EL PROFESOR (cuentito)

EL PROFESOR (cuentito)

El profesor Chamero era muy compinche con sus alumnos y discípulos y muy popular entre ellos.
Era muy gustoso de las charlas de parapsicología en las reuniones informales de alumnos curiosos, que se interesaban por esos temas y eran interlocutores muy atentos de sus siempre muy atrapantes e inusuales opiniones.
Chamero era profesor de física en la Universidad de La Plata.
Esa mañana lo había llevado la ambulancia con fuertes dolores en el pecho y según los médicos, nada pudo hacerse, y por eso se murió en el camino.
Y en ese momento fue cuando el estudiante Juan Lucena, muy amigo del profesor fallecido, vivió la experiencia mas notable de su vida.
Sintió una fuerte actividad muy extraña en su mente y supo que su amigo Chamero no estaba muerto.
Ocurría un fenómeno muy difícil de creer, y era que Lucena recibía pensamientos del profesor, que estaba vivo, puesto que lo que había ocurrido era un ataque de catalepsia.
El podía ver y oír, pero no se podía mover.
Y puesto que sólo podía pensar y no hablar, nadie lo escuchaba.
Nadie, excepto Lucena, que lo escuchaba en su cerebro, podía oírlo.
El profesor estaba en la cama, boca arriba y supo que lo llevaban al féretro cuando dos hombres se acercaron y lo agarraron por las piernas y por la espalda.
No, decía Chamero, al féretro , no.
Pero nadie escuchaba y Juan Lucena no tuvo la autoridad suficiente, o la capacidad para imponerse y haberlo rescatado; y de todas maneras no hubiera sido nada fácil explicar la cuestión de la catalepsia y de la telepatía.
Los ruidos parejos eran las paladas de tierra que desde arriba echaba el sepulturero.
La tremenda zozobra se convirtió en desesperación activa y comenzó a golpear y rasguñar las maderas que lo cubrían.
Y los dedos se lastimaban y las uñas se partían sangrando profusamente.
Y todo lo percibía en su cerebro con la claridad de las palabras, el amigo estudiante del profesor.
La respiración del sepultado era fuerte, jadeante y las gotas de sudor le caían por la frente. Sus fuerzas se agotaban.
Entonces escuchó un rasguño en la madera y su alarido fue de tremendo terror ¡Eran las ratas carroñeras! y buscaban carne fresca.
Juan Lucena ya había comprometido a sus amigos para una sepultural aventura. Y al punto pusieron manos a la obra.
Se evitó la discusión con burócratas y religiosos, porque ese tiempo podría hacer la diferencia entre la vida o la muerte por asfixia.
El amigo del profesor actuó "motu-propio".
Cuando las palas de Lucena llegaron al féretro, el inhumado vivo estaba totalmente ensangrentado y con un rictus de muerte en su rostro.
Se encontraba totalmente desvanecido y lo sacaron vivo.
Los testigos espectadores todavía no salían del tremendo shock y esperaban con gran suspenso el desenlace, como si se tratara de una película de Dario Argento.
¿Y cuales serian los dichos del profesor Chamero, cuando recuperara el conocimiento, después de haber sufrido a las ratas carroñeras, a los muertos-vivos y a los zombies, que estaban de paso.
Y a los muertos fríos en los antros donde yacen los gusanos y los putrefactos cadáveres.?
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Buena la historia. Me dió pánico. Debe ser lo peor que puede suceder a un ser humano. Bien relatado tu Cuentito. Logras atrapar al lector y llevarlo de tu mano hasta el final. Increíble cómo un cerebro puede conectarse con otro, es un cuento pero podría ser una realidad. Dicen que han sucedido cosas así. Me gusta cómo escribes este estilo y tu poesía también es linda, Mariano. Un abrazo. Buena onda. Muchas gracias.
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Buena onda querida margarita
todo ten

 

Otro cuentito