Elévame

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Porque nadie adivina ni entiende el eco de la mente; porque vivimos entregados al amor pero no al amado, me coloco así en esta postura, y me callo para escucharte el beso.

Me dices que tus labios son corazón con silencio de mujer, que colocas tus labios abiertos en la cama, o en medio de la calle, o cerrados cuando sonríes lejos; luego me miras, y tu boca es una cerilla pronta a quemarse, llama al roce. Incendias diciéndome que los lunes masticas alguna almendra, y yo te creo porque es otoño, y te creo porque tu nombre suena al crujir las páginas del diccionario de francés, y yo te digo, te digo, mira que no estoy hecho para las esperas, que estoy aquí porque es sabio esperar el beso, tu beso que no sé cuándo, pero aguardo ese beso escrito que escucho en la carta de tus labios.

Luego pienso que tendremos que aprender a besarnos sin beso, que algo habrá que inventar para que el beso no se rompa, porque el beso contiene las otras obligaciones del día y es muy corto. Pienso que nuestro beso debería poder surcar, estar, no-estar, planear, vigilar, ir, volver. Como pájaro.

Amor, cuando llegues en esta noche abril de otoño, que como mar atardeció desnuda, encontrarás tu beso-octubre derramándome por el pantalón todas las flores de abril. Si tú quieres, te daré noticias de ese mar que con ojos de hambre-azul huía de su distancia pura extendiéndose rojizo al aire de la montaña, pero me encontrarás aquí, con este respirar de oro, imaginando otro beso nuevo tuyo, con mi bocalma preparada y con los ojos abiertos, bien abiertos. Por si anochece.

Enramada del silencio, el temblor oblicuo, los gallos a la hora de los lobos, los bosques tendiendo su red, ella viene y va por la superficie, buscar agua en la sequedad, es suerte de vicio, ella crea anticuerpos, preso del aliento, la sorpresa del que ensaya no-tener, la saludo con un beso…

… me duermo en ese beso, sus sonoros aullidos, mírame más, clávame los diálogos de fuego, el gemido con que venías a mí, bestia adorable, mi beso, silencio, sólo silencio, amor, tus ojos, aliméntate, me sugieren tus ojos, aliméntate dice uno, aliméntame dice el otro, el cielo negro tiene un lado sordo, tus labios, tus labios, últimos cantantes al comienzo de Chopin…

Elévame, amor, elévame dentro del beso, elévame y no me sueltes nunca al rumor de la realidad…



Chus


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