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El Infierno Son Los Otros

Tema en 'Prosa: Filosóficos, existencialistas y/o vitales' comenzado por edulcan, 16 de Junio de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 950

  1. edulcan

    edulcan Poeta recién llegado

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    Hombre
    “¡No soy feliz!, ¡Aun no soy nada¡”

    El infierno son los otros… Mi mente se destruye, todo a mi alrededor se nubla, no sé qué hacer, quiero escapar, perderme, quiero gritar, quiero llorar, nunca en la vida he deseado llorar, como ahora, siento que las lágrimas son lo único que apaciguaran mi ser, no sé qué es lo que siento, me veo en el espejo y lo veo, soy yo, pero yo no soy el, él es un ser oscuro, con una sombra gigante, ojos rojos, mirada penetrante, pero ese rojo no puedo dejar de verlo, de sentirlo, siento que me quema, siento que he conocido el infierno, El infierno es un lugar muy grande y al mismo tiempo, mi rincón favorito en el que nadie puede entrar en el que nadie descubre todo lo malo que llevo, es donde soy yo, el infierno son los otros, pues nuestras acciones y nuestra ceguera frente al mundo hace que en cualquier lugar del mundo este nuestro propio infierno, así como nuestra sombra que tiene que estar atada a nosotros. El infierno es parte de la vida de nosotros los pecadores, tenemos lados oscuros en el que no somos capaces de revelar frente a nadie. El infierno como un lugar seco, desolado, con tinieblas oscuras, en las que las tinieblas para mi representan mi alma oscura sin esperanzas, sin amor, sin cariño, sin ganas de vivir, Entrar al infierno tal vez sería una experiencia próxima para cuando estemos muertos, pues estar en el infierno se sentiría satisfactorio y aquí me encuentro Solo, en mi soledad esperando a enloquecer en la oscuridad. El infierno son los otros y en ese lugar lleno de malicia, hipocresía, sarcasmo, de ira, rencor, odio, venganza hacia uno mismo, En la vida actual el infierno es cualquier lugar en donde nos encontremos, pues el infierno son los otros y, yo también soy los otros, todos tienen el infierno en sí mismos lo construyen en su interior y exterior, con hechos que destruyen por completo la vida del llamado “mundo”. Mi infierno son los otros, porque a pesar de sonreír, ese frágil espejismo, esa distorsionada ilusión no vale nada ante el duro peso de la realidad, pero ¿El infierno son los otros?, me pregunto yo. Ya no sé, me siento cansado y quiero llorar, pero mis ojos están secos, o será que seca es mi alma, entonces quien quiere llorar?, veo en el espejo y todavía está el, con mi rostro, pero ahora lo veo más claro, el llora y llora profundamente y eso color rojo de sus ojos, solo son sus pómulos hinchados, desgarrados dolidos de tanto llorar, ese quejido es horrible, me duele, me lastima, hace que mi alma sangre, que mi alrededor sea un especio visceral, monstruoso, tengo miedo, porque sé que el infierno son los otros y los otros me odian, son unos horribles demonios con máscaras de ángeles, decididos a torturarme por toda la eternidad, y no es prepotencia, lo sé, soy humano y no tengo tal eternidad, es más cada vez que pienso en el final de estas palabras, mi mente se regocija con la imagen de mi olvido, de mi sueño eterno, y veo en el espejo, le he contado esa imagen y lo veo en sus ojos él también lo desea lo ansia, se destruye su mente solo con la sutil fantasía de esa imagen, creo que no somos tan diferentes, ese pequeño ente y yo, esa imagen demoniaca y aterradora ya no está, y solo queda un frágil ser, quedo yo, y entonces y si él soy yo y yo soy él; entonces soy el demonio de los ojos rojos, la sombra negra y la muerte pintada en la cara, pues, si en realidad soy yo el que no quiere escuchar, y él, que tiene todas las respuestas, él que tiene el nivel más profundo de conciencia, no lo sé, es que el infierno son los otros, y los otro se aproximan a mí, me dañan, me lastiman, me hablan solo al oído y