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En sus sueños

Tema en 'Microprosas' comenzado por Anaros, 4 de Enero de 2013. Respuestas: 0 | Visitas: 427

  1. Anaros

    Anaros Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    11 de Noviembre de 2009
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    Hombre
    El silencio era insoportable, el tiempo cada vez más inerte, eternamente frío. Su mano trémula se resistía a ejecutar la orden de su mente. Sabía que el tiempo era lo estipulado; exactamente un año desde que habló con ella por última vez.

    Un año de sombras en las que la única quimera conquistada era lo soñado. Se podía decir, que había mantenido una relación paralela con la mujer que llevaba sin ver desde hacía ya diez años. Su único amor, sin duda, parte de su universo a pesar de estar ausente. Al final se decidió y empezó a teclear el teléfono, no sin esfuerzo, no sin errar en algún número que hubo de repetir. Escuchó el primer tono de la línea que le intentaba conectar con ella, siempre ella. El primer latido de su corazón estuvo a punto de hacer que el músculo saltara del pecho. Recordó la primera vez que la vio; los pantalones militares que ella llevaba ajustados como una segunda piel, la camisa de tirantes que dejaban al descubierto unos hombros bronceados y se ceñía a sus senos para que pareciesen más grandes, sus ojos castaños tan inocentes, tan tremendamente bellos; sus cejas negras, su cabello negro herencia de su tierra, todo ese oscuro del sur que hace enaltecer en esas mujeres de sol sus labios rojos, sus aureolas rosadas más apetecibles que cualquier otra cosa en la vida, y su alma alba como esos primeros destellos de luz que se dan cada día. No era alta, quizás tampoco bella, pero para él era perfecta. El segundo tono sonó tan fuerte que parecía provenir de su propio interior. Recordó la primera vez que hicieron el amor. Ocurrió en una casa sin habitar, con plásticos cuidando los muebles recién comprados. Un par de velas daban una tenue luz que hacía que ella fuera más bella y él más seguro. Eran inexpertos, pero tanto amor les hacía de brújula en el juego de la primera vez. Sus besos les dejaban sin oxígeno, sus abrazos sin fuerzas. Los silencios eran sinfonías tocadas por una pasión juvenil; ellos se estaban amando como jamás volverían a amar, de eso él está seguro. El tercer tono alertó sus sentidos. Entonces recordó la primera vez que ella le fue infiel, el perdón de él, la infidelidad de él y el perdón de ella. Eran jóvenes, no sabían estar a la altura de tanto amor, tenían miedo. El cuarto tono provocó en él la desesperanza. Recordó cuando sus mundos se separaron; ella era buena en los estudios, triunfó, él se perdió en la vida, no sabía por qué tenía ese dolor en su corazón que sólo ella sabía aliviar. “Para toda la eternidad”, decía él. Ella lo reafirmaba, pero con una pequeña acotación; “para toda la eternidad”, tal vez sí, pero después de esta vida; ella sabía que podía aspirar a algo mejor. En el quinto tono recordó todas esas noches sin ella, no lograba dormir, pero cuando lo hacía, en sus sueños, era como si jamás se hubieran separado. Hacían el amor, se peleaban, se contaban las cosas bonitas como triviales de una vida en común. ¡Dios!, la amaba tanto, entonces llegaba la luz de un nuevo día y en esa luz la más negra de las noches: la soledad. Seguidamente pensaba en llamarla, en decirle “te echo de menos”, pero esperaba día tras día a que pasara un año. Por fin el teléfono descolgó. Un latido del corazón se subió hasta su garganta, y apenas pudo musitar su nombre. Le dijeron que ella se había ido a ese mundo de luz perpetua donde no hay una dirección a la que ir.

    Maldijo todos los días que había soñado con ella en vez de haber estado a su lado. Maldijo su muerte y, sobre todas las cosas, maldijo su triste vida.
     
    #1
    Última modificación: 4 de Enero de 2013

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