El poder de la nostalgia

No sé de amores, en verdad.
Yo creía que con uno era suficiente.
Sin embargo, parece que se deba querer en tres dimensiones.
Censurar mi desconfianza no forma parte de mi opinión.
Hoy día las relaciones penden de un hilo.
Por si esto fuera poco, siempre hay alguien más.
Las redes sociales echan el guante, y nosotros aceptamos el duelo.
Yo te debí perder unas cincuenta veces.
A las cuales hay que sumarles las otras tantas que miré al infinito contigo.
Ahora me topé con la metafísica.
No se me da nada mal, por si te interesa saberlo.
Aunque viendo tus intereses, seguro te la trae al pairo.
Me da lo mismo por dónde te la metan.
A mí no me la vuelves a colar.
Lo he dado todo por ti, y me catalogaste.
Me analizabas mientras yo depositaba todas mis ilusiones.
En realidad da lo mismo lo que hiciésemos.
Estábamos condenados a soportar la consciencia.
Lo que en verdad quería decirte es que prefiero mil veces mi intelecto a tu gran aporte a la ciencia:
"De alguna manera me topé con Dios, y te liberé de tu trastorno".
"En realidad vuelo alto cuando escribo.
Antes evitaba la verdad, ahora las ilusiones."
"Al fin y al cabo, ¿no crees que una paranoia puede tenerla cualquiera?"
"Reconozco que mis letras me aíslan, pero prefiero eso a que me tomen por traumático."