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El nombramiento (cap.1)

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Vicente Moraleda, 15 de Junio de 2011. Respuestas: 2 | Visitas: 575

  1. Vicente Moraleda

    Vicente Moraleda Poeta recién llegado

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    Giró la cabeza apoyada en la almohada con un movimiento lento, la imagen del antiguo despacho en el Colegio María Cristina de Toledo y los retratos de antiguos alumnos que colgaban en sus paredes, todos ellos huérfanos de oficiales de infantería, fue lo último que pasó por su mente antes de morir.


    En el otoño de 1962, la estricta formación militar, la algarabía de sus años jóvenes en cuba, la disciplina, las órdenes, su esposa Teresa, París, y todos aquellos acontecimientos que rodearon su vida entraron a formar parte de los recuerdos de aquellas personas que lo conocieron, y de otras, como yo, que tan solo escucharon historias transmitidas por boca de seres que le respetaron por lo que fue.



    La mañana del día 4 de enero de 1930, el periódico “El Castellano", en su segunda edición, junto a un anuncio de pérdida de un bolso de Señora conteniendo una polvera y pañuelo, publica el nombramiento del nuevo Director de la academia de infantería de Toledo.
    La redacción del diario agradece el atento ofrecimiento del besamanos del Coronel don Mariano Gámir Ulibarri, augurándole un prometedor y feliz éxito en su nuevo mando.


    Gámir cerró el periódico, lo dobló con precisión arquitectónica dejándolo sobre la mesa, y apoyando las manos sobre los brazos de la silla se levantó mientras decía:

    “No todos han de dedicarse necesariamente a los estudios”, ¡algunos deberían estar destinados a los menesteres caseros ¡

    Gámir había madrugado mucho esa mañana. Su obligada gimnasia vespertina había durado menos de lo normal, tres minutos bien aprovechados bajando y subiendo el torso, abriendo y cerrando los brazos en cruz eran, cada mañana, la antesala de un ligero desayuno consistente en huevos frescos, pan fruta y café.

    Los ejercicios gimnásticos eran obligados y estaban escrupulosamente cronometrados, no debiendo en forma alguna ocupar más tiempo que el necesario. Opinaba que esos calculados estiramientos permitían afrontar el día con mejor humor, y es que con él no había tiempo muerto cuando se trataba de cumplir con las obligaciones.
    Aquella mañana, una de ellas consistía en vestirse con el uniforme de gala, y ello conllevaba, el examen riguroso de cada prenda.
    Gorra de paño color caqui oscuro con banda verde y visera de cuero, camisa con cuello abierto y abrochada al frente con seis botones grandes y cuatro bolsillos sobrepuestos perfectamente planchada por una de sus hijas, pantalón de montar de gabardina color caqui con cinturón de cuero y cerrado con una hebilla externa de metal dorado, sujetando, en el costado derecho, una funda para revólver, en tanto que al izquierdo portaba una cartuchera para la munición. Un sable con guarnición dorada, completaban conjuntamente con una botas relucientes el atuendo que tan celosamente revisó.

    Tras mirarse al espejo colgado en el pasillo que distribuía las habitaciones, bajó las escaleras de forma marcial llevando en una mano la gorra y en la otra una carpeta donde guardaba celosamente el discurso que mas tarde debía leer.


    Se despidió de cada uno de los miembros de la familia, descolgó de una percha su capa verde y salió a la calle donde fue recibido por el frió y seco aire toledano que se coló por un instante dentro de la casa, al tiempo que un soldado, mientras abría la puerta de un Ford A Roadster gritaba:

    ¡ A SUS ORDENES MI CORONEL ¡


    Una fina lluvia caía en Toledo ese día, Gámir miraba a través de la ventana del automóvil mientras una nube de pensamientos le traían absorto.. Cuando el chofer frenó frente a la puerta principal de la Academia de Infantería las gotas de agua golpeaban el techo de forma acompasada.


    Las tropas ya formaban en el patio principal desde hacía más de una hora cuando Gámir comenzó su discurso. En aquella época, la Academia de Infantería estaba situada en el Alcázar, el patio principal de este, una planta cuadrada, rodeado de columnas unidas por arcos desde donde se divisa las cuatro grandes torres exteriores estaba abarrotado, tras la escultura de Carlos V y flanqueados por dos grandes hileras de banderas, se encontraban la autoridades civiles, cadetes de la Academia en un lateral, oficiales en el otro. Gámir miraba de izquierda a derecha mientras explicaba el reto que suponía tal nombramiento:
    responsabilidad, valores morales, orgullo, formación académica…fueron términos que se escucharon en el solemne acto aquella mañana.

    Gámir pasó revista rindiendo honores a la bandera, se escucharon voces de mando, se vieron saludos militares, movimientos respetuosos de cabeza, mas tarde abrazos, y finalmente promesas y sonrisas.

    Ya de noche, la lluvia, mas intensa ahora, seguía cayendo en Toledo, Teresa apagó la lámpara del salón, entró en su dormitorio y mientras deshacía el nudo que abrochaba su bata, miró por la ventana. En la ciudad, algunas luces aun seguían encendidas.
     
    #1
  2. Mayca

    Mayca ES EL MOMENTO DE DESPERTAR A LA ESPIRITUALIDAD

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    Cuando leo este tipo de prosa, me alucina la capacidad de algunos escritores para poder describir y al mismo tiempo, continuar una larga y amena historia, que a mi personalmente no creo que me resultara tan fácil realizarla, en fin, que valoro muchísimo esa capacidad, justa la que me falta a mí, bella prosa Vicente, me ha resultado muy agradable y he vivido cada descripción bellamente elaborada, un abrazo fuerte y espero poder leerte nuevamente, besitos
     
    #2
  3. El Reverendo

    El Reverendo Invitado

    Vicente por mí edad no conocí la Academia de Infanteria en el Alcázar, sé de ello de oidas yá que la que conozco es la de hoy dia al lado del castillo de San Servando, no hace falta que te diga yá que soy y a ¡Mucho orgullo Toledano! este relato de novela corta me fáscina a la vez que me intriga debido al suspense que mantienes al dejar colgados en el aire vocablos, adverbios, adjetivos...etc, etc, pués impaciente me dejas amigo esperando yá con ansia el desenlace de esta ¡Fascinante historia! se advierte que conduces ¡Magistralmente la pluma! y no me queda más remedio ante ello que felicitarte por tu buen hacer y tu forma de estructurar esta historia y su grandeza.Desde la Imperial ,eterna ciudad, como dijera Cervantes:" Peñascosa pesadumbre, luz de España y luz de sus ciudades" te mando un fuerte abrazo paisano Toledano.¡UN PLACER LEERTE HERMANO!
     
    #3
    Última modificación por un moderador: 20 de Junio de 2011

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