1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

El Rey Alcor (IV)

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Orfelunio, 15 de Junio de 2009. Respuestas: 0 | Visitas: 1166

  1. Orfelunio

    Orfelunio Poeta veterano en el portal

    Se incorporó:
    15 de Mayo de 2009
    Mensajes:
    10.499
    Me gusta recibidos:
    808
    La Partida




    La partida había empezado, tenía una torre amenazada por un alfil. Otra torre en ruinas había sucumbido a otro ataque de alfil. La Reina inmóvil, flanqueada por peones, cuyo avance se veía limitado por falta de órdenes. Un caballo inseguro la protegía y observaba como dos alfiles luchaban en territorio enemigo, intentando disminuir la caballería, refugiada alrededor de la torre que en ocasiones hacía temblar la defensa de la Reina. Tenía la infantería disminuida, no podía hacer uso de la misma, salvo con ataques suicidas. Tomé una decisión, la única que quedaba: ¨Atacar con el Rey¨. Paso a paso, sin piedad, el Rey fue mermando las filas enemigas. Peones, caballos, alfiles, todos caían a su paso. Mi Reina cayó. Pronto me vi frente a la pretendida, junto al Rey enemigo. Y dijo el Rey:

    ¬No tienes ya infantería y los alfiles y torre no pueden defenderte, sólo conseguirás mi Reina si das muerte al tigre que saldrá por sorpresa de una de las cuatro casillas centrales. El Rey tenía fama de ser hombre verdadero, por lo que hice el siguiente razonamiento: ¨En la cuarta casilla no puede estar, pues el tigre saldrá por sorpresa, con lo que si abro las tres primeras y no está, sería muy claro que está en la cuarta, pero entonces no habría sorpresa y el Rey no miente. Hice el mismo razonamiento con la tercera casilla, con la segunda y con la primera, y llegué a la conclusión de que: ¡No había tigre!. Un insensato hubiera abierto las puertas una tras otra y el tigre se lo habría comido, pero yo era ¨Rey¨, y pensé que si no había tigre, entonces el Rey mentía, sin embargo lo señalaban como a un Rey verdadero. “La Reina sería mía, y con ella el Reino”. Opté por abrir las puertas sin orden. El Rey no mentiría en ninguna de sus observaciones y yo mataría al tigre. Solamente debía ¨pensar¨ que en cada una de las puertas estaba la fiera. Abrí la primera, abrí la segunda, apareció el tigre y lo maté. Dijo el Rey:

    ¬He visto que eres un Rey sensato y valeroso, ¡aquí tienes a la Reina!, pero aún no el Reino. No tienes caballería, ni tan siquiera un peón perezoso, ten en cuenta la casilla, cuidado con el foso. La Reina es tuya, ¡pero por poco tiempo insensato!

    El Rey hundió su espada en mi pecho.

    ¬Te saltaste las reglas, no has dado aviso del hecho.

    ¬¡Te equivocas! -dijo el Rey- te avisé del foso y no hiciste caso, tropezaste y poseíste a la Reina cayendo a mis pies. Con tu muerte y con tu sangre reorganizaré mi ejercito.

    ¬Ten piedad de mí, he sido un rey valeroso y sensato; también he vencido al tigre, y con mi razonamiento no te he dejado por mentiroso.

    ¬Sí, pero... ¿quién crees acaso que soy, ¡Dios!?, ¡no lo conozco! -prosiguió-, aunque hubieras sido muerto por el tigre, mi verdad y mi mentira es tan grande una como la otra, ¡sólo soy un hombre!. Tu ambición ha sido tu tumba, pues pretendías mi muerte y mi Reino. ¡Ya entran mis peones en el Paraíso!, ya se levantan de nuevo mis fortalezas, ya resucita la coorte entera, ya acude la Reina a mis brazos. ¡Viva el hombre! ¡Viva el Rey! ¡Vivan sus ejércitos! ¡Muera el insensato!. La ambición mató al Rey, perdió al hombre, la avaricia rompió el saco.

