El marica esta meando en el baño

‘’El marica está meando en el baño’’, dijo el papá del que se olvidaron nombre.
Estaba en el baño mirando, amaricadamente, el recuadro de los dos ángeles querubines mientras desbebía en el váter de su infancia.

Sí, todavía eran tres de prepucio, reseco y podrido, que siempre lo hacía sonreír frenéticamente mientras se sacudía y salpicaba, como si fuera a propósito, por las losetas del piso.

El monstruoso cabezón torpemente se movía por el alosetado y apestoso cuarto, con mirada más de perro que de humano y con cráneo más de agua que de sesos.

Ensemesmido, miraba su reflejo cabezón en el espejo mugriento y recordaba el pasado, era el único momento de la rutinas semanales en donde se le veía un centello de vida en los ojos, en sus ojos muertos y vidriosos como el cristal asqueroso que los reflejaban.

En la casa estaba el vecino parlanchán hablando con Don Manuelo de los aconteceres del barrio mientras niños se escuchaban riéndose alborotosamente, hablando del ‘’subhumano’’ mientras pasaban por la calle.

‘’Esta cosa ya no tiene más remedio’’ decía Manuelo. ‘’Esta cosa nos ha pena’o la vida’’.

‘’Porque será, esa engedra ‘el diablo, porque bota tanto por ese pipí y nunca se le vacía esa cabeza e’ cisterna’’.

El vecino lo convalecía hipócritamente, ignorando a Manuelo y cabezeando, mientras esperaba y miraba miedosamente que se abriera la puerta del baño.