El Ocaso

Los viñedos se ciernen sobre el crepúsculo y escancian el sacro vino de la locura,para alegría eternal de los númenes de la miseria.Una montaña gime por la presión fagocitadora de aquella boca inmensa y profunda que pertenece al titán Atlas,el cual,embebido en alcohol,lame las laderas con una dulce contumancia,propia de un anacoreta reconvertido a la tremebunda religión de Satanás.A lo lejos el sol se apaga,y millares de estrellas junto a la luna menguante aplauden con sorna,como si tuviesen resentimiento a ese gordo y viejo astro rey:cascado ya por las batallas que tuvo que experimentar en sus propias carnes,cuando irradiaba sobre la soberbia tierra y ésta le devolviese un humo acre vaporoso para que perdiese el sagrado conocimiento contemplativo.Así que,luminaria cansada ya,vejestorio de trapo arrugado,ya es hora de tu muerte.Están cansados todos los mortales avispados del interrogatorio diurno que les repites sin cesar,sin tregua alguna,con el fin que te mereces:explotar en una apoteosis de guijarros venenosos que van a dar al vertedero de la basura,donde un pálido gitano se hiere las manos y escupe sobre ti,¡oh!ya muerto lucero de infinita pesadilla pasajera y consumida.