El Velo

La salobre vid de sarmientos líricos se alza soberbia hacia el firmamento azulado cuyo lucero áureo apenas abrasa los campos atestados de trigales.Allí se esconde el joven Dionisos: rumiando de las semillas sacras con la que se fermenta el dadivoso pan de los hambrientos.Está al acecho del clamoroso atardecer que lo encumbra al éxtasis primaveral de una gloriosa tragedia en la cual ha de ser atado por sus discípulas las ménades en la delirante rueda de ixión para que,dando vueltas sin parar,su mente se trastorne y comience a delirar entre voces entrecortadas profecías de próximas medianoches.Amor,ya es de noche,y el Aliseo pide rencoroso que lo desaten de la máquina de los sufrimientos para ver con sus ojos tristes pero agudos la teofanía que tanto espera impaciente:la encarnación de su madre Semele en estrella taciturna que ha de regar su corazón de gema con los rayos benditos de la sub-luna que tanto hace empalidecer de miedo a los mortales que no son dignos de descorrer el tenue velo de la esfinge nevada.Amor,ya es tarde,uno de entre ellos la ha desgarrado y entre movimientos epileptoides ha muerto para escarmiento de los que quieren ver el sagrado misterio de la infinita maldad,ahora acurrucada en el infinito de la noche silenciosa.