El viaje de Daniel

Daniel siempre tuvo la extraña sensación de ser perseguido por algo, o por alguien; solo que nunca se atrevió a creerlo físicamente. Las sospechas de dicha persecución estaban infundadas en un episodio que toleró desde niño, cuando sentado en el zócalo de su casa, en Mataderos, fue impresionado por un singular sujeto, ciego y desequilibrado, que le repitió una y otra vez, siempre voy a estar persiguiéndote, y luego se largo a reír a carcajada, de una manera macabra.
Desde aquel momento, no supo tener una vida organizada ni mucho menos relajada.
Tenía la sensación de haber vivido un sueño, aunque al mismo tiempo, en él convivía la sospechosa idea, que haya sido tan real, como increíble.
A pesar de todo, intentaba tener una vida normal, trabajaba de día en un supermercado, y estudiaba robótica por las noches en la UBA, con la intención de tener la cabeza ocupada.
Estuvo bajo presión, durante algún tiempo, lo que lo llevó a padecer un comportamiento esquizoide.
La persecución que sufrió constantemente, era provocada por todo tipo de criaturas, generadas por su mente.

Hasta que en uno de sus tantos episodios, lo tomó por sorpresa viajando en tren, con recorrido subterráneo, las caras de la gente, empezaron a verse deiforme; como los guerreros troyanos que imaginó homero en su ceguera.
Su cuerpo, fue invadido por una descarga eléctrica, que provocó la desintegración de su organismo por unos segundos, su mente fue tomada prisionera y lanzada automáticamente al ciberespacio cósmico, soportando velocidades cuánticas, provocando deliberadamente un efecto fantasmal, que lo libraba instantáneamente de los espectros, creados por su siquis.

Solo que esta vez, pudo dominar los fotones instalados en su intelecto, y polarizarlos, logrando una interconexión continua.

De modo que sigue viajando por las inmensidades de un mundo paralelo, que lo ayudó a liberarse de sus abominaciones fantasmales, que supieron atormentarlo, buena parte de su vida.

 

Señor Tinguy, un relato muy original, un Matrix creado a partir de los fantasmas y de la esquizofrenia. Se le saluda desde estas montañas frías y apartadas, como ermitañas del mundo.

 

muy ocurrente tu comentario Évano, gracias, un abrazo amigo