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El libro que duerme

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por xantos123, 26 de Diciembre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 810

  1. xantos123

    xantos123 Poeta recién llegado

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    El tenue rayo de luz se coló por entre las raídas maderas de las ventanas atravesando el cuarto en penumbra, su débil luz iluminaba una estancia vacía, descuidada, el polvo llenaba los estantes, los sillones, las mesas con sus flores marchitas, el mundo de silencio se vio interrumpido por un pequeño roedor que aprovechó la oportunidad para disfrutar de la luz y corretear durante unos minutos por la habitación antes de desaparecer. Una suave brisa penetró por entre los rotos cristales con su agradable perfume primaveral batiendo las tablas carcomidas, su música recorrió el cuarto levantando pequeñas nubes de polvo, acariciando y limpiando los objetos que dormían, jugando se abrió paso por entre todos los muebles hasta llegar a la mesa central donde reposaba un libro mohoso, antiguo, viejo como el tiempo, grande y misterioso, abierto casi por la mitad. Entonces...

    Las páginas empezaron a deslizarse, al principio de una en una, después en un torbellino que casi amenazaba con arrancarlas de cuajo, la brisa miraba, observaba el extraño fenómeno con curiosidad, ni siquiera lo había tocado, pero entonces vio algo que la dejó perpleja. El libro se paró en una página con hermosas y brillantes ilustraciones y oyó unas extrañas voces que provenían del libro.

    - Te fías del mago.

    - No

    - Entonces, ¿por qué lo haces?

    - Alguien tiene que hacerlo.

    - Pero nadie lo ha hecho antes.

    - Hoy será la primera vez.

    - No vayas Peter.

    - Si no quieres venir, quédate aquí con los demás.

    El silencio volvió al extraño cuarto mientras las sombras se alargaban y los minutos se hacían horas. Por fin, después de varias horas el libro volvió a hablar.

    - ¿Estás seguro que éste es el camino?

    - Sí, el mago fue muy claro al respecto, estamos casi fuera.

    - Maldito mago cuando volvamos le estiraré las orejas.

    Apenas unos minutos después de la superficie lisa de las páginas surgió una forma imprecisa, un pequeño bulto que rápidamente volvió a desaparecer, apareció y desapareció, apareció y desapareció, mientras el libro empezó a sacudirse y un fuerte golpe empezó a repetirse con cada sacudida.

    - La llave no entra.

    - Déjame a mí, tus manos son demasiado grandes.

    Una última sacudida del libro, un último golpe que se oyó en toda la habitación, por no decir toda la casa, y el pequeño bulto volvió a aparecer sobre la superficie de una de las ilustraciones del libro. Era una puerta vieja y destartalada de madera de roble, oscura, cubierta por mil enredaderas y con flores de jazmín y madreselva, sobre su marco había una inscripción: “Sallivaram sal eq siad le”. La puerta se abrió dejando ver una total oscuridad en su interior, un pozo negro, llenos de extrañas sombras danzantes, que gemían y gritaban en un torbellino que pareció succionar toda la luz del cuarto durante unos segundos. Luego cuando el mundo pareció aceptar su existencia, algo empezó a surgir de la puerta, una forma delgada y alargada empezó a arrastrarse por el marco de la puerta, lentamente, lentamente, cada milímetro parecía una eternidad, cada vez se hacía más precisa... era un dedo, un dedo con la uña mordida y muy sucia por cierto. Se oyó una voz.

    - Ya estoy, ya lo tengo, casi, maldito mago, cuando lo coja se va a enterar.

    - Peter, estas malditas sombras no quieren soltarme.

    - Agárrate a mí, ya casi estoy.

    Tras el dedo vino otro y otro y otro, una mano sucia de uñas mordidas, luego otra mano y después una cabeza que se asomó por la puerta lentamente, un rostro infantil, grácil y hermoso, de ojos verdes y con una deslumbrante sonrisa.

    - Ya estoy dentro, falta poco, anímate, ya estamos en la cima. ¡Ay!, ¿por qué has hecho eso?

    - Para que despiertes, hemos estado escalando la maldita montaña durante varios días, estoy destrozada, apenas puedo mantenerme en el aire con mis pobres alas y después de haber atravesado toda esa oscuridad de ahí atrás, no se te ocurre otra cosa que pararte ahí delante impidiéndome pasar.

    - Perdona, sólo estaba viendo el panorama y asegurándome que no hay peligro, la verdad es que todo parece muy sombrío.

    - Bueno eso lo discutiremos más adelante, ahora, ¡apártate!.

    Era un niño no cabía la menor duda, un hermoso niño de unos 11 años, delgado, no demasiado alto, vestido con unos pantalones viejos raídos atados con una cuerda, un jersey lila y una capa marrón con extraños dibujos circulares de multitud de colores. Pero sucedía algo extraño, su tamaño no se correspondía con la de un niño normal, era más pequeño, mucho más pequeño, era como si su cuerpo se hubiera encogido. Tras él surgió una pequeña criatura alada, no mayor que su mano, sus rasgos eran apenas perceptibles por el continuo resplandor que la cubría, parecía una luciérnaga en medio de las tinieblas de la habitación, se posó en el hombro de Peter y los dos contemplaron el oscuro cuarto.

    - ¿Dónde están?

    - Los mayores dijeron que estarían esperándonos, ¡pero aquí no hay nadie!.
     
    #1

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