En lo oscuro de la noche

En lo oscuro de la noche

La calma agoniza,

el silencio inquieta,

el frío no tiene prisa.


En la oscuridad infinita,

viven sueños ajenos.

La nostalgia acogedora

abruma los sentidos,

convirtiendo el aire en espesos anhelos.


La lluvia ralentizada parece ya no caer;

las pálidas luces amarillas y blancas

se pierden en la pesada negrura.


En lo oscuro de la noche,

la desolación es la regla.

Una conversación distante es el murmuro de la noche

que habla para el que la quiera escuchar.

De las voces que sobrecogen el deseo de silencio.


En la oscuro de la noche,

muere a pocos la conciencia,

el tiempo da tregua,

los recuerdos acechan.


Una tenue respiración en el fondo palpita.

La suspensión del día es sinónimo de leve locura.

Las sombras reposan en escasos reflejos de luz,

la inerte ciudad brilla en tinieblas tan puras y

el lento viento se hace sobrenatural.


En lo oscuro de la noche,

lo desconocido, perdido y extraño

vigilan con indiferencia a tan solo unos pasos;

listos a devorar a inoportuno peregrino.


En lo oscuro de la noche,

es escasa la compañía.

Las penumbras se acomodan,

y con un susurro repiten.


En lo oscuro de la noche.


En lo oscuro de la noche.


En lo oscuro de la noche...

 

En lo obscuro de la noche, la neumonía causada por el amable Corona-Virus de Wuhán.
Esos pulmones inflados, y ese corazón que no quiere galopar, ya, más.
Esos trombos en las venas y arterias, y el brote psicótico, en el seso del enfermo.
Ese enfermo que también, se queja por los pinchazos en el hígado.


En lo obscuro de la noche...