El Nenúfar

El nenúfar plateado, flotando en medio de la honda superficie del estanque mágico, ofrece sus más fervientes encantos de aroma de tirso báquico y tabaco requemado. Es la hora punta de una noche, donde el vidrio cantor de tal bella flor, sumerge las mentes de los contemplativos ancianos en recuerdo de oro y mirra. Y ellos, encantados, entonan una mansa melodía que abre de par en par el sagrado corazón de Jesús. Pero, el nenúfar se ha marchitado. En medio de la densa obscuridad, una risa de bufón diabólico atormenta ahora a los que se las tenían por felices. Cada uno de ellos se desviste de su túnica raída. Y se sumerge en el polvoriento plato de las acuosas conversaciones. Pero, ¡ay! un torbellino del fondo los atrae sin más dilación. Mueren ahogados. Y es entonces, cuando un gigantesco tallo de mujer sacra y pálida como la muerte ofrece a la recién consagrada luna llena, la flor enigmática que pervirtió con su ahogada vida a unos pocos y valientes filósofos de frente despejada y ojos de pupila viva e infinita.