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Ella

Tema en 'Fantásticos, C. Ficción, terror, aventura, intriga' comenzado por Nat Guttlein, 17 de Septiembre de 2019. Respuestas: 3 | Visitas: 741

  1. Nat Guttlein

    Nat Guttlein アカリ

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    La noche profunda, de aquellas que aplacan los pensamientos, se llenaba sólo y únicamente, de los bullicios lejanos de la ciudad. El aire como pausado, que se extendía en la habitación, parecía volverse pesado. Un dolor tenue me despertó, las punzadas que me habían llevado a ingerir varias tabletas de remedios, y a tomar unas dosis de café para poder seguir aún de pie, no me estaban dando resultado. Los insectos de la naturaleza, afuera hacían el eco que rebotaba en las paredes de mi cuarto. Me encontraba boca abajo recostada en mi cama, la melodía de Green Day sonaba por lo bajo en el altavoz del celular. De pronto, un peso se hundió entre mis piernas, las sábanas que me cubrían, se deslizaban, mis ojos abiertos de par en par, reconocían que aquello, no era mi gata o mi perrita. Aquel peso se mantenía quieto, apretujando aún mis piernas. Intentaba enderezar mi torso, dar con el interruptor de la luz, y poder ver aquello que se encontraba casi sobre mí. El dolor agudizante que me había acompañado la mayor parte del día, de la semana mejor dicho, provocaba punzadas en mis huesos. Podía sentir cuchillos incrustarse lo largo de toda mi columna, los músculos se tensionaban, mis mejillas ardían y las manos solo podían apretarse contra el colchón. En un momento del que no fui testigo, las lágrimas habían comenzado a correr lentamente por mis mejillas, lo supe al abrir mi boca y sentir el sabor salado sobre la almohada. Cerré los ojos, respiré todo lo que mi aliento ya apesumbrado me lo permitía, le demandaba a mis pulmones recuperar el aire que aquel incesante tormento, parecía quitarme lentamente. Mi martirio se agravó, cuando recobre la poca consciencia que se hallaba en mí. El peso entre mis piernas seguía quieto, aún en la total oscuridad, parecía percibir su mirada clavada en mi nuca. No podía moverme, solo sufrir en un suplicio que nacía de mis entrañas y trepaba hasta la garganta, ahora seca. Aquella criatura, de uñas afiladas y cuerpo helado, me destapó. Sabía aquello, por lo que sentí en mis piernas desnudas, mientras las cobijas iban bajando lentamente. No se preocupaba por hacerlo rápido. Entre todo el dolor, intentaba no dormirme, la ansiedad y el terror me nublaban la mente, pero el deseo por saber que era lo que estaba sucediendo y a manos de quién, me hacían recobrar el poco sentido que quedaba en mí. Sentía el aire gélido de mi habitación, dar en mis piernas, en mis brazos y rodillas. Seguía sin poder moverme, lo único ante mí, era la vista hacia la oscuridad incesante que revoloteaba por todo el lugar, y las finas rayas de luz de la calle, colarse por entre la puerta y su marco. Una especie de niebla comenzó a nacer de las paredes, era pesada y blanca como la luna. Parecía danzar en torno se acercaba a mí, se trepaba y arrastraba por el piso, de pronto, sentía que se detenía a observarme. En aquel momento, hubiese creído que todo no era más que un simple sueño, pero el seguir sintiendo aquellos dolores, golpear contra los huesos de mi espalda, me recordaban que no era así. De aquella bruma pálida, comenzaron a surgir luces fugaces. Daban contra mi rostro, podía sentir su calidez. Aún y sin poder moverme, la criatura o persona que se encontraba allí, detrás de mí, apoyó sus grandes manos sobre el comienzo de mi dorso. El dolor que hacia ahora crujir los huesos de mi columna, producían sonidos agudos, víctimas de contracciones. Éstos, se resquebrajaban, se machacaban y podía sentir cada ardor, cada rasguño que iba a parar contra la carne. Se deformaban lentamente, en un frenesí imposible de detener. Su ira me cegaba, dominaba mis pensamientos y me tiraba al vacío más duro de todos. Aquellas luces cálidas seguían flotando, aún con los ojos ciegos, podía percibirlas. Pensaba entre mis llantos enmudecidos, cuan de patética me vería, tumbada en mi cama, mirando hacia la nada, dada vuelta, toda dispersada y en la forma más deplorable de ser encontrada muerta. Acaso que dirían las personas que encontraran mi cuerpo?. Podía ver a la muerte acercarse, tararear canciones de cuna y divertirse con los chillidos que de mi garganta luchaban por salir. Los huesos moviéndose, contorneándose y deslizándose por entre mis músculos, habían sesado. El silencio volvía a ponerse en pie. Al abrir los ojos, aquella neblina lo cubría todo. Nada a mi alrededor se veía. Sentí el suelo frío bajo mi cuerpo, al notar que adquiría movimiento, luché lentamente por mover mis brazos y piernas. Me puse de pie, sentía en el ambiente, un olor dulce y penetrante al mismo tiempo, se mezclaba con las luces que seguían surgiendo de entre la niebla, mis pies luchaban por mantener mi peso, pero no podían. Me apoyaba con mis manos y rodillas, mi respiración