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El libro

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por elissp, 6 de Octubre de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 294

  1. elissp

    elissp Poeta recién llegado

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    13 de Marzo de 2014
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    Mujer
    En una sucia callejuela, en la que apenas asomaban unos cuantos rayos de sol, lánguidos, ocultos por altos techos que daban el aspecto de podredumbre, permanecía casi oculto un bulto humano, un ser que producía aversión en cualquier transeúnte que osase pasar. Para desgracia mía, por motivos de trabajo tuve que recorrer está lúgubre callejuela para llegar a tiempo. Fue el primero de mayo, salía a prisa de mi casa con un gran atavío de papeles, vistiendo un frac oscuro y zapatos de charol, impecablemente limpios. Bordee el parque de C*** y me dirigí de inmediato a la callejuela ya mencionada; antes de ingresar escrute el lugar con mi mirada para salvaguardar mi propia vida, debido a la oscuridad que se cernía.

    Me introduje vertiginosamente dentro de esa estancia de muerte, habría caminado unos pasos cuando atisbe aquel bulto. Esa masa que se levantaba trémula en el suelo, parecía un espectro del mismísimo infierno; Se trataba de un vagabundo (seguramente) más bien de alta estatura, agazapado contra la pared, parecía estar en un sopor profundo, y de tiempo en tiempo se movía buscando apoyo en la cruel acera. Su cara llena de grasa negra y su pelo en una inextricable maraña, a pesar de ser tan ralo como las hierbas de un lote baldío, mostraban un deterioro prematuro en toda su humanidad. Mas no fue su aspecto fúnebre lo que se apoderó de mí. En su mano tenía apretado un objeto tan destartalado como él, era un libro, apenas visible entre sus harapos que colgaban por todas partes. Casi no poseía portada alguna, sus hojas eran de un color amarillento, y hasta donde pude ver estaban garabateadas por toda su extensión. Me detuve un momento más en frente de aquella masa viviente impelido por mi curiosidad, hasta tenerlo en frente de mí; entonces volví a mis pesquisas y logré divisar, en su casaca, una funda de papel en la que seguramente debía de ocultar una botella de algún licor barato. Así me mantuve algún tiempo, como enajenado por un espectáculo callejero, en donde aquel hombre se convertía en el bufón para deleite mio, o así me lo pareció; pero aquella ocasión no reí. Fue el tañer de una campana la que me la me levantó inopinadamente de mi abstracción. La campana dio su postrero gemido cuando daba vuelta a la esquina en dirección de mi trabajo.

    En el resto del recorrido el enajenamiento no se había ido completamente, y a cada paso que daba esa imagen, ese ser infeliz rondaba por mi cabeza, dando vueltas alrededor mío como esos pájaros en las caricaturas. De cierta forma me sentía así, como en un dibujo animado, en donde no importa lo que pase al final del capitulo, todo vuelve a ser igual, y las tristeza o risa se esfuman en un momento dando paso a una incipiente soledad. Daba zancadas conforme se acortaba el camino, dos o tres veces al cruzar la calle escuche el sonido molesto, el irritante bullicio de los autos y sus conductores, sea para insultarme por no percatarme del semáforo, o para decirse improperios entre ellos. De cuando en cuanto levantaba la cabeza al cielo como buscando una respuesta a todas las desgracias que he podido observar a los largo de mi vida, y me recriminaba también el no haber hecho nada. Nuevamente regresaba la imagen del hombre, su libro, su funda de papel y me sumergía en especulaciones absurdas. Ya se me figuraba un delincuente, ya era un vago, o tal vez (y era lo último que pensaba) era un buen hombre que cayó en desgracia. ¿Pero el libro?, ¿qué significaba aquel libro?... así llegue hasta la estancia en donde debía pasar el resto del día, subí aprisa para evitar una multa y en mi mente ya no debía existir espacio para divagaciones si quería conservar mi empleo.

    El resto del día transcurrió de forma normal: presenté los informes, salí al almuerzo apresuradamente, hice la presentación del proyecto y ya en la tarde me puse en marcha a mi casa con nuevos informes para el día siguiente. Al acercarme a la callejuela me decidí por tomar una ruta alterna, sea por la oscuridad de la que se cubría, por el miedo, o por no volver a ver al hombre de la mañana. En casa me di una duchada, preparé algo de comida y una vez terminados los nuevos informes me tendí en la cama; no tarde en dormirme.

    Al levantarme un frío desgarrador recorría mi pecho y mis manos aún temblaban convulsiva mente debido a las imágenes de un sueño que se borraba lentamente: “El cielo se oscurece, las nubes en convulsivos movimientos giran alrededor de la luna que deja caer sus trémulos hilos de plata en la tierra yerma. Montañas enormes se levantan por todas partes y luego caen casi de inmediato aplastando todo a su paso, yo me encuentro en medio de está titánica pelea. Trato de correr, de subir por los hilos de la luna, pero está se deshace al instante dejándolo todo en una absoluta obscuridad; de pronto ya no necesito de la luna para ver, me guió por llanos que resuenan alrededor mío, intento encontrar de donde proviene el clamor; en el camino tropiezo varias veces y caigo, entonces palpo bultos que emergen del suelo, que se levantan unos a otros y entre todos se van uniendo vertiginosamente hasta formar las montañas que habría visto anteriormente. Yo aún me encuentro en el suelo, y trato de reunir gentes alrededor mío pero nadie me escucha, entonces un rayo de luna asoma y logró vislumbrar un bulto zarrapastroso, es el viejo con el libro en sus manos, pero aún está yerto. Corro hacia él pero un abismo se abre a mi paso... nada puedo hacer, de pronto me doy cuenta que los bultos que yacían el el suelo se acercan y entre todos construimos una especie de puente; alcanzamos la otra orilla pero ya es demasiado tarde, el hombre ya no se levanta de su sopor. De entre todos emerge un individuo y nos reúne nuevamente, y empezamos nuestra propia montaña pero nadie quiere quedarse en la base para sostener a los demás y todos caemos al vacío. De entre todas las montañas que se forman son pocas la que logran llegar hasta la luna y uno a uno suben hasta perderse, el viejo es una de esas gentes y con asombro lo miro alejarse; tras irse él,veo el libro el el suelo.”

     
    #1
    Última modificación: 13 de Octubre de 2014

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