El verde redondea tu rostro colorado

El verde redondea tu rostro colorado,
te abraza como el viento a las palabras,
como el silencio anónimo del aire
abraza tus poemas en las fuentes.

Te preña las mejillas de esmeraldas,
te oculta entre los círculos de la luna más llena
cuando llora. Se eleva por detrás de tus ojos,
por detrás de las lágrimas de Al-Andalus
que derramó el último poeta,
sobre la acequia que jamás detiene
su caudal generoso
de historia y de nevadas derretidas
enfrente del zaguán enamorado
del Sacromonte o del Albaycín
que no ha dejado de mirarte, roja.

Sigue bajando la ladera, verde,
y uniendo en su constancia, más constancias
disfrazadas de fértiles alientos
y secretos sedientos de la piedra.

Los años no consiguen
envejecer tu espíritu de nube,
y desde el séptimo balcón del cielo
se asoman todavía
los asombros pretéritos de un árabe
a ver tus fuentes galopando el tiempo,
a ver el agua que se empapa de agua,
a reflejarse en tu mirada pura.

Tanto tiempo encontrando un chorro fresco
con la voz del gitano. Sus dos voces
se besan en el Darro, y el silencio
recobra la constante melodía
cuando ondea entre saltos de agua mora,
entre gestos del eco andalusí,
tu susurro, que es la bandera de Granada.