El Viaje de Damian

Damián seguía impresionado con las estepas nórdicas divisibles desde su cuarto de hotel, verdes con blanca nieve, solitarias aunque llenas de secretos e historias que solo los árboles saben relatar.
-¿hermoso, no le parece señor?, es el mejor cuarto- irrumpió el gerente y dueño del lugar con una sonrisa forzada.
-si, deje las maletas en la cama por favor- respondió casi metódicamente Damián. Para el viajar y vivir en hoteles eres algo muy común, sin hogar fijo, teniendo un numero en cada ciudad.
Después de una ducha revitalizadora bajo al restaurante llevado por un instinto vital: hambre, había olvidado de cenar y eran casi las 12 de la noche lo que hacia mas remota las posibilidades de encontrar algún alquimista de las artes culinarias. Así fue, no encontró a nadie en el comedor enrumbándose a las empedradas calles escarchadas del pueblo. Paso diez minutos en su ruta hacia el centro (la inercia humana decía: “todo esta alrededor del centro”) cuando descubrió un acogedor ambiente iluminado con antorchas y olores entremezclados de whisky y vino, entro sin dudarlo ubicándose en la mesa mas alejada para observar a los pobladores, sus risas, sus llantos y miradas.
-¿Qué le sirvo viajero?, hoy tenemos como especialidad filete en salsa de zetas recién recogidas por nuestros duendes-
Si que tienen una manera poco usual de atender las camareras pensó Damián mientras aceptaba por simple curiosidad.
Devoro el plato con ansias no vistas desde la edad media, pidió una copa de vino para limpiar un poco el paladar, se sentía algo solitario en la posada donde ceno, no había casi nadie, así que pago en la barra su cuenta. El cajero era algo taciturno, apagado, gris con polvos azules en la zona que representan el cansancio,
-dos monedas de plata viajero y tenga cuidado con los aullidos u sombras voladoras-
Se quedo confundido, dividido, ¿dos monedas de plata? ¿Aullidos?, tomo 20 euros saliendo del lugar mientras el cajero cortaba con la mirada el billete.
La plaza central tenia una originalidad muy buena, se había conservado en el tiempo con gran cuidado, lo único extraño es que no logro divisar una santuario eclesiástico, sin tomar importancia se sentó en una banca de roble inhabitada para contemplar la oscuridad del bosque, el cual cercaba el pueblo.
-¿Cómo esta Damián, le pareció buena la cena?, a mi si me gusto para serle sincero- quizás la descripción de este personaje les va a sonar rara pero solo procésenla sin miedo. Era un hombre idéntico a Damián, no era el porque no pueden haber dos seres iguales ¿o si?, la única diferencia que el pudo encontrar era el brillo de sus ojos.
-si, estuvo muy agradable- respondió tartamudeando por la confusión.
Pasó tiempo con este personaje, respondía a sus preguntas mientras en su interior trataba de encontrar alguna explicación en vano, hasta que de la negrura de los cielos se escucho un aullido,
-debes regresar- exclamo con miedo el doble, - el esta cerca, tu estas cerca, estamos cerca-
-¿Quién esta cerca?-
-no lo se nadie lo ha visto, solo sabemos que le dicen “Realidad”-
Al concluir estas palabras desapreció dejando a Damián solo, “Realidad” era mujer, una bella dama de alas negras, casi perfecta su gusto, no hablaba, solo lo miraba, examinado cada centímetro de su piel hasta que en un impulso Realidad, su anhelo de mujer le arranco el corazón.
Damián despertó a la mañana en un hotel de Venecia, el mismo que había dejado antes de viajar a Noruega, en donde nunca estuvo, o quizás en donde siempre esta.

Para serles sinceros yo, el narrador, soy Damián y lo que paso según un amigo doctor es que perdí la conciencia, entrando en el séptimo piso, lo más profundo del alma citando a un gran psicoanalista, el mundo donde tus temores y anhelos viven en una comunidad echa a tu medida.

 

me gustó mucho tu relato, realmente me gustó mucho... me hizo acordar a "La Noche Boca Arriba" de Cortázar...
cuidate
Juan Cruz

 

GRACIAS POR COMPARTIR ESTE BELLO ESCRITO EN ESTA TARDE HERMOSA...RADIANTE DE SOL...UN BESO GRANDOTE TE QUIERE TU AMIGA LUZ
TE DEJO MI CORAZON...

 

gracias es muy amable por ver esta prosa muerta