El pozo: senda a la superficie.

Soy un perro asustado, quizás, escondido tras un antifaz de valores cristianos, con la esperanza de ser dueño de la razón. Mi voluntad están débil, porque soy tan consciente de mi ignorancia,- que mis argumentos no son capaces de convencerme-. Me precipito a la soledad, porque entre personas, y en el ruidos de sus realidades, no me es posible oír lo que hay en mis profundidades. Y en mis profundidades solo hallo capas y mas capas, que se formaron con los años, como un mecanismo de defensa, compuesto de conceptos ilusorios, que ocultan el dolor crónico que en mi espíritu provocan mis complejos. Capas que pretenden vencer la presión social, pre juiciosa y critica, con razones ambiguas y contradictorias, tal vez porque ocultan la envidia, o el rencor de un inadaptado, y que, huye despavorido de las personas, y la fragilidad del cimiento de sus propias razones, y sucumbe en el intento; atemorizado por las travesuras de la mente, ya que, de alguna manera el subconsciente se las arregla para burlarse de nuestras caretas y derrumbar toda clase de estructuras, complejas e hipócritas.
La mansoneria, el consuelo de una esperanza para el sometido, y quizás el cobarde, porque me invaden deseos de enfrentamientos, una ucronia - como lo que debí hacer según las voces del odio, o tal vez, la voz de una voluntad de truenos-, y conspiro en silencio, situaciones que ciertamente no seria capaz de sostener, entonces justifico mi debilidad en una virtud, y me derriba la compasión que me inspira mi humildad, y consciente de esto, es también en parte lo que limita mi voluntad; preferir la humillación, en vez de humillar.
Que dios perdone la aflicción que han provocado mis actos. sufre también, quien abusa - el inconsciente; ciego en vanidad, y el consciente; que se lamenta del daño hecho, ya que el conocimiento empírico se encarga de retorcer sus entrañas-.
Poderosas son las palabras, capaces de crear mundos, llenar de impurezas el alma.. Buen remedio es la soledad y el silencio, del que el hacinamiento nos priva. difícil es sumergirse en las profundidades del alma, con el afán de los medios, y su empeño en satisfacer nuestra vanidad, estimulada con fantasías desde niños. Todos somos los medio, piezas del motor del mismo afán fatuo,- acumulamos posesiones, y por dentro estamos tan pobres-.