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El mensaje

Tema en 'Prosa: Ocultos, Góticos o misteriosos' comenzado por SERGOM, 10 de Mayo de 2015. Respuestas: 0 | Visitas: 665

  1. SERGOM

    SERGOM Poeta recién llegado

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    4 de Marzo de 2012
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    “ …y Javé Dios plantó un huerto en EDEN, al Oriente, y puso ahí al hombre que había formado…”



    Fue, seguramente, en esa soledad. En esa sola presencia sin sentido de tiempo, espacio ni pertenencia. En el origen mismo de las cosas y de los hechos, desde donde partió el tren del Génesis de la vida repartiendo días y noches sobre la faz de la tierra.-

    Sentado frente al árbol, elucubrando quizás las primeras cavilaciones metafísicas, el hombre tomó una especie de piedra con punta afilada, rústica y amorfa e intentó esbozar un dibujo que lo representara en ese estado, en esa situación de desamparo total. Se retrató posado en el suelo, contemplando el cielo lleno de estrellas, la luna, y al cual había anexado también el sol, únicos elementos que tenían la particularidad de abandonarlo temporalmente y los primeros en regalarle el sentido de la espera. Sus ojos habían quedado dibujados como ausentes bajo aquel manto celestial, perdidos ante la magnitud arrebatadora del firmamento, buscando algo sin saber que era en aquel paisaje lejano. Debajo del dibujo logrado, había esbozado algunos símbolos dispersos, algunos caracteres desordenados, sin mucha precisión ni estética debido a la férrea resistencia del árbol y al poco manejo eficiente de la roca.-

    Aquel mensaje, cabe llamarlo así, quedo adherido al firme tronco por varios años, soportando la clemencia del tiempo y de los siglos, viendo la transformación lenta y continua del paisaje y los hombres.-

    En los albores del Neolítico, cuando la humanidad pensó en dejar de andar tanto, mientras se formaban los primeros poblados, alguien, probablemente un líder de tribu añejo, buscando el lugar propicio para asentarse, tropezó en su caminata con el tronco del árbol milenario. Agachado, con la mitad del torso desnudo, bañado en tierra y polvo de color pardo oscuro, aullando gemidos agudos y largos, giró en torno de éste varios instantes, mientras lo observaba con cejas marcadamente arqueadas. Durante un tiempo, luego de un vasto análisis, decidió tratar de revivir los contornos de aquel dibujo difuminado, con un hacha de piedra pulimentada con mango de madera.-

    Trazo a trazo despertó la esencia del mensaje sobre el tronco dormido, tratando de descifrar mientras avanzaba, algún conjuro o evocación de los antepasados sobre la fertilidad y cultivo de las tierras, que servirían como una especie de guía al momento de elegir el terruño donde radicarse.-

    Cuando la iniciativa restauradora hubo terminado, luego de varios días y varias intenciones de abandono, cuando ya lo que se escondía sobre la corteza logró ser visible desde todo ángulo, tomó un descanso parado al costado del árbol y aprovechó esos instantes para escrutar el territorio. La hierba firme y verde se desplazaba por doquier, los árboles formaban un buen reparo para los azotes del viento frío, las bandadas de pájaros matizaban siempre el horizonte lejano, el agua radicaba a solo algunos pasos de allí, por lo que aquella superficie contaba con las ventajas esperadas para tomar posesión.-

    Los primeros esbozos del urbanismo, las primeras casas de adobe, se formaron en ese sitio, tomando como eje central de la organización de las mismas, el tronco descubierto y restaurado por el guía, dándole a ese cuerpo de madera con signos indescifrables a su entendimiento, la fuerza de una premonición, un augurio, la certeza que pronosticaba buenaventura y esperanza.-

    Con el devenir de los días y las noches, con el crecimiento de las cosechas, por la riqueza del sol y la piedad de la luna, el tronco y su mensaje se convirtieron en objeto de culto por todos los habitantes, agradeciendo con bailes, gritos y alcohol de miel en la sangre, la buenaventura regalada e impetrando con plegarias ancestrales la sobreprotección futura.-

    Devino en monumento cuasi-religioso, rodeado de piezas de cerámica blanca con inscripciones sobre la superficie, la mayoría tenía la reproducción exacta del mensaje incomprensible, y con una hoguera cerca, siempre encendida con una llama firme y constante. Día tras día.-

    Caminaron los siglos, uno tras otro. Los pueblos y las culturas se fueron fusionando en cada encuentro. Algunos caían por cruentas conquistas arrasadoras, otros por filtraciones imperceptibles de costumbres, formas e idiomas de distintas sociedades. Pero a lo largo de la Historia inicial, el mensaje ha ido perdurando inalterable a través del tiempo, sobreviviendo como creencia o leyenda, arrebatado a pueblos desaparecidos, tomado como propio en casos especiales donde era plausible la convivencia. Encontrando en cada cultura que lo adoptaba, nuevas formas estéticas de presentación, nuevas formas de idolatría, nuevos rezos, ruegos y plegarias. La principal tarea para su conservación recaía sin dudas en la labor de los brujos, hechiceros, magos y adivinos que todo pueblo llevaba como guía espiritual y consejero del gobierno. Su trabajo consistía, entre otros, en valorar cuales serían las formas, los métodos y los objetos de culto, tanto los propios como los resultantes de los pueblos conquistados o fusionados. Ellos determinaban que era digno de idolatría y que no.-

