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En el lecho de muerte

Tema en 'Prosa: Amor' comenzado por Rada, 5 de Junio de 2012. Respuestas: 0 | Visitas: 539

  1. Rada

    Rada Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    24 de Abril de 2012
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    Tantas cosas de las que arrepentirse...sólo a una le da valor mi derrotada memoria. Sólo a unos ojos verdes, a un largo cabello oscuro, a unos carnosos labios que cada vez que susurraban hacían que el tiempo se detuviera y todo mi ser temblara. Pero no sólo era guapa, sino también alegre,feliz, risueña... un adorable ángel con forma de dama. Así era para un joven idiota que nunca tuvo el valor de enfrentar sus sentimientos, que prefería disimular antes que verse envuelto en el desprecio o la indiferencia, que se plantaba delante de ella en actitud arrogante pero que a la vez se preguntaba como no podía darse cuenta del amor que le tenía. Como no arrepentirse de haber desaprovechado el momento,traicionado mi alma y, tal vez, negado mi propio destino. Pero la vida es así. Te pone obstáculos para los que sabe que no estas preparado y se queda observando tu reacción, lista para distinguir al valiente del cobarde... y a mi me tocó ser lo segundo.Prefería la ficción de que me amaba antes que el posible rechazo. Pero eso no es lo malo, sino el conformarse con la ficción pudiendo saborear la realidad de lo soñado. Tan cierto eso que dicen de que los mayores dolores son producidos por lo que dejas de hacer, no por lo que mal hiciste.Como quisiera poder echar atrás el tiempo. No para salvar la vida, no para volver a ser joven... sólo para no tener que arrepentirme de ser un cobarde. Sólo para haber confesado lo que sentia por ella y con la cabeza bien alta soportar lo que viniera,cualquiera que hubiera sido su respuesta. Sabes, ya nunca fui feliz, siempre la llevé en mi mente y nunca pude entregarme a otra mujer, pues no quedaba resquicio en mi corazón en que no habitara ella. No quería traicionar a nadie, no quería traicionarme a mi mismo y, sobre todo, no quería traicionarla a ella.Ya llegó el momento, ya viene de negro a buscarme. Al fin podré relajarme para soñar con ella en donde el tiempo no cesa. Pero, antes de marcharme, si has leído esta carta, concédeme un último deseo. No llegues a arrepentirte, no ocultes tus sentimientos, deja a tu alma ser libre y lucha por el amor eterno. RADA
     
    #1
    Última modificación: 21 de Julio de 2012

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