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El recordado...

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por MACONDO, 11 de Agosto de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 411

  1. MACONDO

    MACONDO Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    4 de Noviembre de 2009
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    Siempre intentó demostrar que vivia en la realidad cotidiana. Aunque cada palabra y pensamiento que dejaba caer, desnudaba su más recondito resentimiento, con el mundo que lo hacia parte.
    Era una persona taciturna y silenciosa. Le gustaba perderse en los senderos de cipreses de aquellos parques, que ponderan la tristeza de su alma.
    Saliamos por los bares más oscuros y clandestinos de la ciudad.
    Su tez era blanca y sus ojos grandes y marrones. Poseia una dentadura adecuada, y sus labios marcados, sombreados por una naríz recta y engrosada.
    Militante activo de las sociedades contra el maltrato animal. Daba por confirmado que había nacido en el tiempo equivocado. Un ser anacronico y a veces marchito. Aspero a las multitudes y por sobre todo, un soñador empedernido. Poseedor de una biblioteca basta y para nada selectiva. Lo encontraba perdido entre versos de Neruda, el realismo de Juan Rulfo, los ensayo de Miguel de Unamuno y las variables de Haroldo Conti.
    Por decantación familiar, se consideraba un apolítico en formación .
    Le costaba y le dolia, aceptar la realidad. Se mantenia al lado del camino, inventando mundos en sus sueños más extraños, que solía parirlos al amanecer junto a su taza diaria de café colombiano.
    En sus salidas vespertinas por las calles de Buenos Aires, aplastaba el tiempo pululando por las góndolas de las librerias más tradicionales de la ciudad. Hojeaba libros de todo rango, dimensión, precio, y época. Lograba adquirirlos a mitad de precio, los fines de semana en el parque más famoso de la actividad.
    Se autodescribia como un ser natural y de sueños utopicos. Muchas veces, dejaba caer una idea viable, y al instante se arrepentia y la borraba de la faz de la tierra.
    Recuerdo haber escuchado, en una noche de copas y colillas de cigarros, decir qué perseguia el sueño de cambiar de piel, mudarse de mundo, sin mapas y hasta estallar: Estaba ebrio, pero su convicción, me asustaba.
    Nació un 5 de marzo, bajo el techo de un hospital porteño y con los ojos abiertos. Cuenta la crónica de ese día, que el calor era sofocante y penetraba hasta por la comisuras de los labios.
    Creció bajo las costumbres milenarias de la capital de Siria, Damasco. Desde la otra orilla, lo sacudieron las modalidades y peripecias del sur de Italia. Padeció cambios de hábitat, rumbos diáfanos y distintos climas. Solia decir que el invierno le envolvia el corazón y lo arrojaba al mundo.
    De forma veloz y sin una paloma de aviso, borro su estirpe de la tierra .
    Recorrí aquellos senderos, bares de mala muerte, y todo aquel punto, donde quede todavía algun rastro de su tristeza. Sin resultado alguno.
    Todavía retumba en mi cabeza, su bandera de batalla, la que nunca dio por perdida. ¿ Hasta dónde te permites volar?...
     
    #1

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