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El redondel de un insonoro recuerdo

Tema en 'Prosa: Melancólicos' comenzado por ivoralgor, 24 de Septiembre de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 768

  1. ivoralgor

    ivoralgor Poeta asiduo al portal

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    Hombre
    La habitación estaba a oscuras y en la cama reposaba la desnudez de Thelma. Un quejido del alma la hizo estremecerse entre las sábanas. “El redondel de tus besos” –pensó vagamente y el silencio se lo engulló entero. Los ojos estaban cerrados y el cansancio los mantenía así, cerrados contrata toda voluntad de su inconsciencia.

    La tinta derramada, en la mesa de noche, se fundía con varias hojas garabateadas. Thelma había dejado parte de su dolor en aquellas páginas insomnes y húmedas de soledad. “El redondel” - pensó una y otra vez, pero no quería recordar más allá de esa palabra inquieta.

    El tiempo se detuvo para descifrar la maraña de ideas garabateadas. Sólo se apreciaban frases sueltas, escritas con una débil letra y un pulso asíncrono, tambaleante. Un grito salió de su boca:

    - ¡Maldita sea¡ Era el redondel de tus besos que se afianza a mi boca, a los cielos que van creciendo en el mar de mi pecho – terminó balbuceando entre sollozos.

    Apretujó las sábanas y las lágrimas surcaron su terso rostro. Un instante bastó para que recordara su desnudez, la tinta, las hojas y el dolor. Se vio sentada garabateando en las hojas recicladas, aspirando tinta barata y sollozando en silencio:

    “El redondel de tus besos se afianza a mi boca, los cielos van creciendo en el mar de mi pecho. He sido viento en tu espalda y gemido en tu vientre. Ven a despertar junto al arrullo de mi desnudez, en las cuencas del silencio de mi lánguida soledad. He vivido en tus pies descalzos y alterado los inciensos de tu voz a media noche. Despertar un momento, llorar otro segundo, qué más da. Muero en el frío de septiembre y en la locura de un lienzo sin pintar. Debo parir el dolor de tus caricias que se hacen cicatriz en la distancia.

    El redondel de tus besos, la inseguridad de tus ojos por la noche, el alma del recuerdo que llueve cada amanecer de diciembre. He sido azúcar en las palmas de tu jadeo insonoro, que vienen de pronto hasta los lunares de mi cansancio. Ven a morir entre mis sueños. Hoy es septiembre y el redondel de mi futuro está en la distancia que ha surgido entre tu boca y mis besos.”


    Recordó un cálido metal cortando límpidamente las venas de sus muñecas. Sólo tuvo tiempo de apagar la única lámpara encendida, antes de acostarse en la cama. “El redondel” – volvió a pensar antes de dejar escapar su último aliento. La habitación estaba a oscuras y aún sigue así. La tinta se ha secado y las hojas tienen una sutil vida carmín.
     
    #1

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