El Profeta

En el espectral cosmos de silencio indiviso y unitario,los planetas vagan borrachos ante el apagón sobrenatural del todopoderoso sol ardiente.Sólo la estrella vespertina ilumina el témpano obscuro que lo inunda todo.Una voz fraudulenta se escucha en la lejanía de la constelación de Orión. Y el cinto magno y sepulcral de la rueda zodiacal gira y gira locamente mientras su radiación astral se impone brutalmente sobre los espíritus sedientos de los mortales que aún moran en la fértil naturaleza de un globo terráqueo que se antoja todavía lozano y virgen.Pero la madre Gaia no sabe de la muerte trágica del astro rey.No intuye en su esencia de infinito esplendor intuitivo que sus retoños inmortales se volcarán en la vacuidad de una muerte sediciosa y maldita.Un profeta que no ha perdido entre los hombres la sagrada inteligencia reflexiva llega al éxtasis místico que le permite visionar el objeto de la funesta calamidad.Intenta extender tal noticia entre sus foráneos;pero estos,borrachos y lujuriosos,le arrojan piedras mientras ríen con hilaridad.Pobres infelices.Pronto la sangre de estos se secará en sus órganos vitales y se pudrirán en un ciclo de dos eones,mientras el espíritu del sabio agraviado será trasportado como estrella errante y majestuosa a los límites confinados por el pensamiento de Dios de un universo a punto de resquebrajarse en esqueléticos pedazos que,a la deriva,serán absorbidos por la Conciencia sacrosanta del Absoluto.