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El reclamo de la madre tierra

Tema en 'Prosa: Surrealistas' comenzado por Reinaldo Carvajal Granado, 2 de Agosto de 2011. Respuestas: 0 | Visitas: 2083

  1. Reinaldo Carvajal Granado

    Reinaldo Carvajal Granado Poeta asiduo al portal

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    23 de Junio de 2011
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    El reclamo de la madre tierra

    -Caminaba pensativo, por una montaña cercana a mi pueblo, ya tenía mucho tiempo que no la visitaba, pues estaba estudiando en la capital y por asuntos de tiempo y dinero me era casi imposible viajar todos los fines de semana a la finca donde vivía mi familia.
    -Cuando era niño, solía pasear con mis hermanos, admirando el verdor de los bosques, la pureza de sus riachuelos, que entre helechos y tabacones se hacían camino desde donde sus primeros borbollones brotaban de la tierra como un regalo celestial; Todo era vida pura, la naturaleza misma danzaba al compás de los vientos fríos que recorrían la montaña, los pájaros, de todas especies y colores, eran los amos de ese bello paraíso, encontrábamos rastros de danta, saino, tigre y venado. Mi padre nos hablaba mucho de como proteger esas maravillas y del peligro que se corría, por el desarrollo que promulgaban los gobiernos , involucrando la tala de árboles par extracción de madera y play Wood.
    En el alto de una colina nos juntábamos los amigos de entonces, compitiendo para ver cual de todos gritaba mas fuerte y hablábamos con el eco que muy gentil contestaba repitiendo cada grito.
    Hoy vaga mi pensamiento, lloro por dentro y callo... En silencio, camino por estas ruinas de montaña, que tan solo diez años de ausencia han convertido en una clase de desierto donde la vida es casi nula, los pocos árboles, que con miedo aún crecen, son producto de la casualidad de haber nacido en una ladera escarpada, donde los asesinos de las motosierras no pudieron condenarlos a muerte.
    Las aguas son escasas y lo que antes eran manantiales de musas, ahora son estropajos de riachuelos, con un que otro moracho atrevido, que en su carrera sabe esquivar al asesino que lo acecha; Las laderas son un peligro constante, desolado ,sin las fuertes raíces de los árboles que las sostienen, viviendo en constante viaje a las profundidades de los acantilados que las esperan, para hacer mas grande la fealdad de los paisajes.
    Ese olor a vida ha desaparecido por completo, esa bulla de aves con sus cánticos sonoros, es cosa del pasado, sin donde hacer sus nidos, ya no hay razón para darnos ese honor de acompañarnos en nuestro paseo.
    Que triste viaje,! Me pensaba, mejor no hubiera venido a llenarme de melancolía, mejor estuviera en la ciudad aquella , con sus montañas de concreto y testigo muda, de que el hombre, por el afán de "progresar" se olvida que somos polvo y se olvida que como polvo somos tierra y como tierra somos vida; La vida en las ciudades es cambiada por el asfalto y concreto , el aire puro lo cambiamos por el monóxido de carbono y así poco a poco hasta la misma conciencia se nos oxida .
    Ya no caminaba conmigo la alegría, esa que fue mi motivo de regresar, las lagrimas solas venían rodando por mis mejillas, eran lagrimas, de recuerdos que nunca volverían a ser realidad; que igual que las tierras de las colinas rodaban sin esperanza.
    Sintiendo calor intenso y sin una acogedora sombra, que le diera descanso y brisa a mi cuerpo cansado, busqué algún lugar donde poder tomarme un poco de agua y esperar a que la temperatura menguara un poco, para seguir mi trayectoria hacia la colina, aquella de reuniones y de ecos.
    Así, como por arte de magia, en una curva, que en otrora fue montaña, y ahora un grupo de matorrales con espinas y otras malas hiervas, escuché a poca distancia, un ruido de agua, que no parecía natural sino más bien una fuente en la que repicaban miles de chorros diminutos, me di la vuelta hacia donde escuchaba el ruido y solamente pude ver una especie de neblina, color celeste azulado, sentí que me faltaba el aire del susto y con mucha claridad, me llamó una voz muy dulce; Mis ojos no lograban distinguir, la forma exacta de aquella aparición.
