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El tío Agustín

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por Pessoa, 16 de Febrero de 2016. Respuestas: 3 | Visitas: 529

  1. Pessoa

    Pessoa Moderador Foros Surrealistas. Miembro del Equipo Moderadores

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    EL TIO AGUSTIN.


    El tío Agustín fue herrero. Pudo haber sido taxidermista, o perito agrícola. Pero fue herrero. Las pocas veces que lo ví yo era muy pequeño; por eso mi recuerdo es más bien imaginario. Ahora debería tener, de vivir, unos ciento cincuenta años. En aquella generación mi familia fue sumamente prolífica; el tío Agustín tuvo diez hermanos más, todos varones, excepto una hembra, que, naturalmente, quedó para atender a los hombres y a sus padres, y, naturalmente también, murió histérica y prematuramente.


    Aquella amplia parentela estaba adscrita a la clase socioeconómica de lo que entonces se llamaban “artesanos”: había un sastre, un tendero de ultramarinos finos, otro hermano con el luminoso oficio de ebanista, algún representante de comercio y varios funcionarios. Todo un elenco. Y, claro, el tío Agustín, el herrero. Los herreros han sido, generalmente, personajes de una cierta sordidez y muchas veces marginados. Además, el tío Agustín le daba a la bebida y era, según se decía, un putañero.e decía,


    De hecho, del tío Agustín apenas se hablaba en la familia y cuando se hacía era en voz baja, casi en bisbiseo y siempre se le añadía la coletilla “el pobre Agustín”. Yo lo recuerdo, o más bien lo imagino, en las apenas dos o tres veces que lo ví, como un hombre bajo y fornido, siempre con la mugrienta boina calada y una barba negra y cerrada como una noche de brujas. Llevaba un mandilón de cuero y debía de calzar alpargatas, como buen pobre que era. También lo recuerdo, eso sí, amable conmigo. Todos decían que era gruñón y malhumorado, pero conmigo siempre fue cariñoso. Aún guardo, y de ahí pueden nacer mis recuerdos, un martillo muy usado, de esos que llaman de bola y pena (como el que aparece en la fotografía inferior), con el mango roto y empalmado con un muy cuidado trabajo de cosido de alambre, que me regaló en alguna visita que hice a su herrería. Con él creo que golpeé algún hierro al rojo (me imagino con mis manecitas de crío de cuatro o cinco años y el tío Agustín agarrando con sus manazas peludas el mango para dirigir el golpe).


    Recuerdo en cambio perfectamente la herrería; aquel cubículo astroso, construído con adobes y un techo de cañizo cubierto de tosca pizarra, situado en las afueras de la ciudad, junto a un enorme eucalipto que le daba sombra. Tenía, como único hueco para paso e iluminación, una puerta metálica. Al fondo estaba la fragua y el fuelle que animaba el carbón para que docilizase al hierro. Al lado el yunque, enorme en mi recuerdo, y el cubo de agua en el que el acero al rojo gemía, no sé si de dolor o de gozo, cuando lo refrescaba después de golpearlo. Por todos lados había un maremagnum de hierros, chapas, barras, cadenas...


    Del tío Agustín se decía: “Qué buenas manos tiene; lástima que beba tanto”. Y es que, al parecer, era un excelente artesano. De mayor me han enseñado algunas cancelas, primorosamente trabajadas, algún antepecho de balcón, y me decían, admirativamente: “Mira, eso lo hizo tu tío Agustín”. Aunque su principal fuente de ingresos era la fabricación de herraduras “a medida”, el aguzar picos y escoplos, soldar rejas de arado, etc. Las “obras de arte” debieron ser encargos de ricos de la localidad, por recomendación de los demás hermanos.


    ¿Porqué se hizo herrero el tío Agustín? Ya he dicho que de él se hablaba poco y bajito entre la familia. Para mí que junto a su complexión física, tan diferente a la de sus hermanos, se unió un carácter huraño e introvertido, o de una cosa vendría la otra. Me lo imagino incapaz de aprender las cuatro reglas y de ahí su arrinconamiento social. Al fin y al cabo su madre fue maestra de escuela y eso, en la época, era todo un hito. Quizás, por eso, lo pusiesen de aprendiz en algún taller -los orígenes familiares eran agrícolas y es de suponer que tendrían trato con el gremio de la herrería en razón de los aperos y herramientas. En todo caso fue un personaje diferente y diferenciado, solitario y taciturno. Por eso, tal vez, lo admire en mi recuerdo. Hoy, para mí, tengo que era un nibelungo desclasado y de secano, el pobre Agustín.

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    #1
    Última modificación: 16 de Febrero de 2016
    A esthergranados le gusta esto.
  2. esthergranados

    esthergranados Poeta adicto al portal

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    Qué bonito, Pessoa, me encantan las descripciones que haces en tu relato, son precisas y claras, casi puedo ver todo lo que nos explicas. La trama me gusta muchísimo, es una bonita historia, el tio Agustin me parece un gran personaje y el ambiente que lo rodea también. Enhorabuena y gracias por compartirlo. Un abrazo y buen fin de semana.
     
    #2
  3. Pessoa

    Pessoa Moderador Foros Surrealistas. Miembro del Equipo Moderadores

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    Hola, Esther; muchas gracias por tu halagador comentario. Es siempre un placer saber que algo que uno ha escrito encuentra un eco satisfactorio en los lectores del foro. Seguiremos intentando esta maravillosa aventura de escribir. Un cordial saludo y también un feliz finde.
    Miguel
     
    #3
  4. Eratalia

    Eratalia Con rimas y a lo loco

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    Tus prosas me envuelven. Veo todo a través de tus acertadas, escogidas y claras descripciones. Tallas pulidamente caracteres y escenarios, y eso me encanta. Son prosas visuales.
    Te hago ver una cosa que no he entendido, supongo fruto de algún error de tipeo o de un corta y pega. Ve al final del segundo párrafo. Acaba con
    .e decía, la cual cosa no es común ni corriente.
    Un abrazo mu' gordo.
     
    #4

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