El Loco

Aquel airado joven no sabía gemir de congoja ante las inconstantes brumas de la inocente locura que se iban cirniendo sobre su ya descompuesta alma.Rezaba su frágil conciencia que sólo en la presurosa desintegración anímica se alcanzaba el infinito destello de la perfección poética.Mas el no la escuchaba.Tan ensimismado estaba por practicar la latente religión de la naturaleza,postrado de hinojos sobre la sacro santa tierra,húmeda de rocío nocturno,el cual abrasaba las rodillas del muchacho cual ascuas fugitivas de una exangüe hoguera abandonada de San Juan.Cuando,imperceptible,el manto sedoso del delirio se postró sobre su fracturado cerebro de semidios abandonado,se escondió en una lúgubre caverna para que no lo sorprendieran los primeros rayos cegadores de la salutífera alba.Estaba enfermo.Pero su frenesí le hacía vaticinar glorias futuras con las que sería condecorado tras su muerte bañada en oro.Cuando la noche volvió a sembrar su alargada sombra sobre su pétreo recinto carcelario,salió el bello loco,con las mejillas hundidas y la frente canosa,y dio gracias a los severos dioses por haberle dado semejante don.

 

homo-adictus,la locura es un don que nos permite profetizar e intuir las sagradas sombras etéricas que despliega la desbordante naturaleza.Ahí es donde se ocultan las verdades al mísero cuerdo de corazón soberbio.Hay mucho iluminado en los manicomios,para desgracia nuestra.Es triste,pero así es la vida.Atentamente Edouard.