El oso blanco

EL OSO BLANCO

Vivía en la costa del ártico un simpático osito blanco que era muy hermoso, pero por ser perezoso le resultaba fastidioso nadar.
Al contrario de los otros osos a cambio del hocico negro tenia en la nariz un pompón colorado que siempre lo delataba, heredado del papá oso que era muy gustoso del ron y la cebada.
La mamá osa era muy meticulosa y le cubría las manos y las patas con piel de foca para poderlas abrigar y lo terminaba de acicalar limando sus uñas con piedra pómez del mar.
Aunque muy buen mozo no podía obtener por indolente el amor de una osita muy coqueta que paseaba en una bicicleta, adornada con caracoles, y con un pescadito de cola violeta.
Estaba flaco y debilitado porque de holgazán no cazaba y no teniendo por allí hamburguesas, como nadar le costaba, no comía si no pescaba ese bonito oso.
Tenia de vecino a un esquimal chiquitito y muy decidido del que se hizo muy amigo.
El pequeño habitante del ártico de mirar muy vivo le contó al oso perezoso que también el tenia un penar amoroso.
Vivía en un igloo de caracoles este esquimal listo y chiquito, un pez espada era su arpón. El trineo estaba hecho de helado de limón y lo tiraban pulpos bailarines con tentáculos de calcetines.
Estaba enamorado de una esquimal pequeñita y muy orgullosa, le contó a su amigo el oso con palabra y alma ansiosa.
Asimismo le prometió ayudarlo para que tuviera una pesca deliciosa.
Muy comedido invitó a su nuevo compañero a cenar sobre mantel de mantarayas marinas, una cazuela de mariscos muy grata al paladar en esa larga noche polar.
Los delfines amigos del esquimal le ayudaron al oso a nadar y aprendió muy feliz a pescar.
Y como todo mal de amores termina alguna vez en esta vida como también los rencores, se formaron dos romances, uno de osos y el otro de esquimales, lo que fue noticia en todos los mares.
Fue el oso el anfitrión y se comieron en esa boda, ostras, camarones y huevoa de esturion.
La mama osa preparo la torta. Y un amigo pirata trajo un tonel de ron.
Agasajaron a las parejitas las mas bellas sirenitas. En el igloo bailaron hasta muy tarde, los invitados, los pequeños esquimales y el oso y la osa, a la luz de una anguila luminosa.
Colorin...Colorado...
Muchos besos se dieron en ese polo tan helado.
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