1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

El océano Cosmos

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Évano, 25 de Noviembre de 2015. Respuestas: 6 | Visitas: 856

  1. Évano

    Évano ¿Misántropo?

    Se incorporó:
    16 de Octubre de 2012
    Mensajes:
    8.828
    Me gusta recibidos:
    5.416
    Género:
    Hombre
    Se hallaba sentado sobre la última roca del espigón, dándole vueltas al anillo de bisutería de su dedo anular. A su lado, una rosa de barro que él mismo había hecho y que contenía las cenizas de su compañera. Tras el anillo, los ojos captaban el difuso océano.

    Desenfocó la atracción y el pensamiento y miró a la oscuridad sin fin del abismo del océano. Titilaban en el fondo, a lo largo y ancho de todo él, millones de estrellas tan tenues y distantes como lo que fue su vida.

    Esperaba al viento que escapa del mundo y se adentra sin temor en el horizonte desconocido, a esa brisa que recorre y acaricia los límites de la manta negra y calma que finita y hace de frontera entre los dos mundos, entre ese suyo de luz y vida y el universo del océano Cosmos.


    Se levantó y extrajo el anillo con suavidad. Lo besó y, con una lágrima, lo dejó caer. Destapó la flor de barro y sopló con cariño. Las cenizas de la rosa acompañaron al anillo en la caída eterna hacia las estrellas del abismo. Los débiles rayos escapados de las estrellas relucían sobre los símbolos que se hundían dando lentas vueltas sobre sí mismos.

    Recordó en ese instante el olor de dos cuerpos entre las mantas raídas y el cartón, el del café con leche y churros matinales ofrecidos por la cafetería de la esquina, la paella de los domingos que aquel restaurante para pobres regalaba, la película que veían en los escaparates de la tienda de televisiones, el de un libro que encontraron en la basura y que leían imaginando que estaban en una hamaca bajo el sol y una palmera. Le vino el olor a ella y otro que no sabría explicar, ese que reconocemos desde siempre pero no se sabe desde cuando, ese que es como alguien que ha estado con nosotros desde antes de haber nacido, un aroma que acude desde el instante que uno estuvo en el vientre materno, incluso antes.


    La voz de una joven lo sacó de la meditación.

    —Si te viera la Ley, o Los Religiosos, te condenarían. Lo que has hecho está prohibido, lo sabemos todos.

    —Denúnciame.

    —No. creo que te importa poco el castigo, que lo que estás pensando es arrojarte al universo del océano Cosmos. No lo hagas, ahí dentro solo hay vacío, la nada, un frío extremo.

    —¿Y qué crees que hay dentro de mí? ¡Qué más da tirarse al negro universo y que te rodee lo mismo que uno tiene en su alma!

    —Ella no querría que actuaras así.

    —¿Y tú qué sabes?

    —Soy una mujer, lo sé.

    —Eres una niña. ¿Cuántos años tienes, sesenta?

    —Son suficientes.

    —No, no son suficientes. ¿Tienes idea de cómo y por qué murió mi mujer? Tenía leucemia, curable, porque la pillaron a tiempo, pero yo estoy sin trabajo, sin seguro médico, sin dinero.


    —Dale otra oportunidad a la Vida, quizás las cosas cambien.

    —Mi mujer estaba embarazada. ¿Crees que me importa que las cosas cambien? Nunca cambiarán.


    No dijo nada más y continuó mirando las profundidades del abismo del negro universo que yacía a sus pies.

    De pronto, tuvo una idea, ya que se iba a arrojar al mar universo, ¿por qué no explorarlo antes? Tienes miedo, pánico, por eso has buscado esa salida, se dijo.¡Qué absurdo pensamiento!, se contestó.

    Del almacén del puerto robó un hierro lo suficientemente robusto como para aguantar a su peso, una bombona de oxígeno, como las que usaban los enfermos de pulmón, guantes, botas y un traje térmico. Será suficiente para explorar el océano Cosmos.

    Se ató a la cuerda tras fijar entre las rocas el travesaño de hierro que colocó entre dos de ellas.

    Bajaba lentamente por la pared de la última roca del espigón. Al meter un pie dentro del océano Cosmos, notó la tremenda diferencia de temperaturas. Aún así, continuó. Cuando solo le quedaba por meter la cabeza, la bombona de oxígeno no le pesaba en absoluto. Antes de sumergirse por completo, vio a la niña que observaba atentamente, inexpresiva.

    Flotaba en una oscuridad solo rota por los destellos de unas estrellas lejísimas. Se dio cuenta que no todas estaban en los fondos, sino que también titilaban por todas partes, unas más luminosas, otras menos, otras más intermitentes, otras casi de luz fija. De reojo ojeó a una que recorría veloz la distancia para luego desaparecer.

    La poca inercia de su cuerpo al penetrar le llevaba hacia abajo mientras rodaba lento en todas direcciones. Tuvo la sensación de que no había arriba y abajo, que su persona carecía de peso y que el oxígeno no daba para más, ni su vestimenta daría mucho más calor. Se agarró a la cuerda y comenzó a tirar de ella para salir del océano Cosmos.