    [SIZE=4]Me cogieron de pies y manos, y me lanzaron al foso.[/SIZE]


    [SIZE=4][FONT=Book Antiqua][COLOR=blue]¨[I]Los cielos te reclaman y giran en torno a ti, [/I][/COLOR][/FONT][/SIZE][FONT=Book Antiqua]
    [SIZE=4][FONT=Book Antiqua][COLOR=blue][I]mostrando sus sempiternos esplendores, y tus [/I][/COLOR][/FONT][/SIZE][FONT=Book Antiqua]
    [I][FONT=Book Antiqua][SIZE=4][COLOR=blue]ojos contemplan solamente el suelo¨ [/COLOR][/SIZE][/FONT][/I][FONT=Book Antiqua]

    [COLOR=#548dd4][FONT=Verdana][I][COLOR=darkslateblue][FONT=Book Antiqua][SIZE=4]-[B]Dante Aligieri-[/B][/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Book Antiqua][/font][/I][FONT=Book Antiqua][/font][/FONT][/COLOR][FONT=Verdana][FONT=Book Antiqua][/font][/font][/font][/font][/font]​
    [FONT=Book Antiqua][FONT=Book Antiqua][FONT=Verdana][FONT=Book Antiqua]


    [FONT=Verdana][COLOR=darkslateblue][FONT=Book Antiqua][SIZE=4]Todo era silencio. Abandoné la máquina del tiempo. Sólo el canto de los pájaros, el murmullo de la arboleda y algún que otro sonido de talocha, rompía la tranquilidad en este lugar, lleno de calles, impregnado del perfume de rosas y claveles, donde infinidad de mensajes aludiendo al cariño, al amor y al recuerdo, hacían presagiar nuestro certero destino. [/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Book Antiqua]

    [FONT=Verdana][COLOR=darkslateblue][FONT=Book Antiqua][SIZE=4]Unos alquilados, otros en propiedad, los más pobres en comunidad. Nunca el amor y la muerte se dieron la mano como en este lugar. Ya fuera me acerqué al lago. Un letrero anunciaba: ¨Agua no potable, prohibido bañarse¨. Me acerqué a la orilla y contemplé mi rostro en sus aguas aparentemente limpias, y de mis ojos cayeron en forma de gotas, penas y tristezas, que se expandieron a lo largo y ancho del estanque líquido, preludio de una inminente tormenta. Vi la imagen reflejada. La tez pálida, rojos los ojos, labios morados, cabellos de largos bucles, amarillos dientes y rostro inexpresivo y desencajado. Presa del pánico, lavé mi cara en las misteriosas aguas, al tiempo que infinidad de gotas seguían los pasos de las ya derramadas. Con la lluvia desapareció la imagen. Me sentí aliviado, pensé: [COLOR=#548dd4]“También lloran los ángeles”[/COLOR]. Se cerró la puerta y del lago surgieron cabezas, piernas, pechos, manos y brazos. Alcé la mirada, ni rastro del firmamento. Creí estar fuera y aún me hallaba dentro. ¿Dios?, no existe. Vi sombras acercarse, uno tras otro iban arrojando cadáveres al ancho estanque. Uno me cogió de las manos, otro de los pies, mi mente libre, mi cuerpo estático. [COLOR=#548dd4][B]¡Iluso! [/B][/COLOR]pensé: "Creí que lloraban los ángeles y son las burbujas del ácido". Me sentí desesperado y furioso. Una espada atravesó mi pecho. De pies y manos atado, recordé al Rey, me arrojó al hoyo, dejó libre el pensamiento, me engañó, mató sólo mi cuerpo, al infierno de los vivos mi mente condenó. Mis huesos ya no existen, tampoco existe el dolor, tan sólo existe la historia de un Rey ambicioso, que quiso reinar en el cielo y terminó reinando en el foso. El seiscientos sesenta y seis es su número, algunos lo llaman el Monstruo. Tres por seis ¨dieciocho¨, si alguien lo duda y aún no se fía, que sume los últimos dígitos, hallará el misterioso, con el que adivino el número escogido. Sirvo al Rey, mi asesino. No existe un hombre más sabio que él, no tengo otra cosa que hacer, éste es mi destino. [/SIZE][/FONT][/COLOR][FONT=Book Antiqua]

    [FONT=Verdana][FONT=Book Antiqua][SIZE=4][COLOR=darkslateblue]¬Enhorabuena -dijo el Rey- no te puedo matar porque tú tampoco puedes hacerlo, sin embargo mataste al tigre y tú siendo también Rey me has honrado como hombre verdadero, acepta pues el premio: ¡Mi hija!, pero antes te enseñaré parte de mi Reino.[/COLOR][/SIZE]



    Un saludo[/FONT][/FONT][/font][/FONT][/font][/FONT][/font][/font][/font][/font]
     
    #1
    Última modificación: 15 de Junio de 2009

Comparte esta página