En los mundos de Riuterman.

En los mundos de Riuterman, se hacían los ardores de cristales, en donde los puntos de quemasiatros se dispondrían a llevar a las nubes de los dolores de alasiator el rana vaquero de los oestes emprendidos por ráfagas de luz en tinieblas, y así se harían los sueños de vapor, que más tarde se eclipsarían los fuegos de Durmbos que lucho sin espada, pues a este le costaba adentrarse en las maravillas de los sinialetricos de las rabias, pues no dependían de las almas de Brador el fantasma y de los ángeles caber esqueletizados, pues eran los caber, calaveras de los dardos de Kiudman, que era doctor entre los arquitectos de Credarnes, el dragón de los vagabundos, que salía con cuernos, y desperdiciaba las horribles miniaturas de los Taledoror el tamborista de las campanas de espuma, pues así era como todo se llevaría a la supercie de los grandes lagos de monigotes que se quedaban depresivos de no poder contar sus historias malignas. Riuterman era súper héroe por naturaleza y luchó contra los ladrones del fuego, esos que se harían de infiernos en las manos de los sueños de Biuter el cadáver de los cohetes de Gelnauter el simio, y así se verían que más allá de los ritmos de Blandeir, los alimentos no serían más que los vapores de Credor el fanático, que las oleadas de los altares, no se pondría el nombre legendario de los momentos de soñados altares de Kiderman, ese príncipe del terror y de las sombras que destripaba tripas para agrandar sus manos de sangre y hacer destruir los ritmos de los Yauristias, unos monjes momia, que escopeteaban los templos de Riuterman.

 

¡Mucha imaginación hace falta para crear un mundo!
Está muy bien, desde luego, saludos.