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El Maestro de Marionetas

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Kwisatz, 28 de Abril de 2014. Respuestas: 0 | Visitas: 668

  1. Kwisatz

    Kwisatz Poeta recién llegado

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    EL MAESTRO DE MARIONETAS


    No puedes vivir enamorado de alguien que no existe. Necesitas ayuda. Te quedarás solo.

    Eso es lo que me decían las pocas personas que me han querido en vida. Sus profecías parecen haberse cumplido. Estoy solo. Mis marionetas y yo, solo.

    Progresivamente me he ido aislando del mundo que me rodea. Lo he hecho a conciencia y me he convertido en el maestro de unas marionetas que sólo actúan en mi mente.

    El refugio para alguien que perdió su corazón, y quizá la cordura, tanto tiempo atrás en aquella aciaga noche que parece perderse en las nieblas del tiempo y que sin embargo duele tanto como si hubiera sido ayer.

    Recuerdos borrosos como un sueño, o más bien pesadilla, de los tres subiendo a altas horas por las escaleras al salón entre risas achispadas nacidas de los vapores del vino. Ella sentada al piano, tan hermosa, tan etérea como un ángel, con la gracia de una diosa. Y él, él... Sentado a su lado, apartando sus largos y sedosos cabellos, besándola en su pálida nuca. Ella sonriendo, jugando a su juego.

    Entonces lo vi. Entonces entendí. Juraría que por unos instantes él me dirigió una mirada insolente, triunfante, maliciosa. Sus ojos se reían de mi desdicha. Yo permanecía petrificado, indignado, lleno de ira. Hubiera querido matarlo allí mismo. Pero en vez de eso me sumí en la tristeza más desoladora que un hombre puede conocer. Porque cuando miré al rostro de mi amada, ella era feliz.

    Había volcado todo el amor que era capaz de sentir en hacerla dichosa. Y ahora resultaba absurdamente inútil, pues no lo necesitaba, no me necesitaba. Yo que nací para tumbarte en un lecho de flores...

    Me levanté herido en lo más profundo de mi ser y abandoné aquella habitación para siempre sin mediar palabra alguna. Alcancé a ver de soslayo como su radiante sonrisa se desvanecía en una expresión de incomprensión.

    Pero me fui y nunca más gocé de su compañía aunque cada día de mi vida la tuve presente en el pensamiento.
    Quería tu amor. Quería compartir contigo todos los días de nuestra existencia y disfrutar juntos la complicidad de lo íntimo y cotidiano. Quería convertirte en la mujer más dichosa sobre la Tierra.
    Quería todo eso pero no tu compasión, ni tus lágrimas.

    Fue entonces cuanto te tallé a ti, mi querida marioneta. Te di su nombre, te di su cara, te di una voz impostada.

    Tú siempre me correspondías, mi dulce y fiel compañera nacida de mi alma partida. La sublimación de un anhelo perpetuamente insatisfecho.

    La vida es así de cruel para algunos. Vivimos para ser torturados por la sed de amar y ser amados.

    Ojalá fuera Dios para insuflarte la vida con mi aliento y no tener que tirar yo de los hilos ni fingir con mi voz tus pensamientos. Pero sólo tengo mi sangre. Tómala... Tal vez así al fin podamos estar juntos...
     
    #1

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