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El seminarista y la salmantina

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por requiem_gothik, 3 de Junio de 2010. Respuestas: 0 | Visitas: 3063

  1. requiem_gothik

    requiem_gothik Poeta recién llegado

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    7 de Agosto de 2009
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    Desde la ventana de mi casucho viejo, abierto en mayo, cerrado en enero, por vidrieras opacas y viejas cornizas, yo la salmantina de rubios cabellos y ojos azules como el mismisimo cielo, mientras la costura y el rezo conjugo, veo todas las tardes pasar silenciosamente a los seminaristas que van de paseo; bajo la cabeza sin inclinar el cuerpo. Marchan en dos filas despacio y animosos, sin mas tinte vivo sobre la negra sotana que la beca roja que rodea sus cuellos y que por la espalda acaricia el suelo. Un seminarista entre todos ellos, marcha siempre recto con porte elegante, la negra vestimenta modela su cuerpo viril y apuesto, delgado pero vibrante, con sigilo y temeroso de que sus miradas intercepten los sacerdotes, desde que en la avenida me observa a lo lejos, a mi a esa humilde salmantina de rubios cabellos, fijamente con mirar intenso, y siempre al pasar me deja el recuerdo de sus ojos negros. Continuo y lento va pasando el tiempo y agoniza el verano y despues el otoño y llegan las mañanas crudas de invierno. Desde la ventana de mi casucho viejo siempre afligida y solitaria, bordando y rezando, esta salmantina de rubios cabellos ve todas las albas pasar en silencio a los seminaristas que van de paseo. Pero no veo a todos, veo a uno de ellos... Al seminarista de los ojos negros Cada vez que pasa airoso y delgado me observa pedir aquel cuerpo, en vez de esa toga galas militares, al fijar en mi sus ojos abiertos me lanza vivas y audaces miradas de fuego donde parece decirme: " Te amo, Te amo, yo no he de ser Sacerdote, yo no he de ser eso, si yo no soy tuyo yo muero, yo muero". A mí entonces se me oprime el pecho, dejo de coser y olvido por completo mi rezo, y desde ese momento solo vive en mis pensamientos el seminarista de los ojos negros. En una fria y tormentosa mañana de invierno, yo alegre me levantaba del lecho, escuche tristes cantos y rezos de requiem.
    inconcluso
     
    #1

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