eso es peor, porque tengo que oír de cerca su sórdida voz, su asquerosa forma se acerca cada vez más a mí, hay otros demonios que no me hablan, pero los veo los siento, me ven y me juzgan, me señalan con una mirada complaciente por hacer mi vida un infierno, susurran entre ellos, lo desgraciado que soy, lo impotente e inútil, y mis piernas tiemblan, mi cabeza duele, y solo quiero llorar, quiero llorar a cantaros y pido que si hay un Dios, que me escuche que me permita llorar, pero no sé, hasta en este oscuro infierno Dios está muerto, y no hay nada que pueda hacer, miro en el espejo y el sigue ahí, pero ahora también me observa, me juzga, me reprocha, porque no lo escucho, y no se si no puedo o no quiero escucharlo, porque sé, que cuando lo escuche saldré de este infierno, que es lo único que me hace sentir vida, sigo caminado, buscando a alguien que no me juzgue, pero entre más lo hago, más oscuro se pone todo, mas lúgubre, mas visceral, extraño tanto una solo cosa, extraño a la luna, que me escuchaba, e iluminaba el cielo con infinidad de estrellas para poderme ver, era muy linda conmigo, pero ahora ya no está, se ha cansado de mi horrible quejido, ese quejido desgarrador, en el puse toda mi esencia toda mi vida, toda mi oscuridad, y lo único que conseguí fue que ella sangrara de dolor, sus hermosos oídos no lo soportaron, solo recuerdo esa última escena mórbida, como me gritaba que parara, que me callara, pero ya no era capaz, solo quería, solo quiero, alguien que me escuche, que no me diga nada, y solo me escuche, pero solo quiero llorar, porque el infierno son los otros, Dios permíteme llorar¡… para poder ser feliz, aunque sé que cada lagrima será un estigma en mi alma, pero no me importa, creo que solo quiero morir, ¿morir solo sería lo mejor?; y es que en mi realidad, la mía y la de aquel ser que por fin lo comprendo somos unos y nada más que uno que preferimos la muerte, hay unos demonios, que me hablan más que los demás, dicen ser mis amigos, mis seres queridos, y quiero estar con ellos, todo el tiempo, y ahora toda mi vida solo dependen de ellos, siempre los encuentro en el mismo sitio, me esperan, hacen de mi infierno un purgatorio, algo más pasable, estando con ellos mi oscuridad cambia, se convierte en un extraño jardín sin color, sin vida, pero ya no es oscuro, todo es gris, y no oigo las voces de las formas que me rodean pero sé que hablan de mí, me juzgan, pero no me detengo y sigo, llego donde esos extraños demonios, y por fin oigo algunas voces, no me juzgan en mi cara, no me maltratan, pero puedo ver en su mirada, algo de regocijo por mi dolor, al final ellos son los peores demonios, porque se encargan de hacer mi infierno lleno de luces tenues de esperanza, que me arden el alma, me encierran en una prisión de ilusiones frágiles, de espejos inconexos, y es que ya me canse de que todos me vean con el pesar de un perro abandonado, no puedo estar triste, porque con el perro que pesar seguramente fue la vida dura, de un perro bajo la lluvia y démosle el pedazo de pan, cuando a nadie de verdad le importa una mierda nada del otro o lo mío solo hacen para sentirse mejor con su pútrida humanidad, y es que el infierno son los otros, malditos demonios purulentos, sagaces y mentirosos, con formas tiernas y tranquilas que esconden su podredumbre, su visceralidad, sus mentiras, sus caras llenas de goce por el sufrimiento ajeno, esas bocas babeantes y deseosas por un alma perdida, y muerta, asquerosos demonios que se preocupan por ellos, y mienten con sus máscaras de tristeza y comprensión ante las penumbras ajenas, malditos demonios a los que felices los busco y espero, mis demonios, mis amigos, y es que el infierno son los otros, malditos demonios que no me dejan en paz, y aun así, aunque los llame “amigos” aunque sean la luz de mi oscura caverna, no lo sé, no sé porque me siento así, no sé porque los odio, y sobre todo no sé porque lo seguiré haciendo a pesar de que en ellos me puedo encontrar.

