisen la treintena de lechugas que allí planto. No es que me gusten mucho las lechugas, a penas doy unos cuantos bocados en las comidas. Tampoco es por ahorrar o ganar dinero, dada la escasa recolecta. La causa es otra bien distinta: al día de realizar dicha labor, mariposas azules pequeñitas acuden al mini huerto, revoloteando entre las diminutas plantas, el barro creado al regarlas y las piedras de cantos rodados de la pared, que es como está construida la casa centenaria. No sé dónde oí, o si alguien me lo dijo, que estas mariposas viven poco tiempo, por lo que para mí es un orgullo y un placer que elijan este trocito de mi jardín para disfrutar la breve vida que poseen. Y esta es la verdadera causa por la que siembro las lechugas. Luego, por las tardes, elijo un buen libro y me tumbo en la hamaca, o entre la hierba y las margaritas del corral (que es como llamamos al jardín), al lado del roncador y soñador Zizú, un gran mastín blanco, y la gata siamesa, que vigila a unos cachorros recién nacidos que corretean y alteran la paz del entorno. Son tardes donde no se puede negar el viento, la siesta de Zizú a la sombra o el de la gata siamesa bajo la hamaca donde observo el baile de las mariposas azules entre las piedras, cuerdas, barro y lechugas, como si de un combate de danza aérea se realizara dentro de un ring original. A veces hay espectadores que merodean con otras intenciones, como una felina gris y blanca que cuando tiene crías parece extraterrestre; no maúlla, sino que habla y vocaliza palabras de un idioma inventado por ella, pero inteligible a todo ser vivo. No se acerca al ofrecérsele alimento, sino que tienes que arrojárselo y ella lo recoge y sale veloz para dárselo a sus criaturas, que nunca vemos porque las esconde en el palacio derruido del centro de la aldea, lugar de altas murallas y lleno de malezas, altísimos nogales y zarzas; lugar impenetrable por las leyendas y el respeto al pasado de los lugareños. También hay un gran gato negro y cabezón oculto entre los árboles más alejados: entre el inmenso chopo, el gran pino o el cerezo, pero este acude como depredador; es el que se come a los gatos recién nacidos de la aldea. Pero esta es otra historia, perteneciente al otro lado de la vida, y hoy quiero contar el agradable.

 

la vida tiene sus sinsabores pocos podemos disfrutar de ellos, pero a veces buscamos el agradable, besos

 

Toda la razón del mundo, Marián, la vida tiene enormes sinsabores, pero si aprendemos a disfrutar con los pequeños detalles habremos dado un paso importante hacia nuestra felicidad. Un montón de abrazos aldeanos y montañeros.

 

Placentera lectura, me ha encantado! un abrazo.

 

Muchas gracias, señor Azul Dean, por su paso entre mis letras. se le saluda afectuosamente.

 

Leí de nuevo jejeje pero me encantó, es que el sistema me saco y no puedo recordar lo que escrib tal cual pero si recuerdo y me pasa al releer que esto es un regalo precioso en el que nos dejas viajar a esas montañas que ya se me antojan conocidas, en cierta forma si , a traves de tus ojos--letras ¡Gracias!!!
dejo un monton de abrazos azules para no asustar a las mariposas !!

Ahhh y no uses de ring las cuerdas , son ahi un simbolo de vida, belleza y paz jejeje

 

A mí también me sacó el sistema. No pude usar la cerveza para fastidiar a los caracoles porque vino uno de la aldea y nos la bebimos jajajjajaja. Probaré lo de las cáscaras de huevos jijiji. Muchas gracias, señora Ethel, por estar tan cerca de estas montañas. Se la saluda y se le manda un montón de abrazos desde la cocina, al lado del crepitar de la leña de roble.

 

Precioso relato. He disfrutado mucho con él.

 

Muchas gracias, señora Lore 1, por su agradable pasear entre mis letras. Se la saluda afectuosamente.

 

[FONT=&quot]Disfruté del relato, quizás porque fue contado desde un punto de vista contemplativo y agradable. Me trajo recuerdos, y a la vez realidades, de mi día a día.
[FONT=&quot]Tenemos la sierra llena de mariposas y de otras mil cosa que observar… además de nuestros gatos y perros, las águilas y las zorras… siempre puede haber algún disgusto, pero no hoy.
[FONT=&quot]Un saludo, estupendo relato.

 

Muchas gracias, señor Alonso. Observo que usted también disfruta con estas "pequeñas cosas que tienen las montañas y el mundo en general". Se le saluda afectuosamente.

 

AHHHHHH, QUE MARAVILLA, NO SABE,
entré solo por usted leí desde mi cel, eso de huerto de mariposas
y me atrapó,
solo por querer tener esas mariposas,
tendría gustosa un huerto, jajajaj.
ahhhhh, y si son azules las amo, más.

bello tu entorno, eso si llamo vida. rodeado de la naturaleza.
y esa paz que se desprende.


un gusto Sr Evano. :::sorpresa1:::

que tenga un maravilloso día.:::banana::::::banana:::

 

Muchas gracias Sheila, es la otra cara de la dura montaña, algo bueno tiene jajajajjaja... yo también le deseo un día y una semana y un año y una vida maravillosas. Se la saluda, amiga.

 

Realmente agradable el paseo por ese pequeño rincón de tu huerto. Maravillosas las descripciones. Un gusto llerte. Un abrazo.

 

Muchas gracias, don Luis. Se le saluda, amigo.