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El rumor de lo pequeño.

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Engel, 16 de Enero de 2015. Respuestas: 9 | Visitas: 1431

  1. Engel

    Engel SOÑADOR TOCANDO CON LOS PIES EN TIERRA

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    Una de las experiencias más puras en el Norte es la de los días de lluvia sin parar, el agua regenera el corazón de la montaña y atiza en los bosques de hayas y castaños. Los corzos y jabalíes se resguardan en sus escondrijos y por fin los insectos se hacen invisibles, parece como si el agua aletargase sus ganas de jorobar y por arte de magia se entregaran a la melodía del recogimiento. Las melodías del agua empapan los espacios de la naturaleza para que todo se regenere.

    Por aquel entonces el pueblo callaba mientras la lluvia azotaba las fachadas y los niños nos centrábamos en el rumor de lo pequeño.
    La belleza del negro sobre el rojo ejercía una irresistible fascinación para nuestros ojos infantiles. Recuerdo cuando la encontrábamos en alguna planta del huerto posada en sus hojas o en alguna flor, por supuesto la primera intención era atraparla para llevarla hasta la mano y esperar a que comenzara su actuación; “mariquita de dios, cuéntame los dedos y vete con Dios”, “mariquita quita, cuéntame los dedos y vete a casita” Al principio permanecía parada como una minúscula tortuga recogida en sí misma, pero enseguida aparecían sus patitas y comenzaba a andar recorriendo la palma de nuestra mano buscando los dedos para después ir visitándolos uno a uno. Antes de comenzar su andadura entonábamos en voz alta aquella especie de invocación que convertiría nuestra mano en una pista de despegue. Incansables y fascinados, cuando una mariquita se marchaba batiendo sus alas diminutas y casi transparentes, enseguida íbamos a una nueva mata a coger otra. Quedaban pues nuestros deditos contados y recontados y nuestro corazón guardaba para siempre aquella otra realidad, acaso fundida en nuestra boca.

    El tiempo de la infancia se hallaba marcado también por las libélulas. Los juegos de luces y sombras, los reflejos de las ramas y el cielo azul en las aguas del arroyo, el croar de las ranas, la luminosidad de los rayos solares; todo, todo en su conjunto configuraba ante nuestros ojos un espacio marcado por la imaginación y el misterio. Y todo quedaba recogido en las alas de las libélulas, bordadas de jeroglíficos misteriosos, las recuerdo en su continuo vaivén de unas plantas a otras, con sus tonos azulados, verdosos o rojizos, cambiando según la posición del vuelo, por alguna extraña razón siempre me sentí sobresaltado por ellas, puede que ese temor se debiera a que las encontraba un ligero parecido con los duendes, era como si encantaran el espacio llevando en su vuelo una fascinación antigua presente en la naturaleza y para siempre en nuestros corazones.

    Luciérnagas, diminutas maravillas en el anochecer de los días de julio con aquella placidez que irradiaban en el aire. Convertían una simple caja de zapatos en una bóveda celeste. Estos pequeños luceros son amigos del musgo y no andan lejos de los helechos y escobas. Contaban los abuelos que es de ley asociar el número de luceros que te encuentras con los nombres más queridos o que más te importan, como señal de larga vida y buena suerte. Una noche, después de la cena, paseando por las calles del pueblo allá en la montaña; eran los primeros días de julio, había una gran luna llena y el cielo como solo allí se puede apreciar, estaba ardiendo a rebosar de estrellas. Atravesamos el pueblo y seguimos nuestro paseo por un camino de tierra, yo conocía bien sus cunetas llenas de zarzas, en mis días de infancia recogía las moras que destacaban entre las ramas de los chopos o entre los negrillos. A esa hora ya nos habían cubierto las sombras y abrazado la noche, de pronto, ante nuestros ojos, desfilaron unas luces que aparecían y desaparecían entre la vegetación; eran las luciérnagas que desfilaban a nuestro lado como estrellitas fugaces, buscaban la belleza, atraídas por su aroma intenso. Sabían que mi acompañante no pertenecía al lugar y aturdidas por su hermosura volaban, por esa noche, de forma diferente. Se agachó para recoger alguno de aquellos duendecillos con luz propia, hizo un hueco en la palma de su mano cerrándola suavemente tratando de no oprimirlos, después acercó la mano hasta los labios y soplo con suavidad. Los dos creímos que aquel soplo había logrado reunir los gusanillos luminosos con las estrellas y había conseguido hacer realidad un sueño, al fin y al cabo, era nuestro sueño.

    Las afanosas avispas aparecían casi en tromba por las calles y plazas del pueblo, merodeaban por las fuentes o los charcos. Las recuerdo hurgando en los tiestos de geranios de Francisca, la churrera. Husmeando sobre la repisa de granito donde solía exponer al público sus deliciosos churros, en busca siempre de algo que llevarse a sus pequeñas y voraces bocas. Al contrario de las mil travesuras que practicábamos contra las moscas, las avispas imponían respeto porque, al menor descuido, te clavaban el aguijón, aplicaban las condenadas una picadura muy dolorosa que tardaba varios días en desaparecer.

    En los días misteriosos del Faedo, cuando tras la lluvia llegaba el momento de escampar, en aquel pequeño y mágico bosque emergía todo purificado ante nuestros ojos, lográbamos respirar en el aire las más diversas revelaciones de la naturaleza, entonces aparecían las hormigas con su afanosa labor de especialistas, sacando grano a grano toda la tierra mojada que el agua había inundado en el hormiguero, formando sobre la salida del refugio chimeneas caprichosas, como las de un país encantado.