    El esfuerzo desentumeció un poco los gélidos músculos. La respiración, ya por miedo, ya por el mismo esfuerzo, aceleraba el consumo de oxígeno. ¿Cuánto quedaba? ¿Cómo era posible que hubiera bajado tanto?

    Los pulmones querían explotar desde su interior. Abría la boca todo lo que podía, hasta dolerle las mandíbulas, mas esta no captaba aire ninguno. Las débiles luces de los astros le daban vueltas mientras perdía la consciencia. Moría. Vagaría eternamente por ese universo desconocido, congelado y solo.

    De golpe, la luz del día de su mundo iluminó el casco de cristal. Logró abrir los ojos, mas creyó estar muerto. los brazos de la niña le extrajeron el casco y su boca le forzó a dejar entrar aire dentro de él.

    Entre los dos consiguieron que se encaramara por la roca. Exhausto, se dejó caer y miró al cielo claro, a las nubes.

    Estuvo inconsciente un tiempo, hasta que los zarandeos de la niña le obligaron a despertar. la niña Agitaba los brazos con un rostro de espanto mientras señalaba al océano Cosmos.

    Por donde había salido, penetraban la luz, el viento, las nubes y los pájaros que volaban cercanos al agujero que se había formado.

    ¡Has roto el océano Cosmos. Se nos está tragando!

    Un haz tan ancho como su cuerpo era engullido velozmente y recorría el infinito universo del océano Cosmos.

    Con el tiempo, todo el mundo de la Ley, todo el mundo de Los Religiosos, acabó por ser engullido por ese pequeño agujero. No bastaron los rezos, no se pudo taponar de ninguna manera ese agujero maldito. Ahora, no había más mundo que el océano Cosmos.







    Gracias por leer.
     
    #1
    Última modificación: 25 de Noviembre de 2015
    A Rodrigo del Río, Lourdes C y Luis Pragmah les gusta esto.
  2. Luis Pragmah

    Luis Pragmah Invitado

    Estimado Vicente...
    Tu mirada reflexiva acude de inmediato en estas letras, creo que ese "Océano cosmos" tendría muchas re-lecturas sin duda. Desde el vacío irremediable del alma, hasta el limbo de esperanza que todavía queda y lleva la inocencia de una niña... Tarde nos damos cuenta de nuestros errores, por más valor que tengamos al caminar por sus senderos. Encantado de llegar compañero. Un fuerte abrazo!!
     
    #2
  3. Évano

    Évano ¿Misántropo?

    Se incorporó:
    16 de Octubre de 2012
    Mensajes:
    8.828
    Me gusta recibidos:
    5.416
    Género:
    Hombre
    Muchas gracias por pasear por esta prosa, Luis . Lo cierto es que sí puede haber varias lecturas.

    Un abrazo, compañero, gracias por tu tiempo.
     
    #3
    A Luis Pragmah le gusta esto.
  4. Lourdes C

    Lourdes C POETISA DEL AMOR

    Se incorporó:
    29 de Julio de 2012
    Mensajes:
    35.818
    Me gusta recibidos:
    12.346
    Género:
    Mujer
    ¡Wow! Impresionante relato. Me ha gustado mucho leerlo y hasta corto se me hizo. Es muy triste pero a la ves esperanzador. Esa niña quizás es su hija convertida en ángel que vino a ayudar al pobre hombre. Saludos y Bendiciones. Como dijo Luis, este relato tiene muchas lecturas e interpretaciones que darle.
     
    #4
  5. Évano

    Évano ¿Misántropo?

    Se incorporó:
    16 de Octubre de 2012
    Mensajes:
    8.828
    Me gusta recibidos:
    5.416
    Género:
    Hombre
    Creo en los ángeles, Lourdes, personas como tú se asemejan mucho a ellos.

    Un abrazo amiga, gracias por pasar.
     
    #5
    A Luis Pragmah y Lourdes C les gusta esto.
  6. Rodrigo del Río

    Rodrigo del Río El cazador de sueños.

    Se incorporó:
    19 de Octubre de 2015
    Mensajes:
    1.411
    Me gusta recibidos:
    1.368
    Género:
    Hombre
    Excelente y bien llevado tu relado. Tanto así, que fui atrapado por él y lo devoré en un segunto. Como dicen mis compañeros, hay varias lecturas, pero en todas tu telato sale muy bien parado
    Mis felicitaciones. Te saluda un amigo.
    Rodrigo del Río
     
    #6
  7. Évano

    Évano ¿Misántropo?

    Se incorporó:
    16 de Octubre de 2012
    Mensajes:
    8.828
    Me gusta recibidos:
    5.416
    Género:
    Hombre
    Gracias Rodrigo, muy amable por tu parte.

    Saludos cordiales.
     
    #7

Comparte esta página