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El pájaro azul.

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por Arre-ola, 7 de Enero de 2011. Respuestas: 3 | Visitas: 1222

  1. Arre-ola

    Arre-ola Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    28 de Diciembre de 2010
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    EL PAJARO AZUL.
    Ayer, en el colmo de la alegría, y claro está también en el colmo de la sorpresa, descubrí que al mirarme detenidamente al espejo, mi reflejo me extendía cordialmente una mano, con una sonrisa de oreja a oreja. No, ya sé que automáticamente estarán pensando en un discurso acerca de la baja estima, decir que si uno se aprecia a cabalidad normalmente el espejo nos devuelve arcos iris, parques iluminados, niñitos jugando pelota, ángeles con rostro de mujer... pero no, les aseguro que se equivocan. Últimamente, digamos de varios años para acá, entre mis otros y yo existe una especie de fraterna armonía, de tregua frágil pero eficaz, que no empañan ni los días lluviosos, ni los fantasmas habituales que suelen aparecer, ya se sabe, de improviso, con el cándido afán de sabotear las pequeñas maravillas que nos trae cada día con todo y rutinas.
    Lo primero fue, claro, una cierta desconfianza generada por el hecho de saber que el reflejo de uno no puede, y quizás no debe, sobre todo si uno es cardiaco y está acostumbrado a que la fantasía solo ocurra de tarde en el cine, hacer más que los estrictos movimientos que uno le dicta; es un subordinado, le guste o no le guste, en eso estriba gran parte de la satisfacción que nos da mirarnos y comprobar que inmediatamente nos obedecerá sin chistar media palabra, sabemos que no se pondrá a bailar mientras nosotros enarcamos una ceja, o a girar sin control mientras hacemos carantoñas sin sentido, cuidando que nadie más nos vea.
    Tras el asombro y la desconfianza siguieron las ganas de acercar también mi mano a la suya, (antes debo decir que esto sucedió mientras me peinaba como usualmente se hace, con una mano arriba deslizando el cepillo suavemente y la otra siguiendo a la primera, aplacando los cabellos que se resisten a acomodarse dócilmente en el cráneo), fue entonces cuando tras repetir como es normal mis movimientos, de pronto me tendió una mano como queriendo tocarme, y sonriendo como si estuviera a punto de descubrirme algo, como un niño que esconde un secreto y quiere contarlo, pero al mismo tiempo intuye que de hacerlo la magia terminará; dio unos pasos hacia atrás, ahora con los brazos extendidos (invitándome a entrar), y empezó a silbar una tonada que creí reconocer de algún momento de mi infancia, comenzó a excederse, era el colmo, se movía de aquí para allá sin consultarme en lo más mínimo; estarán de acuerdo conmigo en que esto era ya una falta de respeto, una sorpresa que poco a poco se convertía en burla descarada, que además era ridícula e impráctica, pues de que me serviría de ahora en adelante, por ejemplo a la hora de lavarme los dientes, un reflejo que en lugar de hacer lo propio se pusiera a saltar en un pie o a escarbarse las narices.
    Comencé a enfadarme, a gritarle que se dejara de tonterías, que no me interesaba otra cosa más que cumpliera sus funciones mecánicas; mi reflejo en tanto se quito los zapatos y se puso a correr delante de mí en algo que comenzaba a ser un parque, persiguió una mariposa tornasolada durante unos segundos, se trepo a un árbol y desapareció parcialmente de mi vista, le grité entonces con más fuerza que bajara de ahí o me vería obligado a entrar por él para ponerlo en su lugar, a golpes si era necesario...
    Mientras yo gritaba y me ponía cada vez más iracundo, un hermoso pájaro azul salió de la frondosa copa, revoloteo dos o tres veces frente a mí, trinando esa melodía que (como dije antes) creí reconocer de mi infancia, alargue mi brazo sin pensarlo y lo tomé con ternura.
    Ahora ya no puedo mirarme al espejo por razones obvias, y es una pena, porque todas esas actividades cotidianas: lavarse los dientes, repasar arrugas, hacer carantoñas, han perdido toda su efectividad sin un reflejo que obediente repita mi imagen, sin embargo y en compensación a esto, he ganado un hermoso pajarito que esta cómodamente instalado en una jaula, y que todos los días me canta con un dejo de sutil tristeza las tonadas de mi niñez que creía haber olvidado.
     
    #1
  2. Cisne

    Cisne Invitado

    Arre-ola
    Excelente prosa, me ha encantado leerle, ese final con el pajarito enjaulado me parece triste, claro que atrae a la memoria
    lo bello de la infancia, pero pobrecito esta enjaulado....en fin, un placer leerle.
    estrellas y un abrazo.
    Ana
     
    #2
  3. Arre-ola

    Arre-ola Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    28 de Diciembre de 2010
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    14
    Gracias cisne por tus palabras, Dali habló en alguna ocasión de sodomizar a la memoria y creo que por ahi va el cuento, aunque bien a bien no lo sé, supongo que fue otra sesión de exorcismo tan habitual en nosotros los escritores.
    Saludos desde México.
     
    #3
  4. ROSA

    ROSA Invitado

    Que buena prosa,siempre es bueno recordar algo bueno de lo vivido, yo tambien tengo un pajaro ( un canario) tiene un cante que cada vez que lo escucho me alegra el dia.Un abrazo
     
    #4

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