    Asocio los pardales con el principio, con el origen. Una presencia fiel a lo largo de mi vida, me han acompañado como un conjunto de fragilidad, armonía y belleza, que ha tratado de ligarme siempre con lo más pequeño, con lo cotidiano, con lo más humilde. Recuerdo aquellas tardes eternas en casa de la abuela, estaban por todos lados, piando en los cables del tendido eléctrico, en los balcones de las ventanas o atreviéndose a descender hasta el pilar de cemento del pozo para beber unos sorbos de agua. También los he visto refrescándose en algún charco después de una tormenta de verano o picotear en el empedrado del pórtico de la iglesia tras restos de migas o granos perdidos. Se trata de unos pájaros tan confiados y cordiales que incluso en ocasiones se aventuraban a escoltarnos en los descensos de la jaula por el pozo vertical en las tardes intensas de calor. Siempre los hallaré en los espacios a los que me traslade la memoria porque son parte también de mi origen.

    Llamo rumor de lo pequeño a aquello que habitaba dentro de lo frágil, de lo simple, de lo humilde, aquello que tenía la naturaleza de más puro. Llamo rumor al milagro de las cosas, al cielo y a las nubes, a aquellos mineros, gentes apacibles que se entregaban con devoción al trabajo y sus familias. Llamo rumor a la rosa que les ardía dentro en lo más profundo del alma, que desplegaba los pétalos para dejar su aroma en todo lo que amaban. Llamo rumor a la melodía del agua que apaciguaba, serenaba y les entregaba el bálsamo de la vida.
    ...................................................................................................................En el rumor de lo pequeño no se estaba mal.
     
    #1
    Última modificación: 16 de Enero de 2015
  2. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Biennnnn, otro! me conectaré con tiempo para escucharlo como se merece pero te lo estreno :)
     
    #2
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  3. ropittella

    ropittella Poeta veterana en el Portal

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    En el rumor de lo pequeño
    late la vida victoriosa
    Por el rumor de lo pequeño
    en el alma les nació una rosa.
    Me emociona la naturaleza
    la amo en el rumor sutil de las alas,
    de los pétalos, amo su nobleza
    que existe ,y, ¡Ay! ¡si se sumaran
    en el resabio de la memoria
    los incontables millones
    de esos pequeños rumores!
    Los niños los escuchan
    y se fascinan;
    algunos adultos todavía
    conservan en el corazón
    tales milagros
    y lo escriben,
    los describen para honrarlos,
    como un rumor pequeño,
    como el sonar del agua
    que hace crecer una rosa,
    que se conserva intacta
    para hacerles niños para siempre.
    Allí debe residir el misterio del mensaje
    "Si no os hacéis como niños
    no habrá reino de los cielos que os salve"


    ¡Gracias por escribir Mago Engel! Abrabesos en tu corazón
     
    #3
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  4. Engel

    Engel SOÑADOR TOCANDO CON LOS PIES EN TIERRA

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    Ok. Mil gracias. bienvenida al estreno. Te deseo un lindo día.
     
    #4
  5. Engel

    Engel SOÑADOR TOCANDO CON LOS PIES EN TIERRA

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    Gracias a ti Ropittella, por los hermosos comentarios que regalas. Todo un placer disfrutarlos. Me quedo con el rumor de tus versos.
    FUERTE ABRAZO.
     
    #5
  6. LUVIAM

    LUVIAM Poeta veterano en el portal

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    AH ,mi querido amigo Engel, esta preciosidad ha sido como un delicioso desayuno en este despertar de viernes ,y me ha resultado exquisito este rumor que por pequeño , alcanza a inundar todo el espíritu. Maravilloso es entrar en tu mundo mágico. APLAUSOS Y MÁS APLAUSOS!!!
     
    #6
    Última modificación: 16 de Enero de 2015
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  7. Engel

    Engel SOÑADOR TOCANDO CON LOS PIES EN TIERRA

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    Saludos Beatriz. Gracias por el caluroso y gentil comentario. Todo un placer hallarte entre mis letras.
    Fuerte abrazo.
     
    #7
  8. Uqbar

    Uqbar Poeta que considera el portal su segunda casa

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    Hoy, Amigo, has conseguido que la lluvia no entrara por mi ventana. Me has enseñado que el camino está en nuestras manos y que a pesar de la inmensidad de los hechos, de lo que arrastran, la decisión de elegir es sólo nuestra.
    Dicho esto, he elegido acompañar ese flequillo de sueños a través de tus ojos inquietos y tu corazón hambriento. He elegido vivir mi propia charca de pantalones cortos y mariquitas voladoras, he elegido fundirme en el bosque de los hobbits donde la fantasía cobra vida o la vida es una fantasía que acalla cualquier derroche de imaginación, donde los retos se construyen viviendo las pequeñas cosas que en realidad componen, la gran verdad.
    Además, he elegido recorrer el camino de tu sensibilidad y de lo que me has ido aportando sin apenas yo tomar conciencia, de que la ilusión está mucho más cerca de lo que imaginamos.
    Hoy es un día especial, porque podría elegir el edredón por montera y no la vida, pero te doy las gracias por llegar aquí y ahora por mostrar que el agua es vida y que es justo eso, agua, lo que nos da vida.

    Gracias Engel, de corazón.

    Palmira
     
    #8
  9. Alfonso Espinosa

    Alfonso Espinosa Poeta que considera el portal su segunda casa

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    He disfrutado plenamente, de tu poema preciosamente presentado con imágenes llenas de frescura y arte.
    Un abrazo

    Alfonso Espinosa
     
    #9
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  10. Engel

    Engel SOÑADOR TOCANDO CON LOS PIES EN TIERRA

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    Saludos cordiales y mil gracias, Alfonso.
    Un abrazo.
     
    #10

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