    El mensaje fue siempre elemento de análisis exhaustivo, de reflexiones, de reuniones, de discusiones por parte de las castas dominantes, y hasta originó tensas guerras civiles para determinar su destino; dada su poca comprensión y debido al poder sobrenatural adquirido a través de los siglos y las creencias. Se le adjudicaron milagros imposibles, guerras ganadas ante adversarios superiores en el arte de la lucha, curas de enfermos agonizantes y cualquier hecho que significara una mejora sustancial en el desarrollo de la civilización donde estaba, se le concedía automáticamente al poder milenario, eterno y omnipotente de aquellos símbolos. Como si fuera una premisa emanada y escrita por la voluntad de un dios, y que los hombres, lejos de todo entendimiento, debían preservar, cuidar y adorar.-

    Así, fue transcrito por los Sirios en barro cocido; por los griegos en tablitas de madera encerada; en papiros por los egipcios y finalmente en un pergamino romano que adornaba y velaba la corte del emperador de turno.-

    Con la irrupción de los pueblos germánicos (los mal llamadas BARBAROS, solo por ser distintos), la constitución política y social fue duramente quebrada. Estos invasores se apoderaron de todo botín material y avasallaron con creencias y costumbres instaladas por siglos en las culturas existentes.-

    Todo lo que no servía como recurso inmediato, se dejaba de lado y engrosaba la pila de basura del imperio caído. Cada estatua, cada altar, cada trípode, cada cuenco de bronce, usados en el sistema religioso y que no representaba en nada a Odín, eran abandonado, destruido o enterrado. El mensaje parecía tener ese mismo camino.-

    Pero al parecer algún integrante de esa corte Romana en decadencia, aun presa de la desesperación y la angustia, buscando los recodos de los caminos dentro del imperio para huir, logró tomar el papiro sagrado, con su dibujo y palabras, y salvarlo de aquella embestida abrupta y destructiva de los hunos y germanos.-

    Pasada la mitad del siglo XIX, una expedición arqueológica descubrió en el Norte de Africa restos de lo que, creían, podría haber sido alguna civilización antigua. Entre los integrantes de dicha expedición, se encontraba un viejo filólogo especializado en la corriente clásica, graduado con honores en la universidad de Cambridge. Su nombre era Edward Stone y Thompson, quién seguía con mucha ansiedad las excavaciones en busca de todo símbolo o carácter que se presentara. De los restos que la tierra iba revelando, las conclusiones y deducciones aportadas por cada miembro, eran muy similares: sin dudas se estaba ante una civilización relativamente nueva, de no más de 1200 o 1400 años de antigüedad a juzgar por los restos de las artesanías, algunos escritos en cerámica y monedas antiguas, principalmente. Sin embargo un elemento encontrado entre el montón de cosas halladas, ponía en duda algunas deducciones, según el viejo académico Edward.-

    Estirado con delicadeza sobre una mesa improvisada, cubriéndolo del sol y del viento, se encontraba el viejo papiro con el mensaje grabado. Apenas legible, derruido en sus bordes, con el olor a tiempo transcurrido y color de siglos guardados, se asomaba desafiante nuevamente, luego de siglos y siglos de hibernación en tierra. Había estado dentro de una caja pequeña, como si fuera un diminuto arcón personal para llevar cosas de gran valor.-

    El viejo lingüista no alcanzaba a ordenar en el tiempo aquello que veía. El dibujo era fácilmente interpretado, pero lo caracteres debajo de aquél era la gran incógnita que se resistía a los embates de las enciclopedias. Una cosa era segura. No pertenecía de ninguna manera, ni en tiempo ni espacio, al período en que vivieron los restos que estaban encontrando. Esos símbolos, deducía el profesor, eran notablemente pre-existentes a todo lo que lo rodeaba, no había relación alguna entre lo escrito en el papiro y los restos que dormían entre raíces y tierra removida. Era un vocabulario rudimentario, primitivo, arcaico, parecía proveniente de los inicios del arameo antiguo o de alguno de sus dialectos usados en esa época, incluso de mucho antes también.-

    Cuando la expedición culminó, el académico solicitó llevarse el mensaje con él y someterlo a un estudio en profundidad con todo el rigor científico imperante. Nunca había visto nada más extraño en su vasta experiencia, que ese manuscrito con dibujo incluido, hecho en un papiro que le era miles y miles de años más joven. Ese ímpetu por descifrar lo escrito respondía notablemente más a una satisfacción personal que a una contribución a la ciencia para su estudio y aprendizaje.-

    Esa mañana, una de tantas que Stone y Thompson pasaba en su estudio, se presentaba con cielo sombrío y nubes plomizas y con el frío arañando la ventana. El catedrático en lenguas muertas estaba leyendo, ensimismado, en vos suave, rodeado de una pila de libros y machetes tachados varias veces, con cuadernos llenos de signos, fórmulas y frases a medio terminar. En ese entorno, el significado del mensaje había ido mostrándose de a poco a través de la traducción estudiosa y pulida de Edward. Sólo le faltaba unir algunos caracteres que no alcanzaba a leer muy bien debido a los impactos del tiempo y del hombre sobre la lámina.-

    Luego de algunas horas más tarde, el trabajo había concluido. Ya no le quedaban dudas que la traducción era la correcta, había transcrito una y otra vez todos los signos con distintos métodos y técnicas, y siempre el resultado era similar. Pero su postura no demostraba satisfacción ni regocijo por el objetivo cumplido con creces. Más bien, y aún con el mensaje totalmente traducido a un idioma ampliamente comprensible, su cara representaba cierta interrogación, cierta duda acerca del resultado, debido al significado de la frase dispuesta.-

    Debajo de aquel dibujo ancestral, de ese hombre solo sentado en la tierra, observando el cielo, las estrellas, la luna y el sol, el mensaje rezaba:



    “ Tardarán mucho…..en venir……a buscarme ? ”



    “ tomó pués Javé Dios al hombre, y lo puso en la huerta del EDEN, para que lo labrase y lo guardara ”
     
    #1

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