    ah… pero, si esto es felicidad, y es lo único que me queda, entonces ¿qué es lo que estoy buscando?..., y en cada espejo lo veo a él, y que ser tan extraño ya que en cada espejo lo veo diferente, solo sé que esa mirada es la misma, la mirada llena de llanto y sangre, y aun todavía no lo puedo oír, solo veo como mi cuerpo se mueve por impulso, por instinto, yo no pienso en nada, yo no deseo nada, solo veo como mi cuerpo se mueve, y duele, mi mente me martiriza, mi visión cada vez más se distorsiona, ya no se bien que es lo que veo, intento ver mis manos y solo veo sombras, pero aggg! qué más da odiar, mi vida porque sí, estoy en mi derecho, de hacerlo, de odiarla, de estar inconforme, de quererme ir, a dormir a donde todo es oscuridad y paz, y porque no, si solo es la muerte la verdadera y plena libertad, entre todo lo que se aparece ante mi distorsionado y borroso mundo, hay algunas cosas claras que si soy capaz de vislumbrar, soy capaz de notarlo de sentirlo, me hablan y soy muy feliz, y más que sé, que son los últimos párrafos que pueden dar luz a mi oscuridad, es que, que tan glorioso puede ser el hallazgo afortunado de un libro, que puede cambiar el destino de un alma, y esas pocas que puedo vislumbrar, que me guían con su luz, que me hacen feliz, son las memorias de los grandes poetas, inmortalizados en el tiempo, esos grandes hombres, llenos de magnificencia, que pareciera que escribieron solo para una pobre alma deambulante, y esta prepotencia de que esto que me hace feliz, gira solo alrededor mío, es así, lo es porque así lo creo, así lo decido, porque en ahora y en este punto todo es diferente, mientras tenga la compañía de esos grandes héroes, es que en cada paso que doy, su voz me acompaña me ayuda, que sería de mí en este punto, sin la tierna voz reconfortante de, “Nietzsche, de Sartre, de Freud, la apaciguadora voz de Bécquer, de Julio Flórez”, son ellos que en cada página que paso me hablan y me ayudan, no cambian la oscuridad, ni le dan forma a los demonios, no!, ellos siguen ahí, e incluso son peores, pero ahora que estoy acompañado, mis piernas ya no tiemblan, mi cabeza ya no agoniza, mi alma ahora puede respirar, ahora ya puedo cruzar ese pesado lumbral, que es el marco de la puerta, ahora que puedo caminar en el exterior, con la guía y la luz de estos faros maravillosos, ya no es lo mismo ya podre seguir vagando en el túnel incierto que llamamos vida, pero ya no importa, ya nada importa, ya las cosas no son así ahora sé que ayer había sol, hoy hay niebla, ayer amor, hoy dolor, hoy Fe, mañana ilusión, hoy luz, mañana amor, y es que ahora lo entiendo, ahora es claro, lose, lose y no me cuesta admitirlo, vivirlo sentirlo, cargar con esto, si es que esto es lo que me hace feliz, esto es lo que llamo vida, nada más, y nada más lo podría ser, estoy hecho para esto, estoy aquí porque es necesario es real, y si!, el infierno son los otros pero, el infierno está ahí entre lo que me duele, y lo que me gusta, por fin he encontrado las palabras suficientes para seguir adelante, y si!, todavía deseo la muerte, todavía me cuesta escuchar esa figura en el espejo, pero puedo seguir, porque lo intento, y si es que estoy muerto en vida, soy una interesante anima, en este jardín muerto que llamamos vida, ya puedo sobrellevar todo, ya me he reconciliado con todo, y yo quisiera ignorar al que veo al espejo, pero ese tierno ser me sonríe hipócritamente y me recuerda quien soy, que quiero, que necesito, y es que somos uno al fin y al cabo, y aunque nada cambie, aunque el mundo siga siendo horrible y el infierno sean los otros, y los demonios sigan hay ahora que, si ahora soy un enigma esencial para ellos, en que a veces solo me sonríen y muchas me ignoran, y el infierno seguirán siendo los otros, pero ya no me volverán a temblar las piernas, y mi cabeza agonizara, Noo!..., ahora ya esos demonios ahora de mi vida un tormento, sin que a mí me importe, sin que yo deje de ser parte de los otros, y también sea un demonio, y también el infierno sea yo.

    “La esperanza es el peor de los males,
    pues prolonga el tormento de los hombres”
    Friedrich Nietzsche
     
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