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El Mozo Condenado

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Santa Tabla, 12 de Julio de 2011. Respuestas: 1 | Visitas: 740

  1. Santa Tabla

    Santa Tabla Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    10 de Julio de 2011
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    Frente al jardín de la iglesia un niño se postra con la mirada al cielo, su mano hace un ademán de saludo, finge, imagina -lleno de bondad-; que su cuerpo es una estatua de mármol. La gente se pasea en torno a él, lo miran sonrientes y afables, finge: tiene el anhelo de la eternidad en sus huesos. No desea ni dinero ni amor ni paz… Lo único que desea es la bruma por la mañana rozando su pecho, la lluvia bañando su cándido rostro, el rayo del sol reverberando sobre su mueca torcida, respirando siempre glorioso el bálsamo del álamo y el abedul, contemplando siempre conmovido todos los eclipses,etc.¡Para siempre!, Lo desea fervorosamente.

    En el colegio; no se mueve de su pupitre; sus notas van en descenso; intenta no mover ni un párpado; no tiene ni un amigo, ¡Bueno!... Se lleva tan bien con el árbol y la flor, y a veces él llora frente a los muros, se acomoda junto a las rocas e imita su pereza…
    De noche; por horas en su tejado le reza a la luna; le implora amanecer con un jardín de bellas flores en su cabeza; que su cuerpo sea todo mármol; a excepción de su rostro y sus mansos genitales – si así lo permite la Santa Luna-; sus ojos dos poderosos rubíes; orejas de plata; nariz de bronce; dientes de oro; y su lengua de marfil, afuera, colgando como la del perro sediento; y su pene de plata; sus testículos de plomo; y al igual que el árbol, de sus pies enormes raíces penetren la tierra alimentándose de ella…

    Es domingo: su Madre lo quiere en la iglesia de nuevo. Corre otra vez al jardín y se postra cual firme y dichosa estatua; orgullosa de su calma inquebrantable. Su madre lo devuelve al Templo; reprendido. Él mira al cristo herido que emana sangre a raudales, se ríe un poco, pero luego lo contempla con envidia. De ahí en más se adentra en las Sagradas Escrituras; quiere saber por qué ese cristo de las viejas fábulas si pudo convertir su cuerpo en estatua, mirar plácido derrumbarse los imperios y verlos nacer de nuevo. No sabe aún cuanto de todo esto se tiende en la Fe.

    Tiene ahora nueve años: observa incrédulo la estatua del santo; por igual la del Quijote, maldice a la Luna y llora; llora por horas hasta que escucha murmullos, cree oír un susurro que lo llama por la ventana y un inmenso resplandor lo rodea; lo invade y él mira su carne desprenderse de su esqueleto; estirarse y cubrir todas las planicies del mundo; su sangre derramarse sobre todos los mares, lagos, ríos, pozos, etc. Sus ojos saltan de sus cuencas y ascienden al cielo; se vuelven cientos; luego miles y entonces millones de luces que parpadean por la noche. Y durante el día resplandece su corazón delirante: ¡cálido dorado para todos!.

    Tiene ahora dieciséis años: le repugnan las biblias y los cristos; los bustos del héroe patriótico y los libros de texto, ¡Ah!...El busto pedante del científico y el del artista que se colocan en las plazas…
    Las señoritas con su mirada se ruborizan encantadas; y es que en verdad es bello el joven; más sin embargo a él poco le interesa todo esto; él se fascina del hombre y de la mujer por igual con el toqueteo lascivo que le brindan ambos sexos.

    La madre llora; él ya no escucha, él ya ni estudia ni trabaja; solo se embriaga, solo lee libro tras otro; y al llegar el alba tiene la necesidad de caminar hasta tener ámpulas en los pies: y los refresca en los ríos que topa en los pueblos vecinos; luego visita cementerios de viejas aldeas a donde ya nadie va y cree conversar con el muerto: esta –como todos nosotros-, medio loco.

    Regresa al atardecer cansado, hambriento; se encierra en su habitación, (es misántropo). Se tira en su camastro toda la noche a libar ron y a escribir poemas de inútil comprensión, sin depurar estilo, sin razón artística ni anhelo de fama perenne. Quiere esa noche encerrarse en el olvido y cortarse el cuello. Su terrible crápula entre melancolía, alcohol, éxtasis y adolescencia lo salvan esta noche.
    Amanece: ensangrentado, confuso y sumiso como un perro. Se detiene frente a un espejo y mira a un tierno infante llorar dentro de sus ojos de sepultura. Entonces de súbito se esboza en su rostro una blanca y excelsa sonrisa. En aquellos ojos terribles cree ver gemir a todos los dioses vueltos una estatua: atrapados en sus ojos de sepultura.
     
    #1
    Última modificación: 13 de Julio de 2011
  2. chiquita

    chiquita Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    2 de Julio de 2011
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    22
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    me encanto tu poema, me hizo reflexionar demasiado gracias por esas bellas palabras que me han deleitado mucho
     
    #2

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