El sueño negro

"El sueño negro"


Una noche me dormí reflexionando sobre el misterio de existir,
caí anestesiado por el cansancio acumulado y luego esto fue lo
que vi.
Estaba yo caminando frente a un largo pasillo como el de una
iglesia pero en las bancas había gente vestidas de negro y las
mujeres estaban cubiertas con velos y los hombres con los ojos
rojos e hinchados de tanto llorar.
Me adentre más y me di cuenta que era una capilla funeraria y
yo tenía puesto un traje negro muy elegante y se me hizo raro
casi nunca me disfrazo de decente.
Al voltear por el pasillo en el que caminaba vi mis familiares
que hacía mucho habían muerto y me sonreían, yo confundido
caminaba más de prisa hasta que me dio miedo llegar a ver quien
era el muerto de ese ataúd color gris con cuatro velas en cada
esquina y unas flores moradas y negras como de papel, sospeche
que sería alguien importante para mí pero no quise dar un paso
para averiguar quien era.
Así que fui al baño a lavarme mi rostro y al ver el espejo me vi
todo opaco una imagen muy borrosa creí que estaba ciego o
el espejo se había empañado de más.
Decidí mejor salir a caminar lejos de ese lugar y me fui por unas
calles oscuras mis pasos eran rápidos y veía en las esquinas
prostitutas con miradas vulgares y viciosos tirados sobre las
banquetas y se escuchaban sirenas de ambulancia a lo lejos.
Entre más caminaba más me torturaba la inquietud de quien
era el difunto.
De un momento a otro me detuve y me acerque a unos
vagabundos que bebían y les pedí un trago de agrio licor lo
tome como si fuera el último de mi vida, encendí un cigarrillo
y volvía a caminar.
Al darme cuente ya estaba de nuevo frente a la puerta de la
capilla y me adentre, pero esta vez estaba vacía, sólo el ataúd
permanecía ahí con un sola vela prendida.
Al ir caminado se escuchaban terribles lamentos y un muy
detestable olor, los gritos de llanto me alteraban a cada
paso y yo seguí caminado.
En un parpadeo vi fragmentos de mi vida de niño, joven y nada
más.
Sentí una mano sobre mi hombro era una mujer con un vestido
de novia y me invitaba a bailar una melodía tan triste, sin vida.
Yo no controlaba mi cuerpo que la seguía como si fuera su
sombra, mi garganta se hizo un nudo que no podía gritar.
Le arranque su velo y era una muerte vestida para casarse y
pies se hicieron tan pesados.
Estaba ahí tan inmóvil y tan cerca de ese ataúd tan lleno de
misterio.
Pensé si yo era el muerto mi cabeza se perdió en un pánico
sepulcral.
Ya sin nada que perder gire mi cuerpo para ver de quien se
cerré mis ojos antes de saber la respuesta y al abrirlos
desperté.