El Otoño

(A Cecy B, porque le encantan las hadas)




En el primer claro del bosque, después de pasar el puente de piedra, el que cruza el arroyo Cantarín, está la casa de la abuela Casilda. No está lejos del pueblo, pero como dice la abuela está lo suficientemente lejos para que no le den mucho la lata. Su casa, como todas las de aquí, la forma el murete de piedra donde se guardan las cabras por la noche y sobre ese espacio se levanta la tarima de madera donde la abuela tiene la vivienda. La techumbre de ramas y paja, impermeabilizada con barro y humo, convierten su cabaña en un lugar muy confortable.


Cuando cae la tarde y las cabras ya se han recogido, en el espacio que hace de cocina, bullen los niños que acuden, como cada día a la casa de la anciana. Se está muy bien, pues los grandes fríos todavía no han llegado y la presencia de las cabras bajo el piso templa el ambiente con calor natural. En el centro de la cocina, justo bajo la punta abierta del cono que forma el techo, se encuentra la trébede prendida, para dar un poco más de calor y una luz tenue y movediza que confiere a la cocina un especial encanto. Los niños llenan el escaño y se sientan también en las espuertas que se arriman a las paredes. Como siempre, vienen a escuchar un cuento.


“¿Qué historia queréis hoy, niños?”


Y unos quieren un cuento de lobos, otros de brujas, las niñas los prefieren de hadas.


Una voz, la del más pequeño de los asistentes, pregunta:


“Abuela Casilda, ¿cómo viene el otoño?”


Se hace un silencio expectante. La Abuela se queda absorta un momento, contemplando como las volutas de humo azul suben por el aire hasta llegar a la techumbre y resbalando por ella van a encontrar el agujero que hace de chimenea. De pronto, pregunta:


“¿Quién sabe cómo es y dónde está la Tierra de Oberón?”


El silencio es la respuesta. Los pequeños se miran unos a otros y el encogimiento de hombros es la respuesta..



“Más allá del Mar Brillante, dejando atrás las praderas blancas, atravesando las Montañas Negras del Reino Ignoto, está la Tierra de Oberón. Es una tierra de grandes bosques, en las que no hay ciudades ni pueblos. Allí viven en paz con todo tipo de animales, los elfos y las hadas. Son sus reyes Titania y Oberón. Es la parte más hermosa de nuestro mundo. Allí nace la primavera para extenderse por todos los lugares; se dan allí los primeros brotes gracias al cuidado de los elfos y las hadas los van llevando a las tierras cercanas. Desde esas tierras, como un contagio, la primavera va llegando a todos los confines de la tierra.


Pero no penséis que solamente cuidan de las plantas, también dan color a las flores, con el buen tiempo llenan de sabores a los frutos, hacen altos a los árboles. Enseñan a cantar a los pájaros que han nacido en esa primavera los bellos sones que caracterizan a cada especie de ave, luego éstas, dispersándose por el ancho cielo van a llenar nuestros bosques, nuestros campos, nuestros pueblos con esos cantos que nos arrullan, o nos despiertan o nos dedican un “buenas noches”.


Me preguntáis por el otoño. Es el tiempo de mayor ocupación para Titania y Oberón. Os preguntaréis por qué. Pues porque es el tiempo de recoger todo lo bello, ya que se acerca el invierno. Titania dispone a sus hadas, para que recojan todos los colores que haya dispersos por el campo, habrá que guardarlos en las galerías que tienen bajo el suelo para cuando llegue la próxima primavera. Oberon encarga a sus elfos buscar dos hojas en cada árbol, las más hermosas, para enrollarlas y guardarlas antes de que los fríos y el viento las arranquen de las ramas y las esparzan por los suelos. Así, guardadas esas hojas primorosas, servirán de modelo a las que hayan de surgir en unos meses. Y lo mismo se ocupan de los brotes, de los frutos, en una tarea que únicamente con la magia de estos seres se puede llevar a cabo. Guardarán los nidos más delicados y forrarán de plumón sus palacios subterráneos, ya que pasarán en ellos lo más duro del invierno.


Cuando todo lo tienen preparado, con una paleta de colores, hecha con los que entrega la tierra, pintarán sus bosques con ocres, con marrones y así, comenzando por la Tierra de Oberón, llegará el otoño a todos los rincones”


“Bueno, espero que con eso quede respondida vuestra pregunta. Idos ya para vuestras casas y cuidado cuando paséis el puente”


Los niños se despiden de Casilda con un beso y corriendo unos, saltando otros, se dirigen a sus casas comentado la historia que hoy la abuela les ha contado.


“¿Qué nos contará mañana?”

 

Lo acabo de leer en voz alta, como se leen los cuentos bellos, y confieso que tuve que parar varias veces porque soy una persona muy emotiva.
Pero las lágrimas buenas tienen la capacidad de limpiar, son lagrimas que hacen bien.
Estas historias las atesoro, y yo que me precio de ser bastante expresiva y verborrágica, ante tanta hermosura se me dificulta hacer concordar lo que sentí al leer, y lo que pueda transmitirte en mi respuesta. No sé si lo consiga, pero lo estoy intentando.
Quiero que sepas que es el mejor cuento de otoño que podré leer en mi vida. El más lógico, el más acertado dentro de la magia que tiene.
El pensamiento mágico dejó de ser cuando llegaron las explicaciones científicas de los hechos, pero nosotros los poetas no somos científicos, sino soñadores que intentamos ver este mundo hostil con otros ojos.
No es casualidad que hayas escrito esta belleza hoy, te cuento que minutos antes en otro medio yo había escrito algo con referencia a la magia de la pluma de los poetas y escritores, y ahora, al encontrarme con este regalo precioso, sí creo que la magia de Oberón existe, y que además de pintar los colores de la naturaleza, pinta sentimientos que despiertan la ternura del niño interior que todos llevamos dentro.
Nunca, nunca jamás voy a olvidarme de esta historia y de este gesto de amistad.
El olvido no existe para quienes emplean la pluma para que otra persona tenga un mejor día.
Un texto como este es valioso en sí mismo, pero es más valioso porque es un regalo.
La maravilla de un regalo está en agradecer el tiempo de quien lo brinda.
Te envío un abrazo inmenso, Luis, lamento vivir lejos porque si me vieras comprenderías en toda su magnitud el modo en que valoro tu gesto especial.

 

En este rincón, un poco perdido, se elabora mejor la magia. El niño que hay en mí, siempre ha tenido mucha importancia. Hoy es el día que con mi hija Ana, que ya tiene 21 años, nos escapamos al cine para ver películas de dibujos animados, o de espada y brujería. Sé que en ti hay una niña curiosa, un poco inquieta, que sueña con hechos fantásticos, con mundos en que la ciencia no sea la explicación de todo. Por eso este cuento. Es el cuento de un otoño, mejor dicho de los primeros días del otoño, esos que sé que te gustan, te motivan, te hacen descubrir la belleza en lo que te rodea. Quise hacer un cuento bonito, lleno de encanto, que te llevase a esos días que te gustan y te explicasen cómo se forma el otoño, como envejecen sus hojas, como se guardan sus tesoros, esperando nuevas primaveras. Deseaba que lo disfrutases. Aunque estás lejos, estamos lejos más bien, me parece que te conozco, porque cuando hablas en tus narraciones, en tus poemas, lo haces siempre con el corazón, con el pecho abierto, a flor de sinceridad. Y lo que escribes dice mucho de ti. De algún modo tengo el convencimiento de que entenderás cómo se forma la primavera y como contruyen el otoño en el Reino de Titania y Oberón, como sé que te ha parecido más hermosa la Creación del mundo que contaba Froilán, que el big-bang de las últimas teorías científicas. Y es que nosotros encerramos ilusión, encaramos el mundo con la vitola de la poesía y conquistamos espacios vedados a los otros mortales.
Pero lo que yo quería decirte antes de todo este ladrillo, es que es una suerte tenerte ahí; me sirves de inspiración, muchas veces haces que me salgan las palabras sin casi yo haber pensado en ellas. Sé que te acercas a lo que escribo, y que lo recibes con cariño. Por eso este regalo, sencillo, pero hecho con mucho cariño. Gracias por todo amiga mía. Un abrazo enorme.

 

Esta emoción me va a durar mucho, Luis...
Un millón de millones de gracias y otro abrazo que viaje hasta tu lugar.

 

Qué bella historia, Luis. Me gusta la imaginación que crea el curso entre estos mágicos caminos hacia el otoño, y también cómo vas creando las formas y revelaciones de estos paisajes que parecen tener el movimiento de los días a través de la lectura, la he disfrutado mucho y te lo agradezco. Un saludo y gran abrazo.

 

Gracias Nancy, por compartir este rincón de amigos, donde doy rienda suelta las historias que llevo dentro. Quisiera que quienes se acerquen a estas letras disfruten un poco con las gentes, los espacios y sus historias. Ojalá lo consiga. Agradezco mucho tu presencia y tus palabras, sabes el alto aprecio en que te tengo. Un abrazo.

 

Gracias Ligia por acercarte a este lugar de los íntimos, donde en voz baja nos contamos historias y rememoramos nuestras gentes, nuestros pueblos, aquellas costumbres de reunirse en casa cuando no había televisión para hablar, para rememorar, para hacer memoria colectiva de aquel patrimonio que era la tradición oral. Hoy, como ayer otros, soy yo quien inventa y cuenta cuentos. Espero que haya tres o cuatro amigos que disfruten de ellos. Tu presencia en mis letras me es muy querida. Gracias por venir. Un cordial abrazo

 

¡Ay me emociona tanta ternura y belleza en este cuento! Luis tienes un gran don el de contar historias con magia pura eso cualquiera no lo puede lograr.
Mi niña interior ha disfrutado mucho ésta obra, que es un tesoro que Cecy de seguro guardará en un rincón de su bella alma.
Gracias por esta entrega y bendiciones a tu pluma.
Felicidades a ambos por ésta pura y linda amistad.
¡Abrazos dobles!

 

Gracias por tan grata visita. Es el rincón de los soñadores, donde habitamos quienes tenemos todavía un gran niño dentro de nosotros. Lugar para las historias, para la magia, para el hecho de contrar y trasmitir ese mundo cierto, pero invisible a los ojos, que las ciencias no saben explicar. Deseo de verdad que te haya hecho pasar un rato agradable este pequeño relato. Agradezco mucho tu agradable presencia y la ambilidad de tu comentario. Un cordial abrazo.

 

Que inmenso placer Luis es leer tus historias, irradian tanta ternura. Me maravillo el personaje de la abuela Casilda contando cuentos y la mágica historia de cómo viene el otoño. Son primorosas las imágenes de tus cuentos, uno puede imaginarlas y sentir como que casi está allí. Muchas gracias por compartirlas. Un gran abrazo con miles de sonrisas.

 

Gracias a quienes llegáis a estas historias con el niño interior pendiente de cada palabra, ilusionado y esperando el desarrollo de un cuento.
Este rincón es para esa minoría que es curiosa y que tiene algo de infantil, pues ya se dijo: "el que no se haga como un niño, no entrará en el Reino de los Cielos".
Un gran abrazo.