El mundo de Pintado

[center:fb9a778031]“El mundo de Pintado”[/center:fb9a778031]



La fábrica del día había escupido su humo negro. Las masas de la ciudad se movían, como placas teutónicas provocan un sismo social.

El niño observaba desde su ventana hacia la puerta, en su mundo de color. Como lienzo viviente, pasos daban aquellos que su rumbo perseguían. El normal día, la noche oscura, el amanecer, el niño velaba, desde la ventana, su mundo colorido.

El niño observa, fijamente, a aquellos que tratan de descifrar la gama de colores, que entristece a algunos y da cólera a otros a otros.

Se abre la puerta a las ocho y el niño observa, otro niño como el entrar. Se miran fijamente, ambos mundos, un mundo fijo y colorido, un mundo vivo y gris.

Ambos miran en sus ojos, ojos muertos y coloridos, ojos vivos y grises. Ambos se envidian vilmente. Pensamientos transferidos de lienzo a lienzo. Abre sus ojos el niño de la ventana, camina hacia la puerta, su colorido mundo atrás, se despide de su pintura, y le guiña el ojo al que tomo su lugar.