El petirrojo (cuento de Navidad)

El petirrojo

Embargado por la tristeza en estas fechas navideñas, pensaba:
Nada será igual tampoco este año, al faltar nuestro hijo, su silla estará vacía.
Con ese sufrimiento y desdicha esperaba la llegada de la Navidad.
Nadie en casa quería hablar de festejar nada.
Ese atardecer del 24 de Diciembre la familia reunida se aprestaba cenar cabizbajos.
-No quiero ver a nadie triste, él está aquí con nosotros- dijo mi hijo mayor.

La ventana estaba abierta. Ante la sorpresa de todos, entra por ella un pájaro volando
y se posa en la silla vacía y se nos queda mirando.
Era un hermoso petirrojo; simpático y amigable; nos miró, revoloteó por el salón, para
salir acto seguido nuevamente por la ventana.
Enseguida pensé: Según parece, te envian como un angelito hecho pájaro, aquél
petirrojo eres tu hijo mío, enviado por los ángeles celestiales con la consigna:
-"Vete a visitar a tu padre y a consolarlo del sufrimiento; que note tu presencia, que estás
con ellos; luego vuelves a nuestro lado; no confundas el camino de regreso".

Entonces lloré, pero ya no estaba triste.

J.E.L.