Ella

Ella. Ella caminaba descalza por el frío suelo de la alegría, tan vacío, incomprendido y malinterpretado.

Así es, estaba sumida en la desesperación de ser feliz, una miseria que todo el mundo pretende poseer corrompiendo brutalmente los verdaderos deseos de su ser.

Observando poco a poco, las gotas que golpean las ventanas de sus aposentos desearía estar en medio de aquel elixir de vida que corre melancólicamente el vidrio de las sucias ventas.

Exacto, ella no esta allí y mucho menos yo, que pretendo observarla… Ridículo, absurdo, tanto como el orden de las cosas en este yugo llamado realidad.

'¡Vamos!', se susurra a ella misma en medio de sollozos y gemidos de dolor, provocados por la comprensión de su terrible inexistencia.

Se mira al espejo pero este esta vacío, ya no hay alma en aquel cuerpo desnudo, no hay expresiones en aquel lienzo en blanco…

Vives, pero no existes, mueres pero no descansas…

Un eterno martirio es el vivir, una eterna agonía la cual intentamos remediar disfrazándola con máscaras que nos convienen.

Así es, qué pobres son los hombres, mendigan espíritus para su dominio, entregan sus vidas al abismo interminable de la decadencia, pervierten su ser con estancamientos existenciales que representan placeres pasajeros.

Mírame e intenta dejarme existir, ¿es acaso esto mucho pedirte?.

Qué estúpido soy, pretendo poseer una vida que en lo mínimo es día, me someto a mí mismo y soy la condena que yo mismo he forjado, pretendo que una ilusión me dé vida.

Eso somos.

Eso somos, una ilusión, un suspiro de una doncella en el bosque, una lágrima de una madre, los pensamientos de un pequeño que se observa en un lago, somos la miseria encarnada en la sonrisa de un cadáver putrefacto.

Ella ya no está, ella caminaba…

Me he levantado del muelle de madera en el lago, ya no veo mi reflejo… Ella ya no existe, y yo tampoco.

 

Muy bueno hermano!! Sigue así, gustó leerte!