    Apenas eran las tres de la tarde y ya parecía ser en ese lugar las siete de la noche, corría una brisa misteriosa y sin darme cuenta fui transportado en el aire, sin saber por quién?, Ni porqué? Luego de unos pocos segundos, que se me hicieron largas horas, pude ver algo parecido a un rancho, pero no con forma de casa, más bien, como una bola cristalina que levitaba, a poca altura del suelo; Mi mente quedó en blanco, no me acordaba ni de mi nombre siquiera, pero sentí una tranquilidad tan grande, que es imposible describirla, una paz absoluta, una satisfacción única.
    Aquella bola giraba muy lentamente sobre su propio eje, ese misterioso lugar era parte del paisaje mejor logrado del máximo pintor de todos los tiempos, habían pedazos de cielo mezclados en la morada que la imaginación es pequeña para su comprensión absoluta.
    Una señora maltratada, con un sufrimiento que se dejaba sentir, que la sabiduría misma, en esencia, podía leerse en cada palabra que pronunciaba., con mucha tranquilidad me miró a los ojos, tratando de darme confianza, para que me acercara y sentara a su lado, me dijo: Soy la Madre Tierra...
    Soy la madre de los árboles, montañas, frutos, fecundidad y vida ; Nadie puede ser mas cercano a mi que el aire que respiramos y el agua que tomamos diariamente., me llamaban los Incas Pachamama y ellos si me respetaban, eran entonces mis mas sinceros hijos los que cuidaron de mi felicidad por muchas generaciones, los que por mi entregaron su vida y la vida de los suyos, era entonces la Madre mas feliz, la que a cada momento llenaba de bendición la vida misma.
    Madre del eco aquel, que cuando niño llamabas, madre que te daba de beber en tus alegres caminatas por mis perdidos senderos, aquella que alimentaba el mundo enteros y con creces sobraba la comida porque en todos lados se respetaba mi mandato.
    Mi ritual es los primeros de Agosto y cada cumpleaños era una alegría para toda la comunidad donde se brindaba respeto por mi y por todo lo que a mis hijos generosamente ofrecía cada año.
    Con mis amigas Deidades me complacía compartir tanto amor que salía como agua de manantial de cada ser vivo. Porqué el hombre ha cambiado tanto? Que malo he hecho para merecer cada castigo que diariamente me hacen? Solamente alcancé a mirarla cuando sus lagrimas cubrían todo su curtido rostro; Hijo me dijo, con una voz que denotaba reclamo, porque envenenan mis ríos, mis mares, mi aire, si con eso, ustedes mismos se están matando, es muy difícil que pueda sobrevivir a tanto maltrato hijo mío, pero cada basura que tu botas en la calle es una escupa a mi existencia, cada vez que con tu coche caminas es una boconada de aire contaminado que tiras a mi atmósfera, cada vez que usas esos plaguicidas envenenas mi vida y no te has dado cuenta que con el daño que le haces a la capa de ozono, lo único que consigues es acortar mi existencia.
    Cuando papá Dios me formó, tenía el propósito de cuidar en mi una raza de hombres hechos a su semejanza, y el mismo hombre se ha encargado de destruirse y como sacrilegio también me está destruyendo también.
    Después de tanto reclamo, desapareció de mi vista todo aquel esplendoroso acontecimiento y con el sol directo a mi cara, desperté acostado en una piedra laja, que ya había marcado mi piel con sus estridencias.
    Pensativo mas que cuando entré a la caminata, me regresé a casa de mis padres, nunca a nadie conté mi visión, o mas bien mi encuentro con LA TRISTE MADRE TIERRA.
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
     
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    Última modificación: 2 de Agosto de 2011

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