era acompasada, pero la mantenía de a poco. Un sonido me alertó, al levantar mis ojos, un brillo fugaz me dio en la cara, pude adivinar de que se trataba. Un espejo había aparecido a mi derecha, era grande, marrón y me admiraba. La calima blanca, que se volvía más ardiente aún, se apoltronaba en torno a él. Al volver a regularizar mis sentidos, mi respiración, pude intentar volver a ponerme de pie. Algo pesaba demasiado, me hacía sentir un dolor que nacía en mi nuca y llegaba hasta la cintura. Al arrastrarme y dar contra el cristal, aquello frente a mí, fue lo que terminó de dejarme nuevamente en el piso. Estaba allí ante una persona, tirada y despeinada, con sangre aún chorreando en mis caderas, deslizándose por mis piernas y provocandome arcadas, no había notado el calor de aquel líquido rojo carmesí, que ahora también, bajaba por mis brazos. Pero lo que vino después, me desplomó en algún lugar de mi consciencia, del cual no volví a recuperarme. La bruma cedió, y unas enormes alas negras me rodeaban. Mi mirada estaba en shock, intentaba reaccionar pero algo no me lo permitía. Cuando pude hacerlo al cabo de unos minutos y unas cuantas lagrimas derramadas, mis manos temblorosas se apoyaron contra el reflejo. Intentaba mantenerme derecha, pero aquellas dos cosas pegadas a mi espalda, me lo impedían. Solo podía observarlas a través del espejo. De pronto, un sonido del cual no sabía su naturaleza, hizo que me asustara, que saliera de mi trance. Y éstas, en concordancia con mi mente, se abrieron de par en par, despegando toda su inmensidad. Los colores iban desde el negro hasta el azul más oscuro nunca antes visto. Se extendían y suplicaban, me obedecían, las escuchaba susurrar en mis oídos. O quizás yo sí estaba loca. Fue difícil descartar el pensamiento, cuando gotas rojas cayeron en mis pies descalzos, al tocar mi rostro, un líquido parecía hervir en mis ojos, y hacía punzar mis sienes, al acercar mi cara hacia el reflejo, pude ver como toda aquella imagen de mí, se transfiguraba. Los ojos se volvían dos esferas verdes, pupilas que se rasgaban, por otro lado la parte blanca que rodeaba mis iris, se volvía oscura. El rostro blanco que siempre había poseído, se llenaba lentamente de venas negras, que trepaban por mis mejillas y nacían de mi cuello. Todo acompañado de llantos y risas diabólicas que sonaban en mis oídos. Sólo podía gritar, inundar aquel lugar desconocido con mis lamentos, suplicar a quien sea que me sacase de aquel vacío en el cual había caído sin darme cuenta. Al levantar la vista, una mirada de ojos azules como el más puro cielo, me encontró. Era alto, rostro alargado y mirada divertida, vestía de blanco y poseía en su mano derecha, una especie de collar con el cual jugueteaba. Algo en su presencia, me hacía dudar de que fuera un humano. Me ayudó a ponerme de pie nuevamente y noté su altura, me llevaba dos cabezas mínimo. Al acercarse, pude sentir el aroma dulzón que se había esfumado, con más intensidad, era él. La criatura entre mis piernas cuando me encontraba en la cama, y la bruma que se había esparcido y me había transportado a aquel lugar. De pronto, aún sonriendo, su voz salió en un dejo que me invitaba a seguirla. Frente al espejo, observándome a través del reflejo, apretando mis hombros y apoyando su mejilla izquierda en mi cabeza, susurró a mis oídos. -Mira lo hermosa que eres. Y ante tal afirmación, seguida de sus caricias que bajaban por mis hombros, más sus ojos cautivantes, fui yo quien habló ésta vez. -No entiendo que es lo que soy o lo que sucedió. Él volvió a responder, aún mirándonos en el espejo. -Seras lo que desees en tanto sea a mi lado. Sus manos acariciaban mis alas, sentía a éstas en ellas bajar lentamente y también peinar mi largo cabello. En un solo movimiento, me dio vuelta y acercó mi rostro al suyo. -Eres perfecta, Gabrielle. Aquel nombre activó todos los sentidos y recuerdos que siempre luché por apagar, que intenté maquillar con sonrisas y quietud. Ése mismo, quien ahora, volvía a liberarme y parecía concederme el poder de ser más. Divertirme de la forma en la que él, el padre de todos en la tierra, no lo había previsto nunca. Las agujas del reloj sonaban a mis espaldas, la hora había llegado y yo también.
     
    #1
    A Sasha. y silveriddragon les gusta esto.
  2. silveriddragon

    silveriddragon Poeta fiel al portal

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    Me quedé intrigado. :) Creo que hay material para continuar la historia.

    Un saludo cordial
     
    #2
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  3. Sasha.

    Sasha. Poeta que considera el portal su segunda casa

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    siempre es un gusto leerte.
    saludos.
     
    #3
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  4. Campo Ardiendo

    Campo Ardiendo Poeta recién llegado

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    Me agradó leerte.
     